Acorralado (2/12/09)

- Aun asi nos lo llevaremos - responde.

El más corpulento de los Nosferatu, lo coge como un saco de patatas y lo carga a su hombro.

Os conducen hasta la sala central. Emile se mantiene en tus brazos, acurrucada, a penas consciente.

Veo a Jehová, sentado en su trono, y con Emile en brazos le saludo con respeto, bajando la cabeza.

-... Señor Jehová...

Efectivamente, Johavá no parece muy contento hoy. Al segundo de entrar vosotros, entra Basile, empujado por otros dos nosferatu.

- Françes no tenía permiso para regresar a nuestros dominios. Su deslealtad ha minado mi magnanimidad, su entencia es la muerte.

Y antes de que te des cuenta, oyes un golpe a tu espalda, como el del metal contra la roca.

Cierro los ojos... Pensando alguna plegaria para Frank...

-... Lo siento.

- Basile tampoco tenía permiso para venir a nuestros dominios, pero dado que lo ha hecho con sin agresión alguna, se permite alegar en su favor - continua Jehová, con un tono que rezuma tedio, mientras tamborilea con sus dedos sobre el brazo de su asiento.

- Lamento haber inflingido la norma que se me impuso... buscaba vuestro cobijo, aunque no lo mereciese...

Una lágrima cae por mi mejilla derecha, pero sigo hablando de forma respetuosa.

-... ¿Puedo hablar con su permiso, señor?

Él hace un gesto de desdén con la mano, dandote permiso, con la misma apatía con la que podría habértelo denegado.

Mantengo mi mirada baja, con sumisión.

-... Basile es inocente... Yo soy el responsable.

Trago saliva, teniendo miedo por Basile, no por mí.

-... Ayer Antón estuvo a punto de matarnos a todos... no podíamos permanecer cerca de él, así que en una decisión desesperada, escapamos... y pedí asilo aquí. Por mi desesperación... olvidé las prohibiciones... por eso pido disculpas... Soy el responsable.

- No sé qué le has hecho a Antón, pero has creado un caos nada conveniente en esta ciudad - responde, molesto - Y menos aun para vosotros. Voy a dejar que os marchéis, pero os va a valer de poco, los anarquistas tienen bandera verde contra Basile y a ti te persigue uno de los grandes de la jerarquía parisina,

-... Lo que significa... que nos esta dando a elegir... morir aquí o morír a mano de ellos.

Miro a Emile... La he condenado... nos he condenado a todos.

Vuelvo a mirar a Jehová.

-... Yo no quería nada de esto... únicamente quería paz... Vivir sin temer a la muerte cada noche...

Parpadeo.

-¿Un primogénito?... ¿quién?

- ¡He dicho que os marchéis! - responde, malhumorado - Bastante has obtenido ya de mí, a parte de clemencia. ¡Fuera!

Tiene todo el derecho a estar enfadado.

Me doy la vuelta, y camino hacia la salida, con Basile. Era evidente qué primogénito me perseguía ahora. Pompignan.

Pasas frente al cadaver de Frank, decapitado. Por lo menos Emile sigue en tus brazos.

- Deberíamos separarnos... es más fácil que nos encuentren juntos. - dice Basile nada más salir.

-... Nos encontrarán tarde o temprano... solo queda una solución...

Cierro los ojos. Tengo que hacerlo otra vez.

-Tenemos que salir de la ciudad.

- ¿Y que vas a hacer con Emile? Su vida estaba aquí... y la mía también. No dejaré París. - guarda silencio un momento - No debiste hacerlo - dice simplemente, no es un regaño, ni una reclamación... sólo epone una opinión.

Me derrumbo ahi mismo.

-... Entonces sólo me queda una cosa por hacer...

Lo haré por ella.

-... Entregarme... para que os dejen en paz a todos.

- No lo entiendes... - Basile niega con la cabeza - Antón no volverá a protegerme de los anarquistas porque tú mueras, y a Emile no se le permitirá vivir si su Domine muere.

- Así que ¿qué? ¿Simplemente te rindes? - pregunta Basile - ¿te resignas a morir?

-¿Qué propones, Basile? -digo, ya con lagrimas en los ojos-... Tuviste razón aquella vez. No duraría tres días... he tenido suerte de durar dos semanas. Ahora ese chaval está muerto por mi culpa, por intentar ayudarla, porque era lo correcto.

Aprieto los dientes.

-Todo porque me abrazó el clan equivocado...

- Ya sabías cuando llegaste aqui que no ibas a encontrar a una sóla persona a la que no le importara qué clan te abrazó - dice, y sus palabras te hacen rememorar cierta converssación con Antón.

- Si no estás... me mataré... - asegura Emile con total convicción.

Habría dado cualquier cosa porque Emile siguiese durmiendo, para que no dijese esas palabras...

Cada uno de mis males tira de mí, como si cada uno de mis miembros estuviese atado a un coche y estuviesen tirando... Y no podía hacer nada. Fuese donde fuese, acabaría desmembrado.

-... ¿Qué puedo hacer?

Basile niega con la cabeza.

- No lo sé - admite.