Sueño inconsistente (17/12/09)

Cuando has llegado arriba de las escaleras oyes un grito desgarrador, seguido de un segundo y un tercero, muy rápidos. Antón lo está haciendo deprisa, sólo esperas que termine pronto, que lo que le has cambiado sirva para que no se ensañe. El agónico lamento de Emile sube por las escaleras.

Puro sufrimiento, no sabría decir cual es mayor, si el de ella o el mio. Cierro la puerta tras de mi.

En ocasiones como esta, cuando realmente estaba jodido, necesitaba desfogarme, descargar mi ira en algo. Cuando mi vida se convierte en una mierda, solo hay dos cosas que me ayudan a seguir. Concentrarme en el trabajo o destrozar algo. Mantener mi mente ocupada con cualquier cosa.

Busco algún ghoul... con la cabeza baja... y doy con Raul.

-¿Hay gimnasio en esta casa?

Necesito aporrear algo.

- No, señor, lo siento... ¿Se encuentra bien?

-No Raul... no me encuentro bien... -digo, se me nota molesto por esa respuesta, pero es evidente que no quiero pagarlo con él-... Sólo estoy un poco tenso... nada más.

Trago saliva, mirando a un lado.

-Necesito desfogarme con algo... pero no sé con qué...

La puerta del sótano se abre. Ya no se oyen gritos. Emile sale, algo apoyada en Claire, aunque parece ser capaz de caminar por si misma.

No quiero verla... no ahora... no lo soportaría...

Me mantengo de espaldas, con la cabeza gacha, y apretando los labios... Raul puede ver lo mal que estoy y el motivo.

- ... pero los sirvientes colgamos un saco de boxeo en nuestras habitaciones... - dice abriendo una puerta que da a la cocina.

- Un segundo - va hasta una habitación, cogiendo unas tijeras de camino, y vuelve en medio minuto arrastrando el saco de boxeo.

Cojo el saco, y me lo pongo bajo el brazo.

-... Veré si se puede instalar en mi cuarto... Gracias Raul -se nota cierta amargura en mi voz, pero solo es la punta del iceberg de lo que en realidad siento.

Cojo y me lo llevo al hombro, y empiezo a subir las escaleras. No quiero ver a nadie. Una vez en mi cuarto, veo si puedo instalarlo.

Buscar la forma de colgarlo te distre durante quince minutos, hasta que el antiguo enganche de una pesada lámpara de araña demuestra ser lo bastante resistente como para soportar su peso.

Una vez consigo aferrarlo con fuerza al enganche de la lámpara, lo observo detenidamente... Tengo que deshacerme de todo el mal que llevo en mí, ver en el saco el origen de mi odio, para así golpearlo con convicción.

Me quito la chaqueta y la camisa abotonada, quedando en camiseta interior. Hacía bastante tiempo que no hacía esto. Desde que era humano, solo que en vez de rellenar los sacos de arena, metíamos dentro a algún soplón o endeudado que intentó reirse de "la familia", para que a la hora de sacarlo, si seguía vivo, recordase a quien no debía joder.

Empiezo a golpear el saco, sin hacer uso de mi fuerza sobrenatural. Golpeo cada vez que una pregunta pasa por mi cabeza, atormentándome.

¿Por qué debe ser así? Es una putada.

¿Por qué debe ser exclava? Solo quiero que sea feliz.

¿Por qué no puedo decir que la quiero? Es parte de mí.

¿No tengo derecho a tratarla como me de la gana? Lleva mi sangre.

Golpeo una y otra vez. Inconscientemente, estaba teniendo una reacción muy parecida a cuando Antón influyó en mí en aquella ocasión. En el saco veo como si fuese una hipnosis cada momento en que mi vida fue una tortura. Cuando tuve que robar para sobrevivir, cuando asesiné por primera vez sin inmutarme, cuando me abrazaron y tuve que matar a toda la familia, cuando me comporté como una bestia alservicio del sabbat y luego les mate a ellos, convirtiendome en un proscrito, y todo lo ocurrido hasta ahora.

Todo es sufrimiento y rabia.

Escuchas que llaman a la puerta, y luego la abren. Es Antón.

Ni siquiera me giro, sé que es él. Ahora mismo estoy centrado en lo que hago. Recuerdo los momentos en que apaleaba así a los sacos llenos de desgraciados, y notaba su sangre escurrirse en mis puños.

-... ¿Qué quieres, padre? -digo, sin detenerme.

- Curtis, mírame.

Doy un último puñetazo al saco, deteniendolo con una mano para que no volviese a darme. Después de estabilizarlo sin esfuerzo, respiro hondo como un mortal y expiro.

Entonces le miro.

- Sabes que no quiero que sufras, y que lo evito dentro de mis posibilidades, sé que no puedes entenderlo, pero hago esto por ti. Emile me importa, pero no tanto como a ti, si muriera no me derrumbaría. Pero contigo es distinto, si tu te derrumbas, yo me derrumbaré tambien, si prefieres verlo de forma egoista piensa que lo hago por mí, y siéntete libre de culpa. No quiero que me odies, pero menos aún quiero que sufras la pérdida de un ser tan querido, porque yo sé lo que es eso. Y tú también, quizás. Intenta entenderlo, tiene que ser así, por ahora, llegará un momento en el que las cosas cambien, y puedas darla la inmortalidad, o pueda dársela otro, y entonces podrás vivir como quieres con ella. Siempre te he dicho que eres impaciente, chiquillo, pero esta vez tu impaciencia tiene que ser domada, porque si no Emile morirá, y tú, o todo lo que aprecias de ti, morirá con ella. Tal vez no me entiendas, pero creeme, por favor, sé de lo que hablo. Deja que la de una oportunidad de salir indemne de esta situación. Sé que es un camino duro, pero es necesario.

Le miro, no sé cuanto tiempo después de terminar de que hablara. Mis palabras suenan duras, pero a la vez demuestran aceptación.

-... Te creo... y no te culpo... -digo, demostrando lo que me duele tener que aceptarlo-... Por eso no he hecho ninguna insensatez al salir del sótano.

Mi mirada está baja. Mis puños aprietan hasta que las articulaciones crujen.

-... Desde que bebí mi primera gota de sangre... No he vivido un solo segundo en paz... hasta que la conocí... He cometido... innumerables atrocidades, en nombre de algo que no pedí...

Aprieto los labios.

-... Si tiene que pasar por esto para vivir... no volveré a interponer mis sentimientos en su camino... pero del mismo modo que tú me necesitas para salvarte... la necesito a ella para salvarme yo.

Relajo los puños.

-Cada día que pasa... me pregunto si he destruido su vida al conocerla, y cada noche que despierto me siento más convencido de ello. Desde que me convirtieron... estoy condenado a destruir vidas.

- Ella estará bien, cuando encuentre su sitio. Y no tienes que dejar de amarla, pero si interrumpes el aprendizaje, no llegarás a tener la oportunidad de pasar con ella, ambos felices, el resto de la eternidad. Dile que la amas, eso es cierto, pero no cojas el papel del servicial, no la digas de deoiga mis órdenes. Confía en mí, si dije que no hiciera descansos, fue por algo, y cuando paraba unos segundos porque no podía más, yo lo ignoraba como si no me diese cuenta, no quiero hacerla sufrir, quiero que se de cuenta de que obedeciendo será como llegue a un estado mayor de felicidad, sé que suena a.... excusa barata, pero su situación no es habitual, debe encontrar su lugar, y una vez en él podrá encontrará felicidad a tu lado. La has devuelto la música, la has dado el amor, la has sanado y salvado de una muerte larga y terrible... la has dado mucho, pero el precio es pasar por esto, antes de ser feliz. - toma aire, dejando unos segundos para que medites - Han sido cinco latigazos, duelen, pero se sobrepondrá, y llegará un momento en que lo entenderá, y no le dolerá recordarlo. Ella te necesita a tu lado, y lo permitiré cuando empiece a aceptar las normas de este maldito juego. y tú debes estar allí para ella, por ella. Debes aguantar este trago, no es fácil para Emile, ni para ti, ni por tanto para mí, pero debemos aguantar. Sólo un poco más, Emile se adapta con rapidez.

... Tengo que ser fuerte... aguantarlo por ella.

Tras unos amargos segundos, asiento con la cabeza.

-... Tengo que entrenar... -digo, orientándome de nuevo al saco, despacio-... Si no mejoro... nada de lo que pase Emile importará si no puedo mantenerme vivo.

- ... De acuerdo... Si quieres... practicar tu velocidad... avísame.

No voy a perder el tiempo con sentimentalismos. Si Emile aprende, yo también, y el reloj no perdona ni a los inmortales.

-... Hagámoslo cuanto antes -digo, después de golpear el saco una vez más, antes de seguirle.

- La velocidad no sólo sirve para correr, también para luchar - te dice de camino, empezando la lección. Cuando llegáis hasta el salón, se para a la mitad -. Haz lo del otro día, siente lo mismo, concentrate, lleva la sangre a todo tu cuerpo, y luego intenta golpearme.

// Tira FV//

fv//

El miembro 'Curtis Miller' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'd10' : 1, 9, 9, 10, 3, 4, 1, 2