Analizando sospechosos - 11:00 - 31/12/09

Le abofeteo ligeramente, moviendole un poco la cara a los lados.

- ... aguanta hijo... ya queda muy poco... mantente despierto...- digo con tono paternal, no pierdo el tiempo preguntando cosas inútiles como si podrá curarlo o que posibilidades tiene... En parte, no quiero saber la respuesta, me aterra que no me guste... - ... aguanta conmigo... - digo agarrando su mano.

- ... Sueño... - murmura casi tan bajo que no le oyes, a penas reconoces su voz.

- ... no, aun no... aguanta un poco mas... luego podrás descansar lo que quieras... aguanta campeón, tu puedes...-

Sigo intentando mantenerlo en la semiconsciencia mientras toco su cara, intentando que se de cuenta de que es la realidad.

A los diez minutos de estar en el coche, sus ojos se quedan en blanco y sus párpados se cierran. El tipo conduce a mucha velocidad.

- Ya no aguanta, se ha dormido... *o algo peor*- evalúo su ritmo cardíaco y respiración para informar a mi acompañante. - ¿Que hago?- digo con cierta desesperacion, apretando un poco mas la mano de Paul y intentando llegar a él con mi voz.

- Dale sangre, no es lo mejor pero...

- Antes la rechazo... probare...-

Muerdo mi muñeca y la acerco a su boca para que la sangre gotee en ella.

- ... bebe hijo... es la única manera...-

Con la otra mano sigo agarrando su mano.

En cuanto la gota toca su lengua notas un rechazo antinatural a ella, es como si le diese una arcada, aún inconsciente.

- Nada... tienes que hacer algo... la rechaza, y de una forma bastante violenta...-

¿Quizas le hemos concienciado mucho a que no beba nunca nuestra sangre?

- Puedo conducir yo... seras mas útil aquí atrás que yo... -

Digo, aunque mientras me contesta hablo en voz baja con Paul, esperando que me escuche en su inconsciencia, que aguante, que luche...

- Ya hemos llegado - dice con un último derrape. Se baja y coge al niño, asegurándose de que no hay nadie en la calle, lo lleva en brazos hasta una casa baja.

Una vez dentro, atraviesa un nada cuidado pasillo hasta una, por contra, perfectamente adaptada estancia que da la impresión de ser un quirófano, y tiene ese olor a desinfectante de hospital.

Deja al niño sobre la camilla metálica y le sacude bruscamente por los hombros.

- ¡Eh! ¡Despierta, niño!

Lo sigo, intranquilo, agobiado y bastante desesperado. Cuando pasamos por el pasillo no espero encontrarme nada bueno, pero la sala de quirofano me sorprende. Una vez lo deja en la camilla vuelvo a agarrar la mano de Paul.

-... despierta hijo... - repito varias veces.

Ni su zarandeo ni tus palabras le despiertan, entonces te das cuenta de que ya no respira.

- Joder, ¡haz algo! ¡salvalo! - digo con amplificada desesperación. Lo teníamos ahí, casi consciente, pero esta muy mal... Compruebo su pulso, tendrá que intervenir... Joder, él es el que sabe... Sino hace nada procedo con el boca a boca.

Él se retira y a los pocos segundos, cuando a penas has insuflado el aire, te indica:

- Aparta.

Llega con las palas en la mano, y le da una descarga con el desfibrilador, luego comprueba el pulso, hace un masaje, y vuelve a descargar. Insufla aire con un aparato manual apropiado, y entonces el niño mueve la cabeza de pronto, tomando aire por su cuenta.

La esperanza crece de repente dentro de mi, al ver a Paul respirando de nuevo.

- ¿Y eso que decías que tenia en el pulmón? -

Pregunto, casi como metiendo prisa...

- Hijo, sigo aquí contigo...- digo agarrándole la mano.

- Aún lo tiene, respira por el otro. Tengo que examinarle, es mejor que salga.

- Prefiero quedarme... le dejare espacio si hace falta...- digo dispuesto a separarme de Paul una distancia para que él pueda trabajar sin estorbos si así me lo pide, pero sin pensar salir.

- Bueno, pues echate atrás - gruñe - cuando te separas ves que tiene algo metálico en la mano, que introduce por la boca de Paul, el cual tras unos segundos sufre espasmo, mientras el ¿doctor? urga en su interior.

De momento ese hombre ha actuado bien en su labor, no se si tendrá titulo o no, pero sabe lo que hace. Ello me logra contener el nerviosismo y la preocupación que me supone verle actuar así sobre él, con esa cosa metálica y provocando esos espasmos... Me temo que ahora solo puedo mirar y esperar...

Le suejeta con fuerza, probablemente le hace daño, pero al final consigue sacar lo que quería. Ves un plástico mojado entre las pinzas metálicas.

- Ahora sí, niñito...

Casi sufro su mismo daño, pero debo aguantar, junto a él. Cuando parece que ya ha acabado me acerco y lo agarro de la mano.

- ¿hijo?... - después de todo lo que he pasado esta noche, es lo único que consigo decir.

- No te va a contestar, no está consciente - dice cogiendo unas mantas elenctricas que conecta junto a una cama, donde lleva al niño - Si no despierta y recupera las constantes en un par de horas, avíseme.

- Entendido- digo mirando la hora.

Y allí me quedo, con su mano agarrada, esperando. Observando cualquier movimiento del pequeño, como si en cualquiera de ellos fuera a despertar.

Son las 4 de la mañana. Cuando pasan dos horas, a penas falta tiempo para el amanecer. El niño no despierta, y tu ya empiezas a sentir que un hormigueo te recorre el cuerpo por la acercanía del alba.

Hago acopio de mis fuerzas para aguantar el sopor de la madrugada, dirigiéndome hacia donde se ha ido el "medico".

- Ya han pasado dos horas y nada- digo en un tono bastante elevado, esperando que me escuche este donde este.