George Brassens 25/12/09

Nunca me ha gustado el caviar, aunque por supuesto nunca he podido decirlo, los pijos prepotentes no entenderían que es asqueroso (por muy caro que sea).
-¿Así que caviar? Y de las farmaceuticas ¿qué puedes decirme?, ¿qué están investigando?; y ¿qué sabes del mercado automovilístico? Pero lo más importante, ¿de dónde es el caviar?, ¿armenio, ruso, de alguna de las ex-repúblicas soviéticas?
Hace bien su trabajo, por regla general, pero lo noto como desanimado
¿Te pasa algo?, te veo algo triste.

Al principio siento indiferencia, hasta pena por la debilidad del muchacho, que necesita la aprobación de alguien superior. Me paro a reflexionar. ¡Mierda!, ese imbécil puede echar por tierra todo lo que he conseguido y lo que estoy consiguiendo. Mis planes, mis empresas, mi dinero. Sé perfectamente que si le doy una orden a su padre la cumplirá, pero el amor por un hijo... Puede debilitar cualquier vínculo momentaneamente. Tengo que saber con quién se ve ese gilipollas. Intento parecer lo más despreocupado posible.
-¡No te preocupes por eso!, puede que hasta conozca al tipo. Dime, ¿sabes por dónde suele andar tu hijo?, o ¿el nombre de su amo? Si hablo con él le haré saber que aunque tu hijo es su "amigo", tengo responsabilidades contigo, y jamás le pasará nada malo. ¡Incluso puede lleguemos a trabajar juntos, el "amigo" de tu hijo y yo! No sufras por ello. Creí que me ibas a decir que había tenido problemas con la policía o con alguna banda ribal, o yo que sé. Me habías preocupado innecesariamente...
Dejo la frase inconclusa a modo paternal. Espero que sepa algo del cabrón que lo tiene, porque no me apetece lo más mínimo patearme París buscando a ese hijo de puta. Y mucho menos tener una pelea con alguien a quien no conozco y que no sé quién tiene detrás.