La ciudad de las luces.
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La ciudad de las luces.
¡Estás loco! Todos los fines de semana lo mismo: humanos sudorosos emborrachados con alcohol del malo. Bueno, si quieres subir un poco de nivel, te invitaremos a una de nuestras fiestas. Per hablemos claro: se trata de un club privado, MUY PRIVADO, donde organizamos fiestas inolvidables. Desde luego... sólo a ti se te podía ocurrir alimentarse con semejante falta de gracia y estilo. En fin, la juventud... ya se sabe... - Feu Nadine, Neonata Toreador.
La primera cosa que debe hacer un vampiro al llegar a París es presentarse ante la Gran Corte, bajo pena de ser considerado un Caitiff o un Anarquista y tratado como tal.
Cada noche a partir de las doce -porque se supone que todo el mundo debe alimentarse antes de llegar- el Louvre se anima con una representación artística cotidiana. El público vampírico no siempre es el mismo y, en general, siempre hay presentes Primogénitos, Burgomaestres y Arpías.
Las pequeñas festividades sólo proporcionan una visión parical e imperfecta de los vampiros que frecuentan el Louvre, que se reúnen en dos o tres salones diferentes, en los que se realizan distintos espectáculos e interpretaciones artísticas. Sólo los vampiros con suficiente prestigio y posición pueden acudir a las reuniones de la Gran Corte y de su entorno, lo que se conoce como ' las Grandes Fiestas'.
En teoría, la gran mayoría de los vampiros de frecuentan el Louvre se reúnen una vez por semana, generalmente los Lunes, para las 'Recepciones del Príncipe' que, aunque reciban este nombre, no significan necesariamente que el Prícipe esté presente. De hecho, en ocasiones Françoise Villon se ausenta de estas reuniones durante varios meses, para desilusión de los Toreador. La Hegemonía de los Toreador ha hecho de la Camarilla lo que es hoy en día, una monarquía férrea, que ha visto su eco en toda Francia, con su máxima expresión en el Príncipe. De hecho, no hay más Príncipes en toda Francia, pues son Marqueses cuya obediencia y sumisión a cambio de cierta 'independecia' y dominios está dirigida hacia Villon.
Retornando al tema del Louvre, son raros los vampiros que rechazan una invitación a ese evento semanal. Nadie tiene la necesidad de estar presente, pero estas reuniones son muy útiles para estar al corriente de todo lo que se cuece en la capital. Se considera de mal gusto hablar de acontecimientos o conversaciones que han tenido lugar dentro del Louvre.
Durante las recepciones, los salones se encuentran abiertos y todo el mundo puede pasar de uno a otro según su gusto, independientemente de su popularidad y posición entre los vampiros presentes, lo que puede llevar a que sea recibido con entusiasmo, ignorado o, incluso, despreciado burlescamente. Sin embargo, el principio de mantener la libre circulación entre los distintos salones es sagrado, para otorgar cierta unidad a la Recepción: los grupos no deben permanecer aislados.
En todas las reuniones de la Gran Corte, las Arpías ejercen una influencia capital, estableciendo el lugar de todos los vampiros, mediante pequeñas réplicas, críticas o elogios adecuadamente situados, que pueden alterar la posición de un vampiro durante décadas. La cosa cambia cuando el Príncipe está presente, al ser objeto de todas las atenciones, otorga a las Arpías un papel más protocolario.
Desde el punto de vista del comportamiento, todos los vampirios que frecuentan la Gran Corte pueden ser considerados Arpías en cierta forma, y muy pocos pueden ignorar esta cacería social.
Dadme un minuto para esconder mi cara con mis palabras, y podré seducir a la reina de Francia. -Voltaire.
Frecuentar la Gran Corte es un medio necesario para hacerse conocer y respetar. Quien no admite esta situación, a menudo, es excluido de la sociedad vampírica parisina. Quienes ignoran las tramas que allí se tejen o los planes que involucran a la sociedad mortal, pueden terminar en situaciones muy delicadas si llegan a tropezar por azar o ignorancia con los planes de un vampiro de la Corte. Se considera una falta de tacto que podría significar no sólo una pérdida de posición y presitigio en medio de la política de favores y prestaciones, sino también el exilio o incluso una Caza de Sangre. Por otro lado, la Gran Corte ofrece oportunidades de poder, desde dos perspectivas.
Por una parte el conocimiento de las zonas de influencias humanas y territoriales permite la prosperidad de los dominios personales. Por otra parte, el hecho de adquirir cierto prestigio gracias a talentos reales o ficticios permite a menudo disfrutar del favor del Príncipe... y naturalmente, obtener determinadas posiciones llenas de poder y responsabilidades.
De este modo, la Gran Corte se organiza mediante continuas transacciones y alianzas que se forjan en pasillos y corredores fluctuando a través de los cotilleos y rumores. Los servicioes prestados exigen siempre una contrapartida y las amistades vampíricas se pierden en medio de un embrollo de intereses sucesivamente respectivos, comunes o contradictorios.
Y bajo este disfraz de carnaval, el corazón de un viejo muchacho que está esperando para darse por completo. Pero ¿cómo ser reconocido bajo esta máscara? Esto es lo que llaman una estupenda carrera. -Jean Anouilh, El vals de los Toreador.
Una de las particularidades del mundo vampírico de la Ciudad de las Luces es la distinción que el Príncipe creó desde su ascenso al poder entre los grupos oficiosos de vampiros y los grupos oficiales creados con su permiso, cuya función inicial era contener las conspiraciones políticas que podían sobrepasar los límites. Actualmente, a todo vampiro que afirme hablar en nombre de un grupo se le exige que revele a quién está representando.
Los salones han evolucionado desde su propósito inicial para convertirse en una institución que el Príncipe sólo controla superficialmente, lo que no significa que sean libres de tentar su cólera.
Una cuadrilla puede convertirse en salón solicitando su oficialidad ante el Príncipe de París. Este es una de las raras excepciones de la vida política parisina que no puede ser desempeñada por un Burgomaestre ni por un Senescal, pues Françoise Villon considera que si todos los miembros de una cuadrilla no son capaces de tratar con el Príncipe, no se merecen el honor que demandan.
El respeto que recibe un salón puede variar enormemente, dependiendo de las acciones de sus miembros, por lo que la decisión de admitir a un nuevo vampiro siempre es reflexionada con mucho cuidado. La invitación o propuesta para ser admitidio como miembro, suele ser una señal de haber mostrado aptitudes políticas y deseos de participar en la Gran Corte y, de este modo, si un joven Cainita destaca especialmente en la Corte puede encontrarse en medio de una aunténtica guerra social entre salones.
Los salones reunen a los vampiros en función de gustos y aspiraciones políticas y también ofrecen, superficialmente, una idea de las distintas tendencias vampíricas de París, y poco a poco se han convertido en lugares de reclutamiento para los vampiros que aspiran a participar en la Gran Corte.
Cada vampiro puede llevar a la Gran Corte a sus servidores en la medida en que sean presentables y útiles para la preparación de las reuniones. Algunos ghouls del primogénito Toreador, del Preboste y de Françoise Villon permanecen permanentemente en el Louvre para asegurar la intendencia, la gestión, el servicio y la vigilancia. Algunos de estos servidores son bastantes viejos y poderosos.
¡Jamás debiste haber ido allí! Te dije que con los poderes que son... no se juega, no tenías oportunidad de vencer, joven tonto, despreciable marioneta. ¿Cómo se te ocurrió pensar por un solo momento que ibas a ganar? La desaparición de tus compañeros me entristece, tenían los ojos más grandes que los colmillos. En fin, olvidaré este incidente, pero me temo que voy a tener que tomar medida muy radicales en ese mismo aspecto por lo que a ti se refiere. No se trata de nada personal... - Jehová, Primogénito Nosferatu.
Evidentemente, el Palacio del Louvre forma parte del Elíseo que se prolonga abarcando también el jardín del Carrousel. Es el Elíseo más importante y seguro de París.
En ocasiones otros lugares específicos son declarados Elíseos, como algunos hoteles nocturnos que son frecuentados por los no-muertos, pero suelen ser raros y temporales. También existen otros lugares que aunque no hayan sido declarados como Elíseos se los considera como tales por respeto a las Tradiciones y el protocolo, pero, en general, las normas son bastantes laxas hasta que alguien pueda aportar evidencias de que se ha producido una transgresión.
En el resto de lugares, los vampiros son relativamente libres de utilizar sus poderes a voluntad. Aunque, en general, se tiende a confiar en la responsabilidad personal.
A lo largo de los siglos, la comunidad vampírica parisina ha refinado toda una serie de ritos, que bajo lacubierta de buenas maneras, sirven para diferenciar a las recién llegados de los vampiros integrados en la comunidad. Cabe decir que todos estos usos son bien conocidos por los vampiros de la Gran Corte, y su incumplimiento puede llevar a un descenso de posición y prestigio:
- Se considera impropio preguntar a alguien sobre su clan o generación. Después de todo, si el vampiro en cuestión deseara que entrases en su intimidad, te lo habría hecho saber. Obtener esa información a través de un tercero o conseguir que la persona la revele por sí misma se considera correcto. Todo vale mientras no se obligue al vampiro a responder. Incluso el Prícipe está sometido a esta norma y jamás pregunta a un recíen llegado estos detalles.
- Todo discurso está permitido mientras se haga con estilo. Incluso está permitido enfrentarse verbalmente al Príncipe, si se hace con el debido respeto, porque posiblemente provocará una réplica adecuada que puede beneficiar al interpelado. Sin embargo, esta regla está sometida a ciertas excepciones flexibles, sobre todo lo que respecta a determinados temas particularmente importantes (com la presencia de vampiros del Sabbat en París, el humor de Villon o sus deseos). La mayoría de vampiro sensatos evitan enfrentarse con el Príncipe, pero todo los demás son considerados presas 'aceptables'. Es inútil esperar ayuda de aliados o amigos parisiones cuando uno se encuentra en el lado equivocado de una crítica particularmente mordaz, pues nada excita más a los vampiros de París que un linchamiento social. Algunos neonatos se han convertido en Arpías de la noche a la mañana para desaparecer misteriosamente una noche después (aceptar las reglas del juego no significa necesariamente que el adversario disponga de sentido del humor).
- Todos lo vampiro de París pertenecen a la Camarilla; incluso si un vampiro presencia actividades del Sabbat en la ciudad, sólo hablará sobre ellos refiriéndose con el término 'renegados de la Camarilla'.
- Durante las grandes Recepciones del Louvre se exige cierto protocolo y se debe observar cierto respeto con los vampiros más antiguos que uno mismo. Ningún antiguo aprovechará estas ocaciones para acosar y atacar a los vampiros jovenes, ya que corre el riesgo de ser atacado posteriormente en el exterior y de nada sirve burlarse toda la noche de un vampiro de 10º generación para descubrir posteriormente que dispone de un gran poder político, y se deja humillar para, más adelante, exigir compensaciones.
Más allá del Louvre, el comportamiento de los vampiro de la Gran Corte es bastante similar: cada uno ejerce sobre la ciudad su autoridad y su influencia a través de su poder, dejando pasar los años. Esta actitud también se refleja en la elección de recipientes. A la mayoría les gusta alimentarse mediate 'seducciones vampíricas' en los numerosos clubs de la capital francesa y tienden a elegir recipientes jóvenes y hermosos. Igualmente, los vampiros de la Gran Corte suelen tener un círculo personal.
Todas estas actividades de la élite vampírica han hecho que se considere de mal gusto alimentarse en las calles, incluso dentro de un dominio propio, pues un verdadero vampiro del Louvre deja estos modos 'vulgares' a los neonatos, los Nosferatu, Caitiff, Anarquistas y otros marginados de la alta sociedad de los vampiros.
¿De verdad se creen que este territorio les pertenece? Pues no, sinceramente si esos señores asoman por aquí sus obesos culos se la juegan, desde el más pequeño lacayo hasta el Príncipe. En serio, si alguno de los antiguos o sus servidores se asoman por aquí van a tener que retirar sus colmillos del muro... -Kragg, Anarquista Brujah.
Este término designa a los vampiros que han sido rechazados por la Gran Corte o se han excluido ellos mismos. Su presencia en la política vampírica a menudo es irrisoria, aunque no siempre es así.
Para algunos vampiros la no-vida en París puede ser dificultada por la sospecha continua de estar asociado con los Anarquistas.
Aunque los límites entre los vampiros de París y los preiféricos permanecen cerrados, exite cierto intercambio, pues algunos vampiros del Louvre de vez en cuando necesitan la necesidad de aislarse del opresivo ambiente de las luchas políticas de la Gran Corte
¡Anarquía! ¡Anarquía! ¡Muéstrame un mal mayor! Ésta es la razón por la que se tambalean las ciudades y los palacioes se vienen abajo. ¡Esto es lo que dispersa a los ejércitos! -Sófocles, Edipo Rey.
Algunos vampiros jamás está presentes en la Corte. Y de hecho, muchos de ellos únicamente desearían entrar en el Eluvre para destrozarlo. Son los Anarquistas. Los Anarcas se organizan en grupos independientes que se reunen, relacionan y, a menudo, se pelean en guerras territoriales. A partir de esta base, los grupos más violentos y manipuladores tratan de conquistar otras ciudades que se convierten en satélites que gravitan en torno a la base central.
De la noche a la mañana un grupo anarquista puede encontrarse sin territorio, desalojado por una facción enemiga o por un Arconte. En general, las 'bandas nómadas' se exponen a una destrucción rápida y total, por lo que eligen esconderse en un agujero o una estación abandonada, lejos de toda influencia vampírica, a menos que decidan lanzar un último y desesperado ataque sobre París. El paisaje urbano permite a los Anarquistas ser numerosos y gozar de un poder considerable.
Junto a los Anarquistas, existen otras facciones paralelas que creen que pueden aprovecharse de ellos como por ejemplo el Duque. También merece la pena mencionar a los Brujah iconoclastas neonazis, partidarios del Primogénito Ventrue, o los Brujah idealistas que quieren utilizar a los jóvenes Anarquistas para conseguir ideas dudosas.
Algunas zonas de París, sobre todo en la periferia, se han convertido en el refugio de los Anarquistas que no sólamente han prosperado, sino que las han convertido en bases de poder respetable. Aunque la periferia es un lugar donde las leyes de la Mascarada son bastante flexibles y permiten a los vampiros de la Camarilla entretenerse sin las restricciones de la ciudad, la presencia de los Anarquistas la ha convertido en un lugar que puede ser potencialmente peligroso en algunas zonas. Se rumorea que un vampiro de identidad desconocida al que se le apoda el Djinn está intentando unificar a todas las bandas anarquistas de los alrededores de París. Actualmente, existen unas siete bandas conocidas, cuyas relaciones fluctuan de las buenas relaciones a la guerra abierta.
¡Hostia! ¿Has visto con qué facilidad se le ha salido el brazo a ese tío? ¡Si casi no le he tocado! Estas putas bolsas de zumo me ponene enfermo. -Cita del Brujah Antitribu.
Oficialmente no existe ningún vampiro del Sabbat en París, un hecho defendido por la Camarilla parisina y la mentalidad subyacente, que ha llevado a convertir la mala fe en una forma de arte. En teoría los vampiros del Sabbat no existen en la capital francesa, y en todo intento de extender el terror o realizar actos de propaganda de la Mano Negra se deben a renegados de la Camarilla, o como mucho a los Anarquistas, y lo infractores será tratados como tal, incluso en presencia de evidencias innegables que presentan al culpable como un miembro de la Secta enemiga. En última instancia el resultado es el mismo: la muerte de vampiro problemáticos. Aunque en realidad muy poco vampiro aceptan esta negación, aunque es necesario admitir (sobre todo, para vampiros que se consideran tan civilizados) que el impacto psicológico producido por el temor de un potencial ataque del Sabbat es mucho más débil que en otras ciudades. Después de todo, un enemigo que es negado o que no existe despierta mucho menos miedo aunque se encuentre incluso dentro de casa.
La primera cosa que debe hacer un vampiro al llegar a París es presentarse ante la Gran Corte, bajo pena de ser considerado un Caitiff o un Anarquista y tratado como tal.
Cada noche a partir de las doce -porque se supone que todo el mundo debe alimentarse antes de llegar- el Louvre se anima con una representación artística cotidiana. El público vampírico no siempre es el mismo y, en general, siempre hay presentes Primogénitos, Burgomaestres y Arpías.
Las pequeñas festividades sólo proporcionan una visión parical e imperfecta de los vampiros que frecuentan el Louvre, que se reúnen en dos o tres salones diferentes, en los que se realizan distintos espectáculos e interpretaciones artísticas. Sólo los vampiros con suficiente prestigio y posición pueden acudir a las reuniones de la Gran Corte y de su entorno, lo que se conoce como ' las Grandes Fiestas'.
En teoría, la gran mayoría de los vampiros de frecuentan el Louvre se reúnen una vez por semana, generalmente los Lunes, para las 'Recepciones del Príncipe' que, aunque reciban este nombre, no significan necesariamente que el Prícipe esté presente. De hecho, en ocasiones Françoise Villon se ausenta de estas reuniones durante varios meses, para desilusión de los Toreador. La Hegemonía de los Toreador ha hecho de la Camarilla lo que es hoy en día, una monarquía férrea, que ha visto su eco en toda Francia, con su máxima expresión en el Príncipe. De hecho, no hay más Príncipes en toda Francia, pues son Marqueses cuya obediencia y sumisión a cambio de cierta 'independecia' y dominios está dirigida hacia Villon.
Retornando al tema del Louvre, son raros los vampiros que rechazan una invitación a ese evento semanal. Nadie tiene la necesidad de estar presente, pero estas reuniones son muy útiles para estar al corriente de todo lo que se cuece en la capital. Se considera de mal gusto hablar de acontecimientos o conversaciones que han tenido lugar dentro del Louvre.
Durante las recepciones, los salones se encuentran abiertos y todo el mundo puede pasar de uno a otro según su gusto, independientemente de su popularidad y posición entre los vampiros presentes, lo que puede llevar a que sea recibido con entusiasmo, ignorado o, incluso, despreciado burlescamente. Sin embargo, el principio de mantener la libre circulación entre los distintos salones es sagrado, para otorgar cierta unidad a la Recepción: los grupos no deben permanecer aislados.
En todas las reuniones de la Gran Corte, las Arpías ejercen una influencia capital, estableciendo el lugar de todos los vampiros, mediante pequeñas réplicas, críticas o elogios adecuadamente situados, que pueden alterar la posición de un vampiro durante décadas. La cosa cambia cuando el Príncipe está presente, al ser objeto de todas las atenciones, otorga a las Arpías un papel más protocolario.
Desde el punto de vista del comportamiento, todos los vampirios que frecuentan la Gran Corte pueden ser considerados Arpías en cierta forma, y muy pocos pueden ignorar esta cacería social.
Dadme un minuto para esconder mi cara con mis palabras, y podré seducir a la reina de Francia. -Voltaire.
Frecuentar la Gran Corte es un medio necesario para hacerse conocer y respetar. Quien no admite esta situación, a menudo, es excluido de la sociedad vampírica parisina. Quienes ignoran las tramas que allí se tejen o los planes que involucran a la sociedad mortal, pueden terminar en situaciones muy delicadas si llegan a tropezar por azar o ignorancia con los planes de un vampiro de la Corte. Se considera una falta de tacto que podría significar no sólo una pérdida de posición y presitigio en medio de la política de favores y prestaciones, sino también el exilio o incluso una Caza de Sangre. Por otro lado, la Gran Corte ofrece oportunidades de poder, desde dos perspectivas.
Por una parte el conocimiento de las zonas de influencias humanas y territoriales permite la prosperidad de los dominios personales. Por otra parte, el hecho de adquirir cierto prestigio gracias a talentos reales o ficticios permite a menudo disfrutar del favor del Príncipe... y naturalmente, obtener determinadas posiciones llenas de poder y responsabilidades.
De este modo, la Gran Corte se organiza mediante continuas transacciones y alianzas que se forjan en pasillos y corredores fluctuando a través de los cotilleos y rumores. Los servicioes prestados exigen siempre una contrapartida y las amistades vampíricas se pierden en medio de un embrollo de intereses sucesivamente respectivos, comunes o contradictorios.
Y bajo este disfraz de carnaval, el corazón de un viejo muchacho que está esperando para darse por completo. Pero ¿cómo ser reconocido bajo esta máscara? Esto es lo que llaman una estupenda carrera. -Jean Anouilh, El vals de los Toreador.
Una de las particularidades del mundo vampírico de la Ciudad de las Luces es la distinción que el Príncipe creó desde su ascenso al poder entre los grupos oficiosos de vampiros y los grupos oficiales creados con su permiso, cuya función inicial era contener las conspiraciones políticas que podían sobrepasar los límites. Actualmente, a todo vampiro que afirme hablar en nombre de un grupo se le exige que revele a quién está representando.
Los salones han evolucionado desde su propósito inicial para convertirse en una institución que el Príncipe sólo controla superficialmente, lo que no significa que sean libres de tentar su cólera.
Una cuadrilla puede convertirse en salón solicitando su oficialidad ante el Príncipe de París. Este es una de las raras excepciones de la vida política parisina que no puede ser desempeñada por un Burgomaestre ni por un Senescal, pues Françoise Villon considera que si todos los miembros de una cuadrilla no son capaces de tratar con el Príncipe, no se merecen el honor que demandan.
El respeto que recibe un salón puede variar enormemente, dependiendo de las acciones de sus miembros, por lo que la decisión de admitir a un nuevo vampiro siempre es reflexionada con mucho cuidado. La invitación o propuesta para ser admitidio como miembro, suele ser una señal de haber mostrado aptitudes políticas y deseos de participar en la Gran Corte y, de este modo, si un joven Cainita destaca especialmente en la Corte puede encontrarse en medio de una aunténtica guerra social entre salones.
Los salones reunen a los vampiros en función de gustos y aspiraciones políticas y también ofrecen, superficialmente, una idea de las distintas tendencias vampíricas de París, y poco a poco se han convertido en lugares de reclutamiento para los vampiros que aspiran a participar en la Gran Corte.
Cada vampiro puede llevar a la Gran Corte a sus servidores en la medida en que sean presentables y útiles para la preparación de las reuniones. Algunos ghouls del primogénito Toreador, del Preboste y de Françoise Villon permanecen permanentemente en el Louvre para asegurar la intendencia, la gestión, el servicio y la vigilancia. Algunos de estos servidores son bastantes viejos y poderosos.
¡Jamás debiste haber ido allí! Te dije que con los poderes que son... no se juega, no tenías oportunidad de vencer, joven tonto, despreciable marioneta. ¿Cómo se te ocurrió pensar por un solo momento que ibas a ganar? La desaparición de tus compañeros me entristece, tenían los ojos más grandes que los colmillos. En fin, olvidaré este incidente, pero me temo que voy a tener que tomar medida muy radicales en ese mismo aspecto por lo que a ti se refiere. No se trata de nada personal... - Jehová, Primogénito Nosferatu.
Evidentemente, el Palacio del Louvre forma parte del Elíseo que se prolonga abarcando también el jardín del Carrousel. Es el Elíseo más importante y seguro de París.
En ocasiones otros lugares específicos son declarados Elíseos, como algunos hoteles nocturnos que son frecuentados por los no-muertos, pero suelen ser raros y temporales. También existen otros lugares que aunque no hayan sido declarados como Elíseos se los considera como tales por respeto a las Tradiciones y el protocolo, pero, en general, las normas son bastantes laxas hasta que alguien pueda aportar evidencias de que se ha producido una transgresión.
En el resto de lugares, los vampiros son relativamente libres de utilizar sus poderes a voluntad. Aunque, en general, se tiende a confiar en la responsabilidad personal.
A lo largo de los siglos, la comunidad vampírica parisina ha refinado toda una serie de ritos, que bajo lacubierta de buenas maneras, sirven para diferenciar a las recién llegados de los vampiros integrados en la comunidad. Cabe decir que todos estos usos son bien conocidos por los vampiros de la Gran Corte, y su incumplimiento puede llevar a un descenso de posición y prestigio:
- Se considera impropio preguntar a alguien sobre su clan o generación. Después de todo, si el vampiro en cuestión deseara que entrases en su intimidad, te lo habría hecho saber. Obtener esa información a través de un tercero o conseguir que la persona la revele por sí misma se considera correcto. Todo vale mientras no se obligue al vampiro a responder. Incluso el Prícipe está sometido a esta norma y jamás pregunta a un recíen llegado estos detalles.
- Todo discurso está permitido mientras se haga con estilo. Incluso está permitido enfrentarse verbalmente al Príncipe, si se hace con el debido respeto, porque posiblemente provocará una réplica adecuada que puede beneficiar al interpelado. Sin embargo, esta regla está sometida a ciertas excepciones flexibles, sobre todo lo que respecta a determinados temas particularmente importantes (com la presencia de vampiros del Sabbat en París, el humor de Villon o sus deseos). La mayoría de vampiro sensatos evitan enfrentarse con el Príncipe, pero todo los demás son considerados presas 'aceptables'. Es inútil esperar ayuda de aliados o amigos parisiones cuando uno se encuentra en el lado equivocado de una crítica particularmente mordaz, pues nada excita más a los vampiros de París que un linchamiento social. Algunos neonatos se han convertido en Arpías de la noche a la mañana para desaparecer misteriosamente una noche después (aceptar las reglas del juego no significa necesariamente que el adversario disponga de sentido del humor).
- Todos lo vampiro de París pertenecen a la Camarilla; incluso si un vampiro presencia actividades del Sabbat en la ciudad, sólo hablará sobre ellos refiriéndose con el término 'renegados de la Camarilla'.
- Durante las grandes Recepciones del Louvre se exige cierto protocolo y se debe observar cierto respeto con los vampiros más antiguos que uno mismo. Ningún antiguo aprovechará estas ocaciones para acosar y atacar a los vampiros jovenes, ya que corre el riesgo de ser atacado posteriormente en el exterior y de nada sirve burlarse toda la noche de un vampiro de 10º generación para descubrir posteriormente que dispone de un gran poder político, y se deja humillar para, más adelante, exigir compensaciones.
Más allá del Louvre, el comportamiento de los vampiro de la Gran Corte es bastante similar: cada uno ejerce sobre la ciudad su autoridad y su influencia a través de su poder, dejando pasar los años. Esta actitud también se refleja en la elección de recipientes. A la mayoría les gusta alimentarse mediate 'seducciones vampíricas' en los numerosos clubs de la capital francesa y tienden a elegir recipientes jóvenes y hermosos. Igualmente, los vampiros de la Gran Corte suelen tener un círculo personal.
Todas estas actividades de la élite vampírica han hecho que se considere de mal gusto alimentarse en las calles, incluso dentro de un dominio propio, pues un verdadero vampiro del Louvre deja estos modos 'vulgares' a los neonatos, los Nosferatu, Caitiff, Anarquistas y otros marginados de la alta sociedad de los vampiros.
¿De verdad se creen que este territorio les pertenece? Pues no, sinceramente si esos señores asoman por aquí sus obesos culos se la juegan, desde el más pequeño lacayo hasta el Príncipe. En serio, si alguno de los antiguos o sus servidores se asoman por aquí van a tener que retirar sus colmillos del muro... -Kragg, Anarquista Brujah.
Este término designa a los vampiros que han sido rechazados por la Gran Corte o se han excluido ellos mismos. Su presencia en la política vampírica a menudo es irrisoria, aunque no siempre es así.
Para algunos vampiros la no-vida en París puede ser dificultada por la sospecha continua de estar asociado con los Anarquistas.
Aunque los límites entre los vampiros de París y los preiféricos permanecen cerrados, exite cierto intercambio, pues algunos vampiros del Louvre de vez en cuando necesitan la necesidad de aislarse del opresivo ambiente de las luchas políticas de la Gran Corte
¡Anarquía! ¡Anarquía! ¡Muéstrame un mal mayor! Ésta es la razón por la que se tambalean las ciudades y los palacioes se vienen abajo. ¡Esto es lo que dispersa a los ejércitos! -Sófocles, Edipo Rey.
Algunos vampiros jamás está presentes en la Corte. Y de hecho, muchos de ellos únicamente desearían entrar en el Eluvre para destrozarlo. Son los Anarquistas. Los Anarcas se organizan en grupos independientes que se reunen, relacionan y, a menudo, se pelean en guerras territoriales. A partir de esta base, los grupos más violentos y manipuladores tratan de conquistar otras ciudades que se convierten en satélites que gravitan en torno a la base central.
De la noche a la mañana un grupo anarquista puede encontrarse sin territorio, desalojado por una facción enemiga o por un Arconte. En general, las 'bandas nómadas' se exponen a una destrucción rápida y total, por lo que eligen esconderse en un agujero o una estación abandonada, lejos de toda influencia vampírica, a menos que decidan lanzar un último y desesperado ataque sobre París. El paisaje urbano permite a los Anarquistas ser numerosos y gozar de un poder considerable.
Junto a los Anarquistas, existen otras facciones paralelas que creen que pueden aprovecharse de ellos como por ejemplo el Duque. También merece la pena mencionar a los Brujah iconoclastas neonazis, partidarios del Primogénito Ventrue, o los Brujah idealistas que quieren utilizar a los jóvenes Anarquistas para conseguir ideas dudosas.
Algunas zonas de París, sobre todo en la periferia, se han convertido en el refugio de los Anarquistas que no sólamente han prosperado, sino que las han convertido en bases de poder respetable. Aunque la periferia es un lugar donde las leyes de la Mascarada son bastante flexibles y permiten a los vampiros de la Camarilla entretenerse sin las restricciones de la ciudad, la presencia de los Anarquistas la ha convertido en un lugar que puede ser potencialmente peligroso en algunas zonas. Se rumorea que un vampiro de identidad desconocida al que se le apoda el Djinn está intentando unificar a todas las bandas anarquistas de los alrededores de París. Actualmente, existen unas siete bandas conocidas, cuyas relaciones fluctuan de las buenas relaciones a la guerra abierta.
¡Hostia! ¿Has visto con qué facilidad se le ha salido el brazo a ese tío? ¡Si casi no le he tocado! Estas putas bolsas de zumo me ponene enfermo. -Cita del Brujah Antitribu.
Oficialmente no existe ningún vampiro del Sabbat en París, un hecho defendido por la Camarilla parisina y la mentalidad subyacente, que ha llevado a convertir la mala fe en una forma de arte. En teoría los vampiros del Sabbat no existen en la capital francesa, y en todo intento de extender el terror o realizar actos de propaganda de la Mano Negra se deben a renegados de la Camarilla, o como mucho a los Anarquistas, y lo infractores será tratados como tal, incluso en presencia de evidencias innegables que presentan al culpable como un miembro de la Secta enemiga. En última instancia el resultado es el mismo: la muerte de vampiro problemáticos. Aunque en realidad muy poco vampiro aceptan esta negación, aunque es necesario admitir (sobre todo, para vampiros que se consideran tan civilizados) que el impacto psicológico producido por el temor de un potencial ataque del Sabbat es mucho más débil que en otras ciudades. Después de todo, un enemigo que es negado o que no existe despierta mucho menos miedo aunque se encuentre incluso dentro de casa.
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