¿Qué pasó? (29/11/09)

Despierto en mi cuarto, sin saber exáctamente qué ha pasado. No tengo heridas, parece que estoy sano... ¿Habrá sido una pesadilla?

-... ¿Emile?

No hay nadie en el cuarto, silencioso y vacio.

Me levanto de la cama. Emile no está.

-... No... no...

Me encamino a la salida del cuarto. No, no la ha matado. No puede ser... no...

Busco en otras habitaciones.

No hay nadie en el piso superior.

No, no, ¡NO!

-¿Emile? -empiezo a llamarla. Empiezo a estar desesperado. Bajo las escaleras y la llamo más fuerte-... ¿Emile?

Nadie te responde, aunque oyes el crepitar del fuego en el salón.

Voy corriendo al salón.

En él sólo está Antón, sentado en su sillón, mirando el fuego, como siempre.

No tengo tiempo para hablar.

-... ¿Dónde está Emile?

Antón no te responde, sigue mirando las llamas que no hace mucho podían haberte consumido a ti.

-... Antón... ¿Dónde está Emile? -digo, casi en tono suplicante.

- Tú no tienes derecho a mentar a mis chiquillos. Te conté eso en confidencia, no para que lo usaras contra mí. - es su única respuesta.

Obviamente está más que enfadado, y dolido. No responde.

Camino despacio hacia los sillones. Esa sensación fria en el estómago no desaparece.

Por Dios, que no le haya pasado nada.

-... Haré lo que sea.

Él se levanta y se encara a tí.

- Si insultas a alguien en su propio refugio ¿cuántas probabilidades calculas de que te perdona la vida? ¿Y a tu ghoul? - dice, con frialdad - Has sobrepasado la linéa, y deberías estar suplicando mi perdón

Diria lo que fuese con tal de salvar la vida a Emile.

Hinco las rodillas en el suelo, con la cabeza baja.

-... No me importa lo que me pase... pero ella no merece pagar por mis errores... Por favor... Perdonela.

Él se mantiene unos segundos en silencio, notas su mano, sólo un segundo de debilidad sobre tu cabeza, luego la retira con rapidez.

- Está bien, pero no tienes permiso para verla - responde, su voz ya no es tan dura.

- No aprenderás a respetarme si no sufres un castigo - responde -. No puedes verla aún, pero te aseguro que está bien... y levántate, nadie te ha dicho que te arrodilles.

*No puedo respetar a un asesino de niños... solo hacer como que lo hago*

Con la mirada aun baja, me levanto, sin decir nada.

Cuando te levantas, te mira a los ojos.

- Y sin embargo... eso no quita que tuvieses razón. La Bestia me debora por dentro, Miller, y eso me está destruyendo. Ayúdame, Miller... Ayúdame a sanar.

Le miro a los ojos. Le soy sincero.

-... Te he visto sonreir después de matar unos niños ilusos, cuando simplemente podrías haber llamado a la policía... Puede que tuvieses la opción de perdonarme, Antón... pero no se si yo podré perdonar lo que has hecho. No creo que pueda ayudarte si no pones de tu parte...

Antón asiente, comprendiendo.

- En el... supuesto de que.. hubiese alguna esperanza para mí... ¿Qué tengo que hacer?

Miro a un lado, pensando una respuesta.

-... Dejar de matar sería un comienzo... Siempre hay alternativas.