El retorno de un... ¿Tirano? (28/11/09)

Llevamos un buen rato conduciendo, hace poco que abandonamos el distrito y hemos vuelto a Montmairtre. Durante todo el trayecto le cuento lo sucedido a Antón.

-... Y ese hijo de puta colocó una bomba en uno de los coches. Faltó poco para que saltásemos por los aires.

- Entonces ese refugio no es seguro. Al menos hasta que ese Nosferatu muera - dice con voz neutral, mirando por la ventana - Iremos a otro sitio.

Procuro dar calma a Emile manteniendola junto a mí, demostrándole que está segura.

-Tú guias supongo -le digo a Antón-... Espero que tengas a alguien de artificieros en plantilla si todo esto acaba bien.

- Dirígete a la frontera con L'havre - dice señalándote el lugar indicado.

-... ¿A dónde vamos, Antón?

- A donde no e acercarán a volaros por los aires - responde Antón, aún algo hosco.

- Curtis... no quiero ir con él - te susurra Emile.

-... Conmigo estás a salvo -le susurro también, aferrando una de sus manos.

Vamos en dirección a donde Anton indica.

- Antes de llegar a mi refugio, debéis saber que está prohibido cazar en sus alrededores, tampoco quiero peleas en mi casa, ni trapicheos, robos, etc. Nadie puede ser invitado a mi refugio salvo por mí. Tenéis que estar siempre bien alimentados (hay una buena despensa) y nada de lo que ocurra dentro de esas cuatro paredes sale de alli.

- Joder... ¿Estás seguro de que quieres que vayamos?

Antón no responde a eso.

-Es lo mejor que podemos hacer ahora mismo, Basile... -le digo, acercándonos al destino-... Ya que vamos a casa de otro tendremos que respetar sus normas.

Antón te mira, luego inspira profundamente (¡vestigio de humanidad?) y vuelve a mirar por la ventana, hasta que llegais a un caserón enorme, tres veces la casa de Emile, muy típico, con una verja alta y puntiaguda. Os abren la puerta un par de ghouls y pasáis con el coche hasta el garaje, donde Antón y los demás bajan del coche.

*La madre que...*

Esa clase de casas solo las había visto en las películas. Pero no dejo que el asombro me domine, recuerdo donde estoy. Bajo del coche junto a los demás.

Nada má entráis en la casa los ghouls acuden a cogeros los abrigos. Basile se encuentra fuera de lugar, pero Emile no.

Anton os lleva en silencio hasta un salón, es la réplica casi eacta del que hay en el almacen (o probablemente al revés), solo cambia algunos detalles, como que la chimenea es de verdad y que hay un retrato sobre ella de un hombre y una mujer.

Antón se sirve una copa de sangre, la bebe lo mas rapido que puede sin caer en la mala educación y luego se sirve otra. Se apoya en la pared, como le viste hacer en la guarida Nosferatu, solo que sin cerrar los ojos, y te fijas en que algo de sangre mancha el costado de su camisa.

No dejo que el oropel y los dólares me impresionen... Tengo otras cosas en que pensar. Sin embargo, cuando veo la sangre en su costado, se me plantean otras preguntas.

Hago un gesto, para que Emile y Basile se sienten en el sofa. Luego, miro a Antón de nuevo.

-... ¿Cómo pasó?

- ¿El qué? - pregunta como si no supiera de que hablas.

Basile y Emile se sientan en el sofá.

Entendiendo donde está la herida, puedo imaginarme cómo fue capturado.

-... Supongo que nada -le digo, con cierta incomodidad pero con respeto-... ¿Cuál es el siguiente paso?

- Sentarme - dice acercándose hasta uno de los sillones y sentándose allí -. He perdido la mitad de lo que tenía en esta desventura.

... Parece que allá donde voy solo provoco pérdidas y dolor con mis decisiones...

-... ¿Los almacenes se han perdido?

- Sí... - dice, con cierta incomodidad, luego te mira - Sírvete algo y siéntate - sus ofrecimientos siempre suenan a orden.

Estoy un par de segundos sin hacer nada, pero luego decido "acatar" el ofrecimiento. Me sirvo con cuidado y modales mi copa, y me siento en el sillón.

-... Los bienes materiales siempre se pueden recuperar.

- Muy cierto, otras cosas no - dice mirando brevemente los cuadros sobre la chimenéa -. Emile, ya conoces esta casa, ayuda a Basile a encontrar un cuarto a su gusto, por favor.

Curiosamente, a ella la habla menos autoritaritariamente. Emile se levanta, aunque no le hace mucha gracia separare de ti. Basile te aprieta un poco el hombro con la mano, dandote confianza, antes de salir con ella del salón.

Os quedáis los dos solos, frente a la chimenéa encendida. Incluso los atizadores (que te traen algún recuerdo) son iguales que los del almacén.

Doy un trago a la copa. Miro también al cuadro, cuando Emile y Basile se han ido.

-... ¿Cómo se llamaba?

- Ella Angela - dice -. Aunque tenía un carácter endemoniado - añade con cierto deje de cariño que no puede ocultar, luego señala al joven -. Y él era Jacques. Arrogante, rebelde, noble y con cierta tendencia a acumular problemas.

Jacques...

Un nombre que casi había olvidado. La descripción que da me hace pensar... en lo mucho que nos parecemos.

Hablo con cierto tono de tristeza.

-... Curtis Miller es solo como se me conoce aquí en París... En Londres me llamaban Jacques Leblanc.

Él sonríe, dicendo algo en un idioma que desconoces.

- Me encantaba provocarte y verte reaccionar - admite -. Era como tenerle de vuelta.

Miro la sangre en mi copa.

-... Ya veo -respondo, casi sin desagrado en la voz. Seguía sin caerme bien, pero al menos ahora no tenía deseos de verle muerto.

-... Puede que seas más humano de lo que creía.

- Supongo que en ciertos momentos - dice con entre el desagrado y la autocomplacencia, y te viene a la mente cuando hace unas horas se interpuso entre el nosferatu que pretendía agredirte y tú, a pesar de estar maniatado - Pero procuro evitarlo.

-No se... tal vez te fueran mejor las cosas si no lo evitaras -doy un trago, y luego le miro brevemente-... Es una idea.