Despertares y reproches (2/12/09)

Vuelvo a despertar, con Emile de mi lado, esperando que al menos haya podido descansar... no he dormido bien, sabiendo lo que Antón había hecho.

Emile está durmiendo, a tu lado. El golpe de ayer se ha reducido a un pequeño morado en el pómulo, menos, sospechas, de lo que debería ser.

Trato de despertarla suavemente, con caricias y besos.

- Ey - dice tras corresponder a tus besos, aún parece algo cansado - ¿Cómo estás, mi niño?

-Esa pregunta debería hacertela yo -le digo sonriendo, dándole un beso en el pequeño moratón-... ¿Cómo te encuentras?

- Ya no me duele - te responde -. Estoy bien, no te preocupes... - te abraza - Aunque quisiera... ya sé que no debería pediírtelo pero con lo de ayer... Necesito... que me des un poco... - dice avergonzada.

Sonrio ampliamente.

-Claro cariño... pero yo también necesito.

Paso los labios por su boca, y desciendo tranquilamente, para empezar a beber por encima de uno de sus pechos.

Puedo sentir como su pulso se acelera y su respiración se agita por el gozo del Beso, pero no bebo demasiado deprisa. Quiero que recuerde cada ocasión en que intercambiamos la vitae. Cuando creo que ya es suficiente, muerdo en una de mis muñecas y dejo que beba.

Ella bebe de ti con la misma pasión (y necesidad) con la que tú lo has hecho e, igual que tú, procura contenerse. Cuando se separa besa tus labios.

- Te amo, te amo tanto...

Lo se, mi pequeña golosa -digo, besándola con pasión mientras mi herida se cierra. Degusto mi propia sangre en su boca-. Espero que lo hayas disfrutado.

Sonrio, pasando una mano con cuidado por su mejilla dolorida.

-... Hoy es una noche importante, si sale bien, pronto podrás volver a tu música.

Ella sonríe ampliamente, y te abraza con fuerza.

- ¿Qué sería de mí sin ti?

Sentir su calor es reconfortante.

-No hace falta que exageres las cosas -digo, besándola en la frente-... Será mejor vestirse, y luego ver si la cena está lista, ¿de acuerdo, cariño?

Mientras ella cena, veré si puedo arreglar las cosas en la casa. Parece que cada vampiro de esta casa tiene su mortaja personal.

Empiezo a vestirme, con uno de los trajes que compramos ayer.

El traje te queda extremadamente bien, Antón sabe lo que compra.

Emile recibe la cena en la cama, con una rosa carmesí en un jarrón.

- Estás irresistible... - te comenta.

Me acerco, y le doy un último beso en la mejilla.

-Disfruta el banquete. Voy a ver cómo están los demás.

Y me encamino hacia la salida. Voy a ver cómo está Basile en primer lugar. Sus heridas ya deben estar casi curadas, pero hay algunas dentro de él que necesitarán más tiempo.

Basile está en su cuarto, sentado en la cama, con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados.

- Sí... no es algo que pueda elegir - responde, parece haber recuperado la calma, con ese aura taciturna que le envuelve.

- ¿Quienes váis?

- No - responde rápidamente - Creo que me quedaré aquí con Emile.

-... Entiendo... Ten cuidado, gran jefe -digo, antes de cerrar la puerta.

Le toca el turno a Frank. Toco su puerta.

-¿Frank? Soy Curtis.

Frank abre la puerta casi de inmediato, con la cabeza baja... pero la sube para ver tu traje.

- Te... te queda muy bien.

-Habrías empezado mejor diciendo "buenas noches" -le digo, con media sonrisa-... A donde vamos los modales son la carta dominante, así que procura ser cortes... ¿Cómo estás Frank?

- Mucho mejor, señor, gracias - responde, con educación.

-Bien -y le doy una palmada en el hombro, sin hacerle daño, para reconfortarle un poco-... Tranquilo chaval, puedes guardar las formalidades cuando estemos solos. ¿Estás listo?