Esperando represalias - 12:00 - 23/11/09

Despierto en el refugio anarquista. Poco comodo, mucha gente, pero al menos es un sitio seguro. Busco a Paul mientras mi cabeza va cruzando pensamientos, problemas... Lo de Josephine, lo de Marc, como estara la corte ahora contra mi... pero bueno, de momento estoy vivo, por lo que puedo arreglarlo. Quizas sea hora de mandarle un pintor como obsequio, para empezar a tranquilizar las cosas... ¿se le habra pasado el cabreo a Marc?. Tambien debia buscar a Alan, por si ya empezaban a tener problemas por esconderme.

Paul está con Alan, en el bar. Alan le está narrando una emocionante pelea, omitiendo (intencionadamente, sospechas) las partes sangrientas de la historia. Cuando el niño te ve, corre hacia ti, le brillan los ojos de felicidad... todo es muy distinto ahora.

- Ey, ¿que tal? - me pongo a la altura del pequeño para preguntarle, y preparando la siguiente, ahora queria saber en cuanto habian cambiado las cosas para él y sus planes de futuro.

Echo una ojeada a Alan, para ver que humor reservaba hoy para mi.

No parece tampoco muy contento con tu presencia, quizas simplemente no le caes bien. No dice nada, pero la sonrisa que le dedica al niño desaparece de su cara contigo delante.

- Muy bien, Alán es un guerrero ¿Lo sabias?

- Me lo imaginaba-

Me costara que Alan se ablande...

- Y ahora tengo que preguntarte de nuevo una cosa...- le dejo que se imagine por donde van los tiros antes de formularsela - ¿que quieres ser de mayor?- ¿seguiria con su vendetta en mente o se le habra pasado ante el cambio en su vida?

El niño no se lo piensa un momento.

- ¡Anarquista! - responde.

Los niños son tan fácilmente influenciables... se oye una carcajada general alrededor, de aquellos que han podido escucharle.

Alán, en cambio, no se ríe.

Cierro un poco mi sonrisa, pero intento mantener mi gesto simpatico. No sabe lo que dice y lo han influenciado antes de lo que pensaba, pero ya lo solucionare.

- ¿Te apetece hacer algo concreto hoy?-

Me levanto y empiezo a caminar hacia Alan, acompañado por Paul.

- No... lo que tu quieras... sabes que no me gusta molestar... - dice un tanto avergonzado, sintiendo que su presencia siempre te coarta.

Alan te mira acercarte, sin decir una palabra.

Le sonrio ampliamente.

- Nunca molestas-

Una vez estoy cerca de Alan.

- ¿Alguna novedad?- pregunto interesado en cualquier incidente ocurrido por el dia, posiblemente fruto de Josephine.

- Ninguna - responde -. O está demasiado acojonada por mí, o está tramando algo.

- Espero que sea lo primero *aunque lo dudo*. Solo nos queda esperar... creo que quiere hablar conmigo - rio ligeramente - ayer me llamo unas cuantas veces -

- ¿Y?

- Nada, eres un gran conversador- digo pareciendo algo molesto, aunque en realidad me da igual.

Me giro y me siento en una mesa, esperando que Paul me acompañe.

- ¿Quién coño te has creido que eres? - pregunta, su voz esta teñida de una capacidad innata de reclamar la atención, aunque en esta ocasión no lo pretendiese. Todo el bar queda en repentino silencio, incluyendo algunos humanos que están tomando una copa - ¿Piensas que voy a darte cobijo para ti y para tu mascota y que como pago vas a hablarme así y a darme la espalda? - pregunta retóricamente, con incredulidad, luego se responde, chasqueando la lengua mientras niega con la cabeza - Estás muy equivocado - se levanta -. Yo no soy uno de tus antiguos, pero esta es mi casa, nuestra casa, y en nuestra casa se nos respeta, y los tonitos irónicos y las palabras condescendientes te las tragas o te las hago tragar yo ¿Me entiendes?

Tiene los puños fuertemente cerrados, no como amenaza, si no como medida de auto-contención para la turbia y caliente sangre brujah que corre por sus venas. Notas la mano de Paul, agarrándote, absolutamente muerto de miedo.

Me doy la vuelta hacia Alan.

- No me creo nada... simplemente parece que no te interesa lo que te cuento y para eso preferia no molestar, pero lo has entendido de otra forma. -

Su figura es muy imponente, pero en apariencia me mantengo calmado, al igual que mi tono.

- ¿No quieres molestar? - da un paso hacia ti, pero se calma. Los vastagos de la sala están mas tensos que los despistados mortales. Cuando vuelve a mirarte ves en sus ojos asomando la Bestia, ya bajo control.

- ¿Seguro que no quieres que me encargue yo de él? - pregunta uno de sus chicos acercandose

- He dicho que no - se vuelve Alan hacia él -. Déjalo ya, no me ayudas - vuelve a sentarse.

- Ya molesto...- digo echando una breve mirada a su chico - ... asique intento hacerlo lo menos posible...-

Alan te mira, sin demasiado aprecio, luego se levanta.

- Ven aqui, Paul... - se dirige a una puerta con el cartel de "Privado" - Ven, campeón.

Paul no se separa de ti, tiene fuertemente agarrada tu mano.

Me mantengo quieto, no se que quiere hacer... ¿quizas sacar a Paul para apalizarme entre todos? ¿para matarme?... Bueno, si me echa de su proteccion es bastante facil que ese sea mi final, a no ser que pueda negociar informacion sobre ellos.

- Eh, hermano, mírame no voy a acerte daño - le dice.

El niño se separa de ti, como hipnotizado, y va hacia él.

Un cambio de actitud demasiado brusco, sospecho, y creo que acertadamente, que ha usado uno de sus poderes. Enarco una ceja mirando a Alan, no me gusta que interfieran con esa clase de trucos en sus decisiones... pero ya lo mencionare en un momento mas oportuno. Me mantengo callado y erguido, esperando a saber que tenia pensado hacer el jefe conmigo...

El jefe te mira, mientras Paul entra en el cuarto, luego entra tras él y cierra la puerta.

Me acerco a algun cainita de los presentes, evitando al que se que quiere mi cabeza.

- ¿Que hay en esa sala?- pregunto intentando ser amable, aunque creo que no me va a responder.

- Su despacho - te responde el aludido hoscamente.

Que tu te separes de el que quiere tu cabeza no implica que él se separe de ti...

- ¿Qué pasa? ¿Quieres entrar también y montaros una fiestecita los tres?

- Eh, tío, no te pases, estás hablando de Alan - le increpa el otro.

- ¿Y? Ni que fuese a ser el primer bicho que destripa... - dice en voz baja - ¿Cuantos años tenía el Tzimisce que se cepilló el otro dia? ¿10?

- No jodas, era un sabbat, tio... - le dice el otro, quitándole importancia.

- Ya, pero empieza a cogérsele el gusto y... mira, quizás no tarde mucho... ¿Quieres ir a poner el oido, Johan, a ver si oyes gritos dentro? - pregunta en tono provocativo.

Ignoro las palabras del que quiere mi cabeza, solo intenta provocarme para hacer mas facil que Alan se la de en bandeja, pero no le voy a ayudar. Aunque cuando menciona que el jefe se cargo a un niño de 10 años, aunque fuera un sabbat, la bestia asoma levemente por mis ojos... pero la controlo con bastante facilidad.

- Esperare...- me limito a decir, y me siento en cualquier sitio, ausente.