Un comienzo (12/12/09)

Cierro los ojos... De nuevo esa expresión que tan poco me gusta.

-... Podríamos conseguirlo sin que ninguno de ellos muera... si lo hacen bien.

No quiero mancharme las manos de sangre inocente.

- No te encariñes con ellos, chiquillo - dice en tono de advertencia, serio pero sin dureza -. Te lo dije, no olvides qué juego estás jugando.

-... No lo olvido...

Mientras les enseño, y me gano su confianza, debo pensar detenidamente cómo conseguirlo sin que mueran. Cuanto más tiempo pueda ganar, mejor.

-Necesitaré tiempo...

Valía y lealtad... con la sangre de mis siervos.

-... Entonces no les daré ninguna oportunidad.

Dejo la copa en la mesilla y me levanto.

-Los convertiré en siervos y aliados leales. Si deben luchar y morir, lo sabrán, y estarán preparados para ello, pero no sacrificaré vidas si hay otra opción.

No seré como Melissa.

- Miller - te dice, y esta vez si notas su tono algo seco - Necesitas endurecerte, y si no lo haces tu tendre que propiciarlo yo. No me obligues a ello.

Miro al fuego... endurecerme...

-Me estas haciendo caminar por una delgada y resvaladiza linea...

Estoy unos segundos que me parecen eternos, puede que un minuto, mirándolo. He matado, en vida y en no-vida, incluso he sacrificado vidas... pero era algo que juré no volver a hacer.

-Cuando pase, me despreciaré el resto de mi vida.

Antón rebaja el nivel de hostilidad en su mirada, y suspira.

- Busca la manera de hacerlo sin que ninguno caiga, pero llegado el momento, no se te ocurra sacrificarte por ellos, porque te conozco, y tú me conoces, y me dará igual que no tengan la culpa cuando les de caza como a perros y una muerte lenta y dolorosa, si no han sabido evitar que su señor muriera por ellos ¿Me explico?

Menos mal que tengo su apoyo. Una tenue sonrisa se forma en mi rostro.

-Tranquilo, Padre... No te desharás de mí tan fácilmente.

Eso no pasará.

-Falta poco para el amanecer... Deberíamos descansar para mañana por la noche.

- Ve, y descansa, chiquillo - responde Antón - Mañana sera una noche intensa.

-Desde luego, y para todos... Buenos días...

Y empiezo a caminar hacia mi dormitorio, embarcándome en una empresa descabellada, y guardando con ilusión el acontecimiento de mañana.

Mañana seré un Toreador.

Me acuesto junto a Emile, y duermo abrazado a ella.

/El concierto de Emile, refugio de Antón (13/12/09)/