Presentaciones (13- 12- 2009)

//FdI: Viene de aquí//

Permanezco callado durante el trayecto, ignorando los gemidos lastimosos de Dorian. Para contrarrestar la agria cara de Bleu, no dejo de mostrar una sonrisa en ningún momento.

El coche se detiene. Me parece que hemos llegado.

Dos ghouls se acercan y os ayudan a bajar amablemente, luego le preguntan al señor Bleu si puede confirmar la identidad de sus acompañantes.

- Desgraciadamente no. Pídele a monsier Pompignan que nos atienda en su despacho.

- Ahora mismo - responde el ghoul, servicial, antes de caminar a paso rápido hacia la entrada al Louvre.

- Oiga, monsieur Bleu, ¿Qué papel desempeña usted en todo esto? Antes ha dicho que era su obligación traernos aquí, pero no ha especificado nada más. Sin mencionar que su primera intención ha sido echarme de la ciudad...

Pongo la mano en el hombro de Dorian. Está más asustado que agresivo. Pobre, esto tiene que ser nuevo para él.

- Lo hice en un arranque de compasión... sin duda hubiera sido mejor para ustedes seguir mi consejo - se adelanta hacia las puertas del Eliseo - Síganme.

- Dorian, mira hacia el suelo. Esto está lleno de gente. Ignórales, ¿entendido? Céntrate sólo en mi presencia. Ellos no te harán nada aquí, pero tú tampoco has de hacer nada.

Aprieto con firmeza el hombro de Dorian y sigo a Bleu.

- ¿Y por qué hubiese sido mejor irnos? Yo no causaré ningún problema, quizá hasta pueda ser de alguna utilidad, y mi compañero permanecerá más tiempo en las afueras que en la ciudad, me atrevería a decir.

- Las afueras son un sitio poco recomendable.

Pasáis por el Eliseo demasiado deprisa como para apreciarlo, algunas personas os mira, y Dorian está incómodo. Finalmente, llegáis hasta una puerta.

- Os desearía suerte... pero me da igual.

- Las afueras serán un sitio poco recomendable para quien moleste al iracundo éste, jeje. En fin, monsieur Bleu, por mi parte sí ha sido un placer. Y aunque sé que no compartirá, espero volver a verle. Tenga una buena noche, y gracias de nuevo por su inestimable ayuda.

Llamo a la puerta y abro, sin llegar a entrar, primero observo lo que hay dentro. Con la mano, hago que Dorian mire al suelo. Éste no es su ambiente, será mejor que vea a qué se va a enfrentar.

un hombre espera en su interior, y con sólo verle se te hiela la sangre. Su presencia es imponente, y amedrenta. Sus ojos gélidos se clavan en ti.

- Pasen, no tengo toda la noche.

Tomo del brazo a Dorian y entramos. Le dejo cerca de la puerta y avanzo unos pasos hacia el hombre. D nuevo, olfateo el aire. Trato de disimularlo, no sé cómo lo verá...

- He... de suponer que usted es monsieur Pompignan, ¿me equivoco? Seré breve, no quiero robarle mucho tiempo. Me llamo Lucio, y aquél es Dorian. Hemos venido buscando a un vástago que, según parece, se encuentra en la ciudad. Tengo firmes sospechas para creer que ha sido raptado, o algo peor. Tiene mi palabra de que no seremos ninguna molestia aquí mientras dure nuestra estancia. Procuraré que mi acompañante evite los lugares más concurridos. Es miembro del clan Malkavian, y en ocasiones no sabe muy bien distinguir entre bien y mal. Por mi parte, le aseguro que cumpliré todas las normas que dicta la sociedad. No tendrá que oír nada malo de mí, se lo aseguro.

La mueca de desprecio cuando dices "Malkavian" es tan obvia en su rostro que te hace pensar que probablemente no se ha molestado lo más mínimo en ocultarla.

- Aquí no secuestramos a nadie - dice aún con asco -. Al menos a nadie que no lo merezca.

Lo que me faltaba... Sentido común, el menos común de los sentidos.

- Si pensase que han sido ustedes, no me habría metido en la boca del lobo. Puede preguntar a monsieur Bleu, mi intención desde un principio era venir aquí. Además, él mismo me mencionó la presencia de anarquistas, quizá hayan sido ellos. Y no sé si hay presencia del Sabbat en la ciudad, porque también serían sospechosos prioritarios.

¿Que lo merezca? Ya, eso suena tremendamente subjetivo. Tengo que andarme con ojo...

- Además, he dicho que tengo sospechas, no que haya sido así. Quizá tuviese otros motivos. ¿No habrá llegado recientemente un nómada bajo el nombre de Miguel?

- Nómada ¿eh? - pregunta, cada vez parece gustarle menos la conversación - Pues quizás se haya marchado, desde luego aquí no hay Sabbats. Esto es París - dice como si fuese la prueba irrefutable de la ausencia de la Espada de Caín.

Vaaaya, ya veo por dónde van los tiros.

- ¿No hay Sabbat? Perfecto, aborrezco tratar con esos salvajes. La desgracia es que tendré que adentrarme de cualquier forma en territorio anarquista a investigar, y de eso no me libra nadie. Espero solucionar esto rápido, algo me dice que la presencia de extranjeros no está muy bien vista en esta ciudad.

¿Aborrezco tratar con Sabbat? ¿He tratado alguna vez con Sabbat? Bueno, decir lo que alguien quiere oír suele funcionar. Y si no... bueno, si no hay, tampoco importa mi opinión sobre ellos.

- ¿Y que me dice de su... amigo?

- Que mientras no se le moleste, sabrá controlarse. Él permanecera a las afueras, posiblemente, para evitar situaciones problemáticas. En cualquier caso, me hago responsable de él. Aunque quizá le haga bien encontrarse con otros miembros de su clan, podría ayudar a canalizar sus instintos. No ha de preocuparse, él es más antiguo aún que yo, y sabe más de lo que parece.

Pompignan le mira con desagrado.

- No me gusta - dice sin tapujos - Y no lo quiero en mis dominios, tenéis una semana para solventar vuestras asuntos u os solventaré yo a vosotros ¿entendido?

- ¿Y en caso de que sólo él se vaya tras la semana? Creo haber demostrado que yo se comportarme, y puedo arreglármelas en caso de que él no esté.

Veo por el rabillo del ojo que Dorian levanta la cabeza y me mira, confuso.

- Además, ni siquiera corre el riesgo de que rompa la mascarada, solemos alimentarnos de animales, tan sólo. Soy la clase de vástago que cualquier príncipe querría en sus dominios.

Terreno pantanoso, muy pantanoso... En una semana o se va Dorian o nos vamos los dos. Tengo que intentar que al menos yo pueda seguir investigando.

Cuando mencionas lo de los animales, os mira asqueado.

- Tú puedes permanecer aquí, pero si veo a tu... salvaje acompañante en París pasada la fecha haré una barbacoa con él.

- Gracias por su benevolencia, monsieur. Tras siete lunas, Dorian volverá al sur. En caso de que no necesite nada más en este momento, nos retiraremos.

- Marchaos... y no olvidéis lo que he dicho.

Acompaño a la calle a Dorian.

- Ya lo has oído, compañero. Tendremos que apresurarnos. En caso de que no nos dé tiempo, desaparece, y yo me ocuparé de todo, confía en mí. Tengo tanto interés como tú en encontrarle, recuerda. Está bien, será mejor que desaparezcas por el momento. Voy a entrar de nuevo en el Elíseo, necesito recopilar algo de información. Vuelve al último tramo verde antes de nuestra llegada, hacia el sur. Sé de tu memoria, sabrás llegar. Mañana nos encontraremos allí de nuevo. Si no estoy, espérame. Si en algún momento estoy una noche completa sin aparecer, es que me ha ocurrido algo, vete y no vuelvas.

Dorian deja escapar una carcajada que parece una tos y se aleja por la dirección en la que nos ha traído el coche. Éste no es su sitio, espero que sepa arreglárselas...
Entro de nuevo al museo, con la esperanza de de encontrar alguna pista y, porqué no, de ver algún paisaje romanticista.

//FdI: Lucio sigue aquí; Dorian desaparece de escena, final en diario//