Volviendo a los refugios (20/12/09)

Veo que no sigue mi razonamiento. Mucho acusarme de que no debería preocuparme de como piensan mis asesinos, y luego resulta que tal vez haya dado con algo importante. Sólo es una teoría, pero qué se le va a hacer. De momento, prefiero permanecer callada.

-Eso espero. Muy amable, el señor Triage. Merece la pena hablar con él más allá de... negocios.

También se ha dado cuenta.

-Pienso lo mismo... pero nunca he querido molestarle...

Triage... Quizas el más noble nosferatu que conozco.

-Nos hemos hecho favores mutuamente... Él habló en mi favor para salvar a un amigo... yo hablé en su favor para salvar a su chiquillo...

-Pues... después de todo eso, ¿No cree que sería buena idea quedar un día para charlar tranquilamente en una situación más amena?-Digo algo divertida.- Me imagino que estará ocupado... por lo que he oido, parece que los nosferatu siempre están en movimiento, pero nunca sabrá cuando es un buen momento si no lo pregunta. De todas maneras, uno nunca debe juzgar por las apariencias, o eso es lo que pienso.

Ojala fuese todo tan sencillo.

-... No tengo buena fama entre los Nosferatu... Y eso que no saben mi secreto.

-Bueno, pero con uno que se salga de la línea es suficiente. Su secreto... Al menos que sepa que está a salvo conmigo. Un Lasombra... si siguiera los estereotipos, debería pensar que algo malo trama, ¿no cree?-Se nota que no lo digo en serio ni con ninguna segunda intención.

La miro de reojo un instante.

-Sé que no dirás nada -digo, expirando el aire-... Triage no lo sabe. Otro motivo por el que no quiero contactar demasiado con él.

-Desde luego, es un problema. De todas formas, si le descubren sería una tontería matarle. Ya no por que sus intenciones sean buenas... cosa que dudo que valoren, sino porque con las acciones que ha tomado estos días ha demostrado ser más útil que bastantes vástagos en el Louvre.-Suspiro.- Bueno, mientras no lo sepa nadie de la corte, no vamos mal.

-No te lo tomes a mal... pero eres demasiado ingenua -le digo, sin animo de ofenderla-... Pompignan por ejemplo, es camarilla, y sabe mi secreto. Lo robó de mi mente... y no dudaría en convertirme en ceniza si me convierto en una molestia más suave que una mosca en su copa.

Frunzo el ceño.

-A estos vástagos les gusta acusar y crucificar. Si lo saben, estoy muerto.

-¿Pompignan... un hombre de aspecto muy severo y bastante escrutador?-Digo recordando a uno de los vástagos que me presentó el señor Antón...- Pues.. si le mantiene vivo, por algo será.-Frunzo el ceño.- ¿Y que hará cuando se sepa la verdad? No creo que un secreto así se mantenga como tal para siempre.

Mis colmillos se extienden involuntariamente.

-Se mantendrá cuanto sea necesario... Y Pompignan seguro que me quiere de chivo expiatorio. Siempre viene bien echar la culpa a un Lasombra y lavarse las manos cuando la mierda se le suba por la pierna.

Aprieto los dientes.

-Siempre tengo la impresión de que cualquier cosa que haga no servirá de nada cuando pase... Si no demuestro que dejé mi pasado Sabbat atrás antes de que se sepa, puedo darme por muerto... Y el tiempo se me acaba. Ya soy la comidilla entre la corte parisina.

-No insinuo nada, simplemente sé lo que es tener que guardar un secreto a toda costa, y qué puede pasar si se descubre. -Digo mirándome involuntariamente al pecho, recordándo la manera tan... tonta en que se descubrió mi secreto.- De todas formas, hay que hacer lo que sea para protegerlo. No soporto ver morir a gente que no se lo merece mientras otros están tan campantes.

Me mantengo en silencio unos segundos.

-... No quiero seguir hablando de esto.

-Sí, perdone mi... atrevimiento. Como sea, ya estamos llegando.

-Deja de tratarme de señor. Mi nombre es Curtis -digo, llegando ya al refugio.

Según salimos del coche le digo:

-Gracias por las confianzas, Curtis, pero creo que será mejor que frente a su señor marque las distancias. Parece ser más severo que tú.

Otra vez me aplastan con la innegable verdad.

-Cht...

Cojo una de las maletas.

Cojo, junto con Curtis el equipaje y nos encaminamos hacie el interior.

Los ghouls os reciben.

-Llevad esto a la habitación de la señorita Berenice -les digo, colocando la maleta en el suelo-... ¿Se sabe algo de Antón?

- Ha salido... - responde uno de los ghouls, inquieto, mientras el resto se encargan de las maletas.

¿Salido?

-¿Dijo a donde? -digo, frunciendo el ceño, empezando a preocuparme-... ¿Dónde está Claire?

Él niega con la cabeza: No sabe dónde iba.

- Arriba...

Espero que no se deje llevar de nuevo por sus impulsos. Cierro los ojos, agarrándome el puente de la nariz... Maldita sea...

-¿Qué ha sido de la mujer de antes?

- Está en un hospital, recuperándose.

Frunzo el ceño. ¿Qué mujer? ¿y cómo es que ha terminado en un hospital?