Herencia (21/12/09) (Miller)

- Sírvete tú mismo - dice, antes de coger el móvil y llamar a Basile.

De acuerdo...

Cojo Cuatro cuchillos de caza, además de los lanzallamas, y subo. Una vez salgo del sótano, hablo a uno de los sirvientes.

-Trae un saco, una mochila... lo que tengas para poder llevar todo esto de forma discreta.

Dejo los lanzallamas y los cuchillos junto a la escalera, y empiezo a subir. Tengo que hablar con Berenice, y cojer lo demás.

Veo como Curtis sube. Mi mirada es seria, y se puede ver algo peligroso en el fondo. Más le vale a Arnold que no me lo encuentre.

-Por aquí todo listo, ¿nos vamos?

La miro. No solo ha cambiado en apariencia. Había algo en su mirada, que a alguien normal inspiraría miedo. No es momento para bromas.

-Necesito que cojas las pistolas, para mis hombres. También haran falta un cuchillos... Y otra cosa, un amigo mio va a venir aquí. Nos ayudará en esta dificil empresa. Se llama Basile.

Conozco las capacidades de Basile, él no es para nada un novato en el combate.

-Aquí están.-Digo poniéndole la bolsa delante.- He estado pensando en lo que podría haber en el refugio. Deberíamos asegurarnos de que no han colocado una bomba en el lugar antes de entrar. Por cierto, ¿tus hombres han disparado alguna vez?

En eso también he caido.

-No lo sé... pero es mejor que las lleven... Es lo mismo que los condones. Mejor que los lleven y no los necesiten a que los necesiten... y no los lleven.

No lo digo para hacer gracia, si no para remarcar un hecho.

-Puede ser, pero un arma mal llevada puede suponer el mismo riesgo que no llevar ninguna. ¿Me dejas que les de un par de consejos?

Asiento.

-Me ahorrarías trabajo -digo, cogiendo el saco-... Vámonos.

Cuando salgo de su cuarto, cojo también la escopeta y el machete, y una vez abajo, ella ve los cuchillos y los lanzallamas.

Miro los lanzallamas con cierto desagrado.

-¿Es buena idea llevar eso? Podría explotarnos en la cara si le pegan un tiro. Por no mencionar que es muy posible que llevemos tiradores novatos.

-Con suerte, no tendrán que salir del maletero -es lo último que digo.

-Bien. ¿Cuánto tardará Basile?

Frunzo el ceño.

-Creo que mi coche no es imprecindible.

-Creía que aquí tendriais los suficientes medios.-Miro al salón de forma muy elocuente.

También es cierto... además, no tenemos por qué correr un riesgo innecesario acercándonos al principado.

-Se lo pediré a Antón.

Asiento con la cabeza, conforme.

Antón llega.

- Basile está de camino.

-... Necesitaremos otro coche más... -entonces pienso, Basile tiene un coche bastante grande, puede ayudarnos él con el transporte-... Es una suerte que venga.

Por mi cabeza pasa la vez que le conocí... mi mano se posa inconscientemente en mi pecho, recordando el dolor que producía la herida. Ahora sólo queda la cicatriz.

-¿Es buen luchador?

Me giro hacia ella, y uno a uno, voy quitándome los botones de la camisa, sin mucha prisa, hasta que muestro una larga cicatriz de un color más oscuro que mi piel, ancha como una mano, recorriendo mi torso casi en diagonal.

-Supongo que esto es una prueba.

-Con un "sí" me habría bastado.-No estoy para bromas.

-Podrías no haberme creido -digo, con indiferencia, volviendo a abotonarme la camisa-... De todas formas, confio en él.

-Para mí eso es más que suficiente.-digo de forma tajante.

La miro, ese enfado es nuevo.

-¿Ha pasado algo, Berenice?