A solas con el Príncipe 23/01/10

- Sí, de eso sí sería capaz. Pero no creo que lo haya hecho, está despechado.

-Mejor me lo pones. Las peores tonterías se hacen por despecho.

- No sería una tontería si cree que es verdad. No, Emmanuel se echaría elegantemente a un lado para ver como me despedazan, imagino. Eso sí sería una tontería por despecho. Aunque... Sí, podría ser que él hubiera preparado todo esto, su razonamiento suele ser un mar azorado... En cualquier caso, no pondría una bomba en mi refugio.

-...¿Puedes asegurarme al cien por cien que es así? Y recuerda lo que sucedió en la cabaña y estabas convencido.

Te mira, con seriedad.

- Emmanuel no me pondría una bomba ni nada que me matase.

- Confías demasiado en ese bastardo, siempre lo has hecho.

- Se acabó.

Se acerca a él con su velocidad, y con la misma le abre la boca, mete la mano y le arranca la lengua. La sangre te salpica, casi con tanta fuerza como te sacude su repentino acto violento.

Antón grito y mana sangre por la boca.

-¡No!-Me pongo entre él y Antón.- No, por favor...

Tira la lengua al suelo.

- Se lo he dicho varias veces. Tú lo has oído.

-...Bastante debe ser su preocupación por ti para arriesgarse.

Antón vomita más sangre. Duele de sólo oir sus gorgojeos. Gime a rachas.

Villón no te responde.

Saco un pañuelo de tela de mi bolso. Lo escurro todo lo que puedo y trato de limpiarle el rostro a Antón.

-...Curtis está bien, señor. Piense en eso. Ya ha vuelto a casa y está bien.

- Oh, maldita sea.

Ves que Antón se revuelve y dice algo incomprensible (logicamente dada su ausencia de lengua) mirando con odio al Príncipe.

Observo sorprendida la reacción de Antón.

-¿Pero qué... qué pasa aquí?

- Le dije que le había conseguido un pasaporte y le había llevado a un lugar donde no querían matarle. Querida, por favor, no hables con él.

Les miro a los dos, cortadisima y sin saber donde meterme. Lo he dicho con toda la mejor intención del mundo.

Antón sigue despotricando sin que se le entienda nada.

El Príncipe, por su parte, saca lo que parece un aparato de radio antiguo.

Intento tranquilizar a Antón, asegurándole que está bien y con palabras suaves. Dios, me siento fatal.

- Dale algo de sangre y que regenere la lengua. Pero que se atenga a las consecuencias si sigue despotricando cuando regenere. - enciende la radio y empieza a transmitir en un idioma que no conoces.

-Por favor, señor, tranquilicese.-Le doy la sangre.-Lamento todo esto, de verdad...

Bebe y regenera de inmediato.

- ¡HIJO DE LA GRAN PERRA!

-¡Señor! ¡SEÑOR!-digo a la desesperada.- Por favor, calmese. Así no conseguiremos nada, por favor. Conseguiremos arreglar todo esto, ya lo verá...

- La próxima te arranco la cabeza - advierte en esta ocasión.

Antón no parece muy dispuesto a callarse.

-¡Señor, se lo suplico! ¡Curtis sigue vivo, me oye, VIVO! ¡Y mientras usted lo siga, habrá una posibilidad de encontrarse con él! ¡Mantenta la serenidad por su chiquiilo!-Por favor, por favor, por favor...

Antón se muerde la lengua y calla.

El Príncipe sigue con su radio tras asegurarse que el otro se mantiene en silencio.

Guardo silencio también, mirando a Antón con ojos preocupados. ¿Qué estará haciendo Françoise?

Antón se da cuenta de lo que piensas.

- Intenta contactar con alguien, pregunta qué está pasando en el Eliseo.