A solas con el Príncipe 23/01/10

Noto las lágrimas por mis mejillas al despertar.

Al menos, no te sientes desanimada al despertar, aunque sí turbada.

Vale, ¿qué narices ha sido eso? No era una pesadilla de las de siempre. No entiendo nada. ¿Es alguna especie de sueño profético? Na, tonterías, yo no tengo esas capacidades. Miro a ver si Elliot está conmigo.

Duerme a tu lado, placidamente. Lleva la ropa de calle, parece que alguien le ha llevado hasta allí. Quizás se quedase dormido mientras entrenaba.

Dejo que duerma. Quiero revisar un par de cosas antes de tener que marcharme, así que me doy una ducha rápida, me visto, y voy a la habitación de Pitt bull.

Está despierto, limpiando un cuchillo. Al entrar tú se levanta y te mira. Parece dudar en el trato que darte o el modo correcto de saludar.

- ... Buenas noches, señora...

Menos mal, despertó.

-¿cómo estás?

- Bien, señora... gracias por... preguntar - parece descolocado al usar modales educados, pero se esfuerza.

-Se directo conmigo. Entre estas cuatro paredes y a solas no tienes que demostrarme nada.

-... ¿Qué desea de mí?

-Mira, no es como si... deseara algo de ti especificamente. Sé que no te hace gracia eso de tener un señor y si fuera por mi no lo tendrías, pero con el cariño que te tienen temo que no ibas a durar mucho. Te sonará raro, pero estoy intentando hacer un hogar aquí en París, y por unas cosas y por otras has terminado en él. Yo te ofrezco protección y formar parte de dicho hogar, a cambio de que me ayudes a mantenerlo a salvo. Puede que no sea mucho, pero no puedo hacer más.

- Es más de lo que me han ofrecido hasta ahora, señora - guarda silencio un segundo - ¿Podré irme si quiero?

Dudo un poco antes de decir.

-...Me gustaría decirte que sí. En realidad, ahora mismo no podría retenerte, puesto que no te he metido en una de las celdas de abajo. No quiero retenerte. Pero hay un pequeño problema. El Príncipe me dejó tu custodia pese a que... no te tiene en muy alta estima, precisamente, debido a que confia en mi. Si rompo esa confianza... Estoy dando cobijo a más gente que está en una situación parecida a la tuya... si te dejo ir sin más todos sufriremos las consecuencias, y si te escapas y te vuelven a capturar, no podré intervenir por ti. Por favor, quedate.

- ... Me quedaré...

Sonrio.

-Gracias, de verdad.

Asiente. No parece saber muy bien qué más decir.

- ¿Quiere que haga algo?

-¿Podrías decirme cuál es tu tipo de sangre?

- Embotellada. Nada más.

Alzo las cejas sorprendida.

-¿El único requisito es que la sangre esté embotellada? En ese caso no tendrás problema en esta casa. Hay una despensa llena.

- Lo sé. Sus ghouls me han dado algo de ella.

-Bueno.. en realidad no son mios. Supongo que recordarás a Curtis Miller... y al señor Carlo Antón, ¿verdad?

Asiente. No parece muy hablador ahora.

-Carlo Antón murió, y esta mansión ha pasado a ser de Curtis. No te hará nada, de verdad, pero sospecho que va a ser incómodo. Estaremos aquí al menos una temporada, hasta que las cosas se arreglen un poco.

- ¿Aquí? ¿Dentro de la casa?

-Bueno... yo no tengo problemas con que salgas si no te metes en lios... cosa que dado tus antecedentes lo veo difícil. Por no mencionar que hay alguien que me busca a mi y a todos los que me son cercanos. Sabes quién es, intentaste que me soltara cuando me atrapó en una pista de baloncesto. ¿Te acuerdas?