21/11/09 Pérdida

Antes de llegar allí, veis la columna de humo. Basile pasa campo través, ignorando el arrabal. Varias personas están congregadas allí, mirando con cara de lástima la chavola en llamas.

El todoterreno da un giro demasiado brusco al frenar, dos ruedas se levantan de la tierra, y no vuelca de milagro. Incluso antes de que vuelvan a posarse en el suelo, Basile ya está saliendo del automóvil.

... El primogénito Ventrue...

Desde que el mundo es mundo, los Ventrue y los Lasombra han sido enemigos predestinados, así me lo enseñaron en el sabbat... y dudo que los ventrue tengan una opinión distinta. Sin duda, me había enterrado aun más en el hoyo.

Cuando el coche para, por poco me doy en la cabeza si no llega a ser por el cinturón. Yo me bajo casi al instante.

*Y... pagarás por esa amenaza, anarquista*

Será hijo de puta...

Corro lo más deprisa que puedo en dirección a la chavola.

Cuando corres hacia allí, la gente, igual que a Basile, te detine.

Las voces se entremezclan.

- ¡Basile, no!

- Te vas a matar.

- No entres.

Y una escalofriante que es la única que consigue parar a Basile.

- Hace dos minutos que dejó de gritar.

No...

Mis ojos clavados en las llamas. La bestia me pide que me aparte, pero no puedo apartar los ojos del fuego.

Demasiados enemigos, demasiadas deudas... y todo por mí.

No, no pudo ser el primogénito, él nos pidió que guardáramos el secreto, mí secreto. Quien sea, ha venido por mí.

Las llamas me recuerdan a aquel incendio que yo mismo provoqué.

Han venido por mí, y por medio la han cogido a ella.

-... ¿Quién ha sido?... -pregunto, y luego en voz más alta sin dejar de mirar la choza, la furia casi puede conmigo-. ¡¿Quién ha sido?!

- Cabezas rapadas - responde una mujer, negra, que sostiene a un niño pequeño en brazos -. De los vuestros.

- Los seguidores de ese dictador en potencia - completa Basile, que mantiene una ensombrecida calma, mirando cómo las llamas consumen tanto a su chica como lo poco que poséia y su hogar.

... No puedo creerlo.

*¿Cómo puede ser un camarilla tan jodidamente bastardo?*

Por un momento, una pequeña parte de mí habría deseado seguir siendo sabbat, para tener una excusa y arrancar la cabeza a ese Ventrue.

Le ha quitado todo a Basile por una única frase, y en mi defensa.

Basile se agacha, recoge algo del suelo y lo guarda en el bolsillo. Después se dirige a su todoterreno, entra en él y enciende el motor, mientras las personas congregadas se lamentan, y alguna de ellas te da el pésame. Las sirenas de los bomberos comienzan a oírse a cierta distancia.

No escucho el pesame de esta gente, más falta le hace a Basile, pero por lo que veo, no creo que lo vaya a necesitar.

Las sirenas vienen, es mejor no estar aquí.

Camino hacia el coche.

Basile espera a que subas para arrancar. Pone dirección al centro de la ciudad, con tranquilidad, y de camino os cruzais con los caminiones de bomberos.

Cuando los camiones se alejan miro su cara. Su tranquilidad daría miedo a cualquiera.

Esa cara la tuve hace tiempo.

-... ¿Qué vamos a hacer? -pregunto, mirando a la carretera.

Tarda un rato en responderte:

- Iremos a casa de Emile, no tengo más refugios – responde simplemente. Hay algo de dolor reflejado en su voz, pero es un dolor calmo, resignado.

...

Su autocontrol es increible... Yo estaría loco de rabia en su situación.

No digo nada de camino a casa de Emile, pues es hurgar más en la herida.

Basile aparca a una manzana de la entrada, quita las llaves del contacto y se las queda mirando, taciturno.

No se que decirle, salvo esas dos palabras que no sirven de nada.

-... Lo siento.

*No te culpo*

... Ni él se cree lo que está diciendo. Podría haberle dicho muchas cosas, que no fui yo quien prendió fuego a su casa, que haré cualquier cosa por compensarle... pero no lo hago. No tiene sentido.

Solo bajo del vehículo.

-... Emile nos espera...

Basile baja del automóvil y va hasta la casa, pero espera detrás de ti a que abras.

Toco al portero automático.

-Emile... soy yo, Curtis.

La puerta se abre, y ella sale contenta a recibirte, pero entonces ve a Basil.

- ... ¿No podías dejarle venir sólo? - pregunta con altanería a tu señor.

Basile no responde.

-... Cariño... déjale pasar... -le digo. Mi cara indica que no es la mejor de las situaciones-... Te lo explicaré dentro... pero de momento Basile vivirá con nosotros.

- ¿Vivir con nosotros? - pregunta sorprendida, y mira tras vosotros.

- Tranquila... ella no va a venir.

- Mejor - dice Emile, y se aparta para que paséis, no sin darte un beso antes.

-Emile... te lo explicaré después, pero cállate hasta entonces -digo, frunciendo el ceño.

No me gusta abusar de mi vínculo con ella, pero es lo mejor para que Basile no pierda la razón.

Pasamos al interior.

Lo cierto es que, aunque parezca imposible, aparentemente Basile no da muestras de que vaya a perder el control.

- Puede quedarse en la habitación de arriba, a la izquierda.

Basile sube y cierra la puerta.

- ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo?

Suspiro, por fín se lo puedo contar.

-Yo estoy bien... pero él no.

Ojala no tuviera nada que contar.

-Han quemado el refugio de Basile... y la mujer estaba dentro.

- Bueno lo... lamento pero... ayer te golpeó tan fuerte.... podría haber estado él también dentro... - dice con cierta rabia.