Jugando con fuego (24/11/09)

Despierto nada más caer la noche. Y lo primero que hago es cojer el teléfono y llamar a Basile.

*Por Dios, que conteste*

Has dormido mal por la noche, como si hubieras tenido una pesadilla. El programa automático te da la respuesta de siemrpe:

El tléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura

Joder... espero que esté bien.

-... ¿Emile? -la llamo.

Nadie responde, y un escalofrío te recorre la espalda. Algo te dice que la casa está vacía.

Me levanto apresuradamente. No... de día no. No han podido hacerlo de día.

Bajo del piso de arriba, buscandola.

-¿Emile? -digo más alto.

No hay nadie en la casa.

Estás sólo.

Desde varios punto de vista.

... Maldito bastardo.

Llamo a Anton.

- Buenas noches ¿Qué deseaba? - pregunta una mujer al otro lado del teléfono.

Procuro que mi tono sea educado y no se note forzado.

-Buenas noches, señorita. Me gustaría hablar con el señor Anton.

Un par de minutos después, Antón coge el teléfono.

- Dime, Curtis, ¿en qué puedo ayudarte?

-Me parece que le debe a Basile una explicación dado que no puede tocarla.

Cuando tenga oportunidad lo dejaré atado a una antena de un tejado para que disfrute del amanecer.

-¿No le parece que se ha extralimitado?

... Está jugando con fuego.

Mi voz es calmada, seria.

-Está bien, señor Anton. Tal vez empezáramos mal, y de hecho le agradezco que se tome la libertad de cuidarla... Pero hay ciertas cosas que no deberían hacerse.

Mis colmillos se agarran tras mis labios, pero sigo hablando de forma tranquila.

-Tendrá noticias de mi señor, y si no tendrá noticias mías. Hasta entonces tenga la bondad de cuidarla, porque... tal vez haya cosas casi seguras, como por ejemplo mi corta esperanza de vida... pero hay una cosa segura. Antes o después, Emile volverá a mí. Sana, segura e intacta.

Tengo claro lo que voy a hacer. Por eso estoy seguro de mis palabras.

-No está en sus manos el poder cambiar eso.

Corto la llamada.

Era evidente que tenía que buscar a mi señor. Y si no lo encontraba, tendría que jugar a la política y a otras cosas con Anton.

Cojo mi abrigo, mis armas y mis estacas, y me encamino a la cochera. Antes de nada, miro debajo de los tres coches, para asegurarme de que no han sido manipulados.

Una vez echo eso, abro la cochera, y salgo con el Hammer. Era hora de buscar a Basile, y solo había alguien que podía saberlo.

Los Nosferatu.

/Buscando un fantasma, cementerio de Pere Lachaise (24/11/2009)/