A solas con el Príncipe 23/01/10

A la mierda. Mando un rápido mensaje.

"¿Dónde estás? ¿Estás bien?" No me atrevo a escribir nada más. Con las nuevas tecnologías, a saber si te pueden interceptar un mensaje. Cojo el bolso y aguardo en la puerta.

Va a buscarte a la misma puerta.

- Querida, estás espléndida, como siempre.

Le miro. Dios, cuanto lo he echado de menos...

-Gracias.-sonrio con cierta timidez.- Hoy quería probar algo más natural.

¡Centrate, quieres!

Sonríe con calidez... es tan diferente al señor que a veces demuestra.

- ¿Vamos?

Asiento, sonriendo. Parpadeo un poco y le cojo de la mano.

Te lleva hasta el coche, y abre la puerta para ti, caballeroso.

- ¿Cómo te encuentras?

Entro.

-Mejor con usted. Pero preocupada. Confusa. Algo asustada.

- ¿Alguien te ha estado asustando?

-Es todo en general... desde que nos secuestraron a mi padre y a mi... hasta esta noche. Incluso he tenido hoy un sueño muy extraño. No era una pesadilla de las de siempre, ni siquiera han salido personas. Temo que va a suceder algo muy malo.

- ¿Puedo hacer algo por aliviarte?

Le miro a los ojos.

-Por favor, abraceme.

Lo hace.

- No te preocupes, yo te protejo - te cobija en sus brazos.

-¿Y quién le proteje a usted?-me recorre un escalofrío.-Da miedo. Lo que siento por usted es tan intenso que me da miedo.

- Ya te lo he dicho. multitud de personas velan por mi seguridad. No te preocupes por mí.

-Y otra multitud le quiere ver muerto.-Le abrazo más fuerte.- Le quiero. Le quiero, y he desequilibrado la balanza que le protegía. Y yo... no sé... n-no sé como...

- Pero mírame... Estoy bien ¿Verdad? Sí, eché a Pompignan ayer ¿y qué? No se ha caido el mundo hoy ¿No es cierto?

Supongo que el mundo no se caerá en un solo día.

-Perdonad mi insistencia, señor. Es solo...-callo, atribulada. No sé como explicarselo todo, no encuentro las palabras. Ni mi amor ni mi miedo, ni mi confusión ni la sensación de soledad que he llegado a tener. Quiero solucionar las cosas, pero no me va a servir de nada si muere antes.

Él te consuela con suaves caricias y un poco de vana conversación mientras atravesais la ciudad. Al poco, estáis saliendo de ella.

Agradezco su conversación y bebo del momento. No sé cuando puede terminar. Veo como salimos de la ciudad.

-¿A dónde vamos?

- A una parte más alta del rio... lejos de la contaminación.

-¿Queda algún sitio así en parís?

- Más al Norte, más allá de los... ¿cómo los llaman? ¿Puestos industriales?

Rio un poco.

-Creo que se refiere a los polígonos industriales.

Ríe también.

- Demonios, debo hablar más con la gente de hoy en día.

-Tal vez.-le acaricio el rostro.