A solas con el Príncipe 23/01/10

*Van a usar explosivos. Voy a aislar el bunker o nos destrozaran los oídos*

Va hasta el panel y pulsa una tecla. Unos pesados paneles metálicos comienzan a descender.

- ¡Están ahí! ¡Hijos de puta! ¡Rápido! - es lo último que oyes del exterior.

-¿Qué has hecho?-¿qué narices puede hacer este panel?

- Aislar el bunker. Tranquila, nada podrá penetrar en él.

-O salir...-Mierda. No sé si esto mejora o empeora. Y lo peor... ¿cómo estarán...?-¿esa es la única salida del bunker?

- Sí.

-...Entonces sólo podemos esperar... ¿pero cuánto tiempo estaremos aquí?

- No lo sé. Ni puedo ni quiero esconderme indefinidamente pero...

Escuchas fuera un petardazo, pero suena como distante.

Joder...

-...¿qué más puedes hacer con el panel de control?

- Cálmate, ¿de acuerdo? No tienes que preocuparte por los de fuera. Este bunker fue construido en el auge del pánico a las bombas atómicas.

-...Supongo que no queda más que esperar.

Esperais. Y esperais...

Y entonces empezais a sentir un agobiante y acuciante calor.

-¡Françoise!-Digo alarmada.- ¡Están tratando de quemar el Bunker!

- No, querida, no lo pueden quemar. Van a asarnos vivos - ves cómo empieza a soltar a Antón.

Respiro hondo. Recuerda, calma. En los peores momentos cuando todo está perdido, la mínima posibilidad solo se alcanza con calma.

-¿Qué hacemos?

- Tenemos que salir. Armaos.

Me las apaño para colocar el cuchillo y las estacas a mano para usarlas en cuanto las necesite. Las pistolas han quedado inservibles. Puesto que no sé exactamente que son estas armas, decido coger la que parezca una pistola y algunas estacas, o lo que Françoise me indique que me venga mejor. Después quito los tacones de los zapatos y rasgo el vestido de manera que no me vaya a resultar un impedimento al luchar.

El príncipe te mira de arriba a abajo.

Resopla levemente.

- Querida, estás especta...

- Villón, maldita sea, ahora no.

Desvio la mirada, un poco incomoda. Esto en la banda no pasaba, aunque por motivos obvios.

-Tenemos que darnos prisa.

- Bien, sólo hay un problema. Tenemos que salir por la única puerta, que es a donde están dirigiendo el calor. Probablemente una llama bien grande.

¡Mierda!

-Pues como no tengas aquí agua "bendita" en grandes cantidades.-señalo el lugar donde estaban las armas.-No sé que podemos hacer. O bueno, no sé hasta donde llegan tus poderes. ¿Podrías influir en ellos para que... desviaran la llama, soltaran los que sujeten la máquina-imagino un lanzallamas o algo por el estilo.- o algo así?

O eso o en cuanto abramos esa puerta encontraremos la muerte definitiva.

- No puedo dominarles sin verles - te responde.

- Tenemos que salir ya - insiste Antón.

- Saldré yo primero, soy muy resistente.

-Pero...¿será suficiente?

Que me lo queman vivo los muy cabrones.

- Ahora lo descubriremos... - pulsa el botón que abre las láminas de aislamiento.

Empezais a oir de nuevo lo que ocurre en el exterior. Pero curiosamente no se oye casi nada.

Extraño... trago saliva. A decir verdad, no sabemos si están lanzando las llamas directamente a la puerta o si han hecho arder el bosque entero. Maldita sea. Me tenso y me preparo, sin añadir nada más.

Villón se pone el primero, y ordena a Antón tomar el segundo puesto. Tú saldrás la tercera. Mira la puerta aún cerrada y con un golpe seco de su arma acciona la apertura y se lanza hacia delante. Veis una llamarada entrar mientras él sale.

//FdI: Tiradas de rotschreck, primero Antón//