Enemigos públicos (29/11/09)

Despierto gracias a los mimos y besos de Emile cuando el sol cae. Siempre iba a ser mejor que el estruendo de un despertador, y mucho más dulce.

Sonrio nada más despegar los ojos y verla.

-Buenas noches, cariño.

- Buenas noches, mi amor - dice besándote con pasion.

En ese momento llaman a la puerta, y tras recibir el permiso de Emile, un ghoul entra con una bandeja:

- La cena, señora.

- Gracias, muy amable - la recoje y va a la cama a comer, mientras el ghoul se retira -. Es genial cómo se come en esta casa...

Sonrio.

-Empezaba a verte demasiado delgada. Ultimamente no comías demasiado... me gusta verte con apetito.

Ella te sonríe:

- No te preocupes por mí, cielo - dice antes de seguir comiendo - ¿Y Basile?

-... No lo se... voy a verle, por si necesita algo. Quédate comiendo, enseguida vuelvo.

Le doy un beso, me levanto de la cama y camino hacia fuera.

Sales del cuarto y recorres las habitaciones, pero no le ves ahi... en cambio, escuchas una conversación proviniente del piso de abajo:

- ... Sólo te digo que no me gusta, Carlo - dice una mujer - ¿Sabes siquiera de dónde ha salido?

- No

- Pues deja de jugar a esto antes de que salgas mal parado.

- No

- Siempre has sido un testarudo... pero un testarudo con dos dedos de frente. Estas jugando con fuego y te vas a quemar

Me paro, la voz de esa mujer... no me suena... sin embargo no me iria mal escuchar de qué hablan... por la pinta que tiene la conversación.

Permanezco allí, escuchando.

- Sé bien lo que hago.

- A otro perro con ese hueso, Carlo, puedo ver através de ti, y estas... cambiando.

- Sólo sigo el consejo de un amigo.

- Yo soy una amiga, ese recien llegado no merece llamarse amigo.

- ¿Quién dice que hablo de él?

- Por Dios, Carlo, no insultes mis dotes - se caya un momento -. Él es un desconocido. No es tu amigo.

- Pero tampoco es un siervo.

- ¡Ni tu chiquillo!

- ¿Crees que he olvidado que no tengo progenie? Lo recuerdo cada día de mi maldita existencia - responde Antón, escupiendo las palabras entre dientes.

Se hace el silencio por unos momentos.

- Hazme caso, por favor. Aleja a ese etranjero de ti. Por tu bien.

Oyes unos pasos de tacon, y luego cómo una puerta se cierra. Después una maldición, y algo que cae al suelo. Cuando miras hacia un lado, te encuentras con un Ghoul, que te ha sorprendido ahi escuchando.

Miro al ghoul. No tiene pinta de amable... pero no me importa. Vuelvo a mirar hacia abajo unos segundos, y entonces me decido.

Bajo las escaleras.

El ghoul baja detrás de ti.

Ves una mesa volcada al lado de Antón, que tiene los brazos en jarra, mirando al suelo, pensativo.

Todo lo que dijo esa mujer... fuese quien fuese...

-... No se quien era ella... pero tiene razón.

- ¡Lárgate! - ordena al ghoul, iracundo - ¿Tiene razón? Entonces acércate - dice sacando una daga de entre su ropa.

Parpadeo un par de veces... pero no me voy a amilanar por un trozo de metal, si es que pretende usarlo contra mí.

Me acerco despacio hacia él.

-¿Por qué?

Antes de que puedas darte cuenta, te ha agarrado por la camiseta y tiene la hoja en tu cuello.

- Por que si tiene razón, tengo que eliminarte antes de que me perjudiques más.

Sus ojos te miran fijamente.

Mis ojos bajan, aunque no pueda verlo siento el helado filo contra la piel de mi cuello.

Después vuelvo a mirarle a él.

-... Si quieres que te de razones para dejarme con vida, no puedo darte ninguna... No puedo cambiar el clan que me abrazó, pero sí intentar compensar por lo que soy.

Entrecierro los ojos.

-¿De verdad vas a matarme?

Antón en lugar de responderte te pone contra la pared. La rapidez con la que recorre la distancia hasta el muro es asombrosa, sin embargo sólo sientes un golpe seco, pero leve.

Su mirada es racheada, entre la ira, la confusión, el odio, e incluso la piedad y el miedo. La hoja tiembla en tu cuello, y finalmente Antón parece rendirse, baja la daga y te suelta, dándote la espalda.

- Me haces débil... - murmura con tono de acusación.

Paso un dedo por mi cuello, en donde hay una delgada linea de sangre, como la que haría una cuchilla en el afeitado. No tarda en cerrarse por si sola, y me llevo a la boca la sangre de mi dedo.

-... Matar es fácil, detenerse no. De hecho eres más fuerte que antes.

Me tiro unos segundos en silencio.

-¿Quién era esa vampiresa?

- Te cruzaste con ella en los almacenes. Es una vieja amiga, amiga de mi Sire, en sus días. - responde guardándose la daga - Y tiene razón, desde luego, juego con fuego, estoy cambiando, y no me gusta.

*¿Quién dijo que cambiar fuese fácil?*

-Yo tardé diez años en darme cuenta de que mi modo de vida no era el correcto-digo, mirando a un lado.

- ¿Y quién determina si es el correcto? - pregunta retóricamente -. Yo estaba bien como estaba.

... ¿Será cabrón?

-¿Tan ciego estás por tu ego, Antón, que te escudas tras esa acusación barata? Tuviste suerte de que no te mataran en todos estos años. Tarde o temprano habrías acabado rodeado de nosferatus u otros enemigos, decidiendo que hacer contigo. ¿Y entonces qué? ¿Cómo crees que se trata a los monstruos si ven a alguien comportarse como uno? Deja de engañarte a ti mismo.

... No se ni por qué me esfuerzo.

-Intento ayudarte Antón, pero no me lo pones nada fácil.

- ¿Intentas ayudarme? Pues te estás luciendo, niño - responde, con cierto desprecio, pero luego te mira de otro modo -. Pero no te estoy acusando de nada, solo constato un hecho. Me alegro de que llegaras a mí... es decir, aquí - se corrige -. Y quiero que sepas algo más... No me importa. No me importa qué clan te diera la inmortalidad.

No me esperaba esa respuesta... pero todo lo que ha dicho, por muy hiriente que fuese, no dejaba de ser cierto. He traido la desgracia a todos los que toco.

Frunzo el ceño, y me apoyo de nuevo en la pared tras mi espalda, mirando a mis pies. "No le importa" dice.

-Ojala el conclave parisino opinara así...