Enemigos públicos (29/11/09)

Antón mira a un lado, duda, y luego pone una reconfortante mano sobre tu hombro.

- No permitiré que te dañen. - dice con total convicción - Llegarás a vivir aquí, sin depender de nadie, y sin que te molesten.

Tampoco me esperaba esta demostración de humanidad. Le miro a los ojos... sin saber por un momento qué responder.

-... Agradezco tus palabras... -le digo con sinceridad-... Pero ambos sabemos lo que pasará. Tarde o temprano se descubrirá el pastel, y si se empeñan en encontrarme lo harán.

Eso si es un hecho.

- Eres un pesimista. Si demuestras tu lealtad a la camarilla antes de que descubran lo que eres, tendras muchos puntos ganados. No eres el unico Lasombra Antitribu de la ciudad ¿Sabes? - te aprieta un poco el hombro y pone dirección al salón.

¿Qué?

-¿Hay otros? -pregunto casi de inmediato, siguiéndole.

- Hay otro, para ser sincero - responde, sirviéndote una copa de sangre -. Al menos que se sepa.

Cojo la copa, como algo involuntario.

-... Pero... ¿Cómo? ¿Cuanto lleva en la ciudad? -pregunto, todavía incredulo y alucinando por la noticia.

- Calma, niño, todo a su tiempo - responde - Ella no puede ayudarte aún. Como comprenderás, apoyar a un ex-sabbat no es precisamente lo mejor para su imagen.

Ella...

Vacio mi cabeza de pájaros. Debo ser realista.

-... Aun así... no tengo ni idea de cómo demostrarles que soy leal... o al menos que no soy un enemigo.

- De momento, mostrando tu impecable dedicación a la Camarilla... yo me ocupare de eso, y Jehová - hay desprecio cuando habla de él - quizás coincida conmigo por una vez. Iremos ganando aliados para ti, si jugamos bien las cartas... deja que yo me ocupe de las apuestas y la jugada, tú sólo mantén el farol

Doy un trago a la copa antes de contestar.

-... Supongo que sí.

*O me convierto en camarilla o en cenizas al viento... esa sería la idea*

- Buen chico - dice con una sonrisa cordial, casi cariñosa.

En ese momento llega Emile, que se queda en la puerta, dudando si pasar o no.

- Entra, querida, por favor. Sólo charlábamos de cosas triviales.

Te das cuenta enseguida de que su actitud cambia, se vuelve de nuevo perspicaz y cínico.

Ya estamos otra vez...

-Puedes pasar, Emile -procuro sonreir, para darle a entender que no pasará nada.

Entonces a mi cabeza viene Basile.

-... Antón, ¿Has visto a Basile esta noche?

- Sí, le envié a hacer un trabajito - responde, con cierto desdén.

Parpadeo.

-... Un momento, ¿qué trabajito?

Espero que no sea de nuevo lo de los nosferatu.

- Nada peligroso, tranquilo, no vas a perder a tu querido jefe - contesta.

Me relajo un poco, creyendole por un momento. No hablo con arrogancia.

-... Me sentiría más tranquilo si supiese de qué se trata.

Él te mira por un momento, como indeciso sobre concederte esa petición, pero finalmente su trato hacia ti se sobrepone a la estúpida máscara que parece llevar ante los demás.

- Sólo tiene que vigilar a un protegido. Tiene gran talento, pero es ex-drogadicto y hace tres dias que no pasa por su metadona. Me preocupa que sus dotes caigan en el olvido con él - responde, aún así con cierta dejadez - Hablando de dones, querida, hace mucho que no te oigo tocar.

- No tengo aquí mi chelo - contesta sin mirarle.

Antón chasquéa los dedos.

- Lo solucionaré - dice saliendo de la estancia.

- Ese tipo es insoportable - susurra ella acercándose a ti.

Una sonrisa breve aparece en mi cara.

-Pero no te quejas de la comida ¿verdad? -y la beso en la mejilla-... No pasa nada. Imagina que es como la última vez, que tocas para mí.

Ella te abraza durante unos cuantos segundos y te devuelve el beso en la mejilla.

- Precioso - comenta Antón entrando - ¿Ya la has "alimentado"?

Sonrio un poco.

-Ese tipo de preguntas no se hacen -digo, haciendome el ofendido de manera evidente, por mi forma de sonreir.

Antón es incapaz de evitar una fugaz media sonrisa.

- Pronto estará aquí para que puedas deleitarme, querida - dice sentándose en el sillón.

- Señor... - dice un ghoul desde la puerta, inclinando la cabeza ante su mirada -. Tenemos un pequeño problema.

- ¿De qué tipo?

- Intrusos - responde -, pero están controlados, señor.

... "Podemos controlarlo", dijo más de uno antes de morir.

Siento tentación de enviarla a su habitación... pero allí no hay nadie que la proteja.

-... ¿Qué clase de intrusos?

El ghoul te mira... y te ignora.

- Respóndele - le ordena Antón cn tono molesto.

- Será mejor que venga a verlo usted mismo, señor - contesta con el mayor respeto.

Antón se levanta y sale del salón, siguiendo al ghoul.