Reloj en contra (29/11/09)

Cruzamos la frontera de Las Torres poco después de salir de casa de Antón... Sin embargo me asaltan dudas.

-¿Cómo puede estar en un almacen si fue a cuidar un protegido?

Antón se encoje de hombros, sin perder de vista la carretera.

- Te aseguro que yo no le envié a nada que entrañase peligro - responde -. O al menos no me lo pareció.

Me lo pienso... no tiene ninguna necesidad de mentirme.

Sin dejar de mirar a la carretera, recargo el arma y vuelvo a guardarla. Hay que estar preparado.

-¿Sabes algo de los almacenes de Las Torres?

- Sé que no es el mejor sitio para estar. Plagado de anarquistas peligrosos... - de pronto frunce el ceño - Tal vez hayan sido ellos - sacude la cabeza - Aunque tendría más sentido que le hubieran cortado en pedazos con una motosierra, no es muy suyo ocultar los hechos con un incendio.

Conduce a toda velocidad por la ciudad, como una maldita bala sin preocuparse de posibles peatones.

- Ya casi estamos...

-¿Qué tendrían ellos contra Basile? -y un par de segundos después le miro-... ¿O no se trata de él?

- ¡Eh! No tengo la culpa de todo ¿sabes? - pregunta, mirándote por un momento - Ellos tienen suficientes razones para matarle por si mismo. Fue anarquista, antes que Camarilla.

-... Supongo que todos tenemos un pasado.

Sigo mirando la carretera.

- Miller - llama tu atención, señalando a uno de los almacenes, del que sale por las ventanas una irregular luz ambar.

Miro la luz. No puede ser otra cosa que fuego.

-... Basile...

No me hago ilusiones... pero había que intentarlo.

-Por Dios, acelera.

El motor se queja con un rugido cuando mete otra marcha.

- Ponte el cinturón, Miller - te dice.

No tardas en averiguar porqué cuando el bolido se lanza contra la chapa del garaje de carga y descarga, que se dobla y sale volando no sin dejar el coche destrozado a su paso, especialmente cuando sigue adelante, chocando medio lateralmente contra la pared que hay poco más allá.

Antón sacude la cabeza, tiene un corte en el pómulo, pero nada más, te mira de arriba a abajo un segundo, levantándote la cara (estás algo aturdido), luego desabrocha ambos cinturones. Sólo podéis salir por tu puerta.

Salgo de mi aturdimiento... y recuerdo donde estoy. Salgo del coche, dejandole sitio a Antón para salir.

Siento el cuello un poco magullado, pero torciendolo a un lado cruje y deja de doler.

-¿Cuantas veces has hecho esto? -le pregunto-... Vamos.

- Hace mucho que no tomaba riesgos estúpidos... sienta bien - contesta.

El garaje está separado del resto del almacén por un puerta. El incendio parece aislado al otro lado.

Me pongo delante de la puerta, con intención de abrirla, pero me detengo instantes antes de pretender cojer el asa.

*Deflagración...*

Toco con el dorso de la mano la puerta. Si está caliente, no podemos entrar por ahí.

No está completamente caliente, aunque tampoco fría.

La abro despacio, para ver que tal está el otro lado.

Nada más abrir, sientes la diferencia de temperatura. Dentro es un maldito infierno, todas las cajas y las maderas estan ardiendo, las llamas llegan hasta dos metros por encima de ti, y parte del suelo se está cayendo; el techo tampoco parece que vaya a durar demasiado.

Antón mira el espectaculo.

- No voy a entrar ahi por nada del mundo...

-¡Basile! -grito, intentando que me oiga.

- ¿Curtis? Dios ¡Ayúdame! ¡No puedo salir!

Antes de que te muevas, Antón te agarra con una mano del brazo, con suavidad.

- Es una locura, está perdido... No entres ahí - no es una orden, si no una petición.

-¡Aguanta! ¡Ahora mismo voy! -grito. Trato de pensar. Solo necesito algo de liquido que no sea inflamable...

¡Lo tengo!

Voy corriendo al coche, y levanto el capó. No me cuesta encontrar el depósito del limpia parabrisas.

Lo arranco de cuajo y lo derramo sobre mí, procurando cubrirme. Tenia lo suficiente para empaparme por completo.

- ¡No vayas, Miller! - ordena, pero no suena a orden, suena a desesperación.

Voy corriendo hacia la puerta.

-Él haría lo mísmo por mí.

Coloco el cuello de mi chaqueta cubriendo mi cabeza y mi cara, dejandome lo minimo para ver, y entro.

-¡Basile, ¿Dónde estás?!

Uso toda mi voluntad para entrar. La bestia chilla en mis oidos pidiendome a gritos que vuelva atrás.

-¡¿Donde estás?!

1fv//

A penas puedes ver entre el deslumbramiento de las llamas y la oscuridad.

- ¡Aqui! - oyes su voz a la derecha, por donde el fuego parece más etendido - ¡Date prisa!

-¡Aguanta!

Mientras camino, voy rezando todas las plegarias que conozco. Gracias a Dios no me quemo.

-¡Sigue hablandome Basile, orientame!

Des+Atletismo, 1 sangre des//

El miembro 'Curtis Miller' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'd10' : 7, 5, 1, 9, 7, 3