Quemados (29/11/09)

Cuando llegáis a la casa, Basile aún no se ha despertado. Los Ghouls os ayudan a entrar (menos a Antón, que no tiene cara de que nadie pueda acercársele) os llevan hasta el salón y enseguida traen calmantes, agua, tijeras, gasas y vendas, para curaros.

Antón va a su reserva de sangre y bebe, aunque eso no consigue cerrar sus heridas. Sin dejarse prestar atención médica, se sienta en su sillón, con la copa en la mano.

Ese olor nos acompaña todo el camino, pues está impregnado en nosotros. Ese olor a ceniza y carne quemada.

Por suerte, ninguno de los tres está muerto. Por algún milagro, solo estamos un poco doloridos.

Quien más me preocupa es Basile, es quien más ha estado expuesto a las llamas del almacen... pero por algun motivo, sentía algo de verguenza por haber desoido la "orden" de Antón al meterme entre las llamas.

Puedo verlo ahí, no es la típica cara de alguien que pierde un coche o algo de ropa. Es la de alguien que ha estado a punto de perder a alguien importante.

¿Cómo puedo sentirme mal por que se sienta así?... Y lo que más me aturde, ¿Cómo puedo siquiera mirarle como un aliado?

No se qué hacer, cómo reaccionar ante un asesino de niños que ahora resulta ser un heroe.

Curiosamente, yo soy el que ha salido mejor parado, con una quemadura superficial en la pierna por patear la puerta en llamas. No tardan demasiado en "curarla".

Me levanto, con cierta molestia en la pierna, y voy hacia los sillones con Antón, dejando que se ocupen de Basile... Me mantengo un poco en silencio, mirándole con una evidente confusión.

Pero si de verdad quería curarse por dentro más que por fuera, tenía que decirselo.

-... Gracias.

Él tarda unos segundos en responderte.

- Podías haber muerto - responde, en tono de acusación.

Hablo con voz calmada. Tal vez había una oportunidad para hacerle entender.

-... Siento si te he preocupado... pero nadie merece morir así. No podía dejarle allí.

- No me hables como si fuera incapaz de comprenderlo - responde, mirándote furioso por un momento, para luego volver a mirar el fuego.

- Ve a curarte esa pierna - contesta, aún sin mirarte.

... No está dispuesto a escuchar... Y puede que sea el momento para darle unos minutos a solas.

-... Te ayudaré a sanar... -le digo, alejandome del sitio. Veo a Basile, siendo atendido por ellos. Aquí no corre peligro...

*... Creo que es el momento de una ducha* -me digo a mi mismo en mi cabeza. Hasta mi mente parece cansada.

A parte de que me hacía falta desprenderme de este olor a azufre, necesitaba unos minutos en silencio, sin pensar.

-... Iré a darme una ducha.

- Supongo que no pides permiso... - responde Antón, con punzante socarronería, después de lo que has hecho esta noche sin su consentimiento.

No merezco esa clase de puñaladas a mi orgullo (aunque quizás sí)... pero comprendo que esa solo es su mascarada personal. No vale la pena pelear ahora.

-... Entonces tal vez solo quiera estar un minuto a solas, en mi habitación -digo, con voz cansada.

Luego me dirijo a los ghouls.

-... Por favor, cuidadle... Lo ha pasado bastante mal... -y me doy la vuelta, hacia la salida-. Todos lo hemos pasado bastante mal.

*... Y todos hemos tenido suficiente*

Empiezo a caminar, dejando el salón y subiendo las escaleras. Esa sensación de verguenza sigue ahí, pero la angustia por no poder hacer nada mejor es peor.

*En momentos como este, Emile sería un gran apoyo*

Te quedas en la habitación, y poco tiempo empiezas a oír ruidos abajo, como si arrastrasen algoo muy pesado por el suelo.

*Joder... ¿No puede pasar algo tranquilo en esta casa?*

Me levanto de la cama, y bajo las escaleras.

Según miras al salón, ves que están corriendo un mueble que había pegado a la pared. Detrás hay unos grilletes anclados a la pared. Han dejado a Basile bien atendido en su cuarto, y sólo Antón y sus ghouls están allí. Antón gira su sillón para quedar mirando hacia los grilletes.

*Vaya, resulta que aquí también predomina el sadomaso* -pienso, sarcasticamente. Era evidente para quién era.

Entro en el salón.

- Señor - dice uno de los ghouls, asomándose temeroso -... la jaula está vacía...

- No la habéis abierto ¿Verdad, imbécil? Porque de ser así uno de vosotros ocupará su lugar...

- No, no... lo juro, señor, no la hemos abierto...

- Entonces dile a ese desgraciado que se muestre a vuestros ojos, o me hará bajar a mí a buscarle...

¿Cómo?

-¿Le quitasteis la estaca? -digo, frunciendo el ceño. Era perder el tiempo ponerlos a parir.

Saco la pistola.

-¿Está por aquí, Antón?

- No, supongo que se le cayó cuando le metieron en la jaula... seguro que sigue ahí.

Efectivamente, al rato le traen, amordazado y con los ojos vendados, como ha ordenado Antón, que hace un leve gesto para que lo lleven hasta los grilletes. Al principio se resiste, pero cuando Antón le saluda deja de hacerlo.

Me relajo levemente, pero no guardaré la pistola hasta que esté seguro de que le han puesto bien los grilletes.

No me fio un pelo... a saber qué habrá estado haciendo a solas.

- Quitadle la venda - ordena Antón.

- ¿Y la mordaza, Señor?

- No... Será mejor que no. La va a necesitar.

Los ghouls obedecen y luego se marchan.

Veo cómo nos dejan solos...

No puedo dejar que se corrompa todavía más.

-... Antón... Recuerda lo que quieres...

- No sé... hechos como los de hoy me demuestran que mi antigua filosofía no estaba tan equivocada... después de todo no hubiera entrado a por vosotros - dice, acariciando uno de sus brazos heridos de forma inconsciente.

No pinta bien...

-... Nunca dije que fuese fácil... pero debes poner de tu parte. Tú mismo me pediste que te ayudara a vencer a la bestia...

Me tomo unos segundos de silencio.

-Deja que yo me ocupe.

Él hace un gesto desganado con la cabeza, dándote permiso para que tomes las riendas del asunto. El nosferatu, por cierto, parece encantado con ello, a pesar del tiro en la entrepierna de antes.

Asiento, y me giro hacia el nosferatu. Me acerco y le saco la mordaza de la boca.

-Has tenido suerte contándolo a tiempo, Nosferatu... ¿Qué querías a cambio de esa infromación?

- ... Pues - lanza una breve mirada a Antón, que parece un gato hambriento mirando a un ratón cojo - ... Un refugio... Ahora que el clan me ha expulsado... no puedo pisar su territorio... y no tengo... ningún sitio en el que estar...