Quemados (29/11/09)

Te mira, escuchando tus palabras, y luego sonrie de medio lado, reconfortado, esperanzado.

- Ya que vas a bajar a dejar eso en las jaulas... haz una visita a Emile.

Emile... En las jaulas... Se me hace el estómago magnesia.

-... Una jaula no es sitio para un artista...

No puedo ir con prisa.

-¿Cuando podrá salir de ahí?

- Tal y como te comportas... nunca - responde, dejando las bromas a un lado ya.

Tengo que pasar por este mal trago...

*No puedo dormir tranquilo sabiendo que está sufriendo en una jaula como una prisionera.*

-... Prometo comportarme.

- La respuesta sigue siendo no... hoy has dado un buen ejemplo de por qué necesitas mas disciplina - responde Anton, inamovible.

Parece ue Emile tendrá que pasar un número indeterminado de noches mas en la fria jaula, sola y encerrada...

Mi mirada baja... aún está endurecido, y lo estará durante mucho tiempo.

La servidumbre nunca fue mi fuerte, pero tengo que hacer un esfuerzo... por ella.

-... Aceptaré tu decisión... Y te compensaré por lo sucedido.

Miro al Nosferatu, y entonces, sin demasiada dificultad, me lo llevo al hombro como si no fuese más que un saco poco pesado.

-... Al menos... Considera al menos cambiar su celda por una habitación cerrada... -digo, con sumisión, antes de encaminarme al exterior del salón.

-............. Diablos, Curtis, está bien, llévatela a donde quieras... pero no olvides el compromiso que tienes conmigo - adiverte. No suena a amenaza si no más bien... a que le cuesta negarte los caprichos, pero está dispuesto a ser firme.

Le miro de pronto, por primera vez, la ilusión ilumina mi cara.

-... Gracias señor... No lo olvidaré.

Camino ahora con paso energico hacia las celdas, preguntando a los ghouls donde se encuentran, y pidiendoles que me acompañen para encerrar al prisionero.

"Emile" es lo único que resuena en mi cabeza ahora.

Los ghouls te conduen a una jaula vacía en la que ponerle (literalmente con eso, jaulas, de barrotes de no más de dos metros por dos metros). Luego te acompañan a otra parte del sotanos, con más jaulas como esa... y en una de ellas está Emile, que se leanta al verte y saca los brazos entre los barrotes.

- ¡Curtis! ¡Sácame de aquí, por favor!

Me aseguro de que el Nosferatu no vuelva a escapar por minucias como la de que se le caiga la estaca. Luego se lo comunico a los guardas, para que estén atentos.

Cuando veo a Emile, me acerco a ella al instante, tratando de abrirle la puerta.

-Cuidado con los brazos, voy a sacarte de ahí.

El ghoul usa la llave para abrir la puerta, una vez ella le deja espacio. Emile se lanza a tus brazos.

- ¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño ese monstruo?

-No, no me ha hecho nada... -le digo, sintiendome arrepentido de aquél arrebato, que podría haber costado la vida de los dos-... Lo siento Emile, por mi culpa te metieron aquí.

-No... Loco no... Atormentado tal vez.

La abrazo firmemente, besándola.

-Vámonos arriba a la habitación, no volveré a dejar que bajes aquí.

Mientras subís, continúa hablando.

- Está desequilibrado. Cuandote desmayaste... - se le enrojecen un poco los ojos al recordar ese momento - Él me soltó, y corrió... ¿sabes cómo corre? Corrió a por sangre, y te pedía perdón... y rogaba que no... que no le... ¿odiaras? - dice confusa.

No respondo nada hasta que entramos en la habitación, y cerré la puerta detrás de mí.

-... Hay algo que tengo que contarte sobre nosotros, los vampiros...

La ayudo a que se siente.

-... Cuando... cambiamos, dejamos de ser humanos, y con el tiempo, si nos dejamos llevar por los excesos o el odio... El instinto depredador nos posee, volviendonos crueles y sádicos... Hasta que llega un punto en el que cuesta controlar las acciones.

Mi mano aferra la suya.

-Antón perdió a sus -no es momento de describir lo que era un sire o un chiquillo-... hijos de forma injusta hace más de medio siglo, y eso lo destrozó, como haría con cualquier humano, pero... para nosotros todo es más intenso, es dificil de explicar, pero en definitiva, Antón está sufriendo mucho.

Las últimas palabras suenan como si me estuviese dando cuenta de ellas ahora.

-... Pero aun no ha alcanzado el punto de no retorno.

Ella te mira, escuchando cada una de tus palabras, luego baja la vista y asiente, comprendiendo. Se acurruca contra ti, necesitando sentirse segura y protegida. Entonces se da cuenta de que estás herido.

- Dios mío... ¿Qué te ha pasado? ¿¡Te echó a la chimenéa al final?!

Sonrio, su preocupación hacía que me sintiese bien.

-Si te lo contara no me creerias... pero no fue él. No te preocupes, mañana estaré bien. Ahora lo importante es que tú estes bien.

No solo se lo decía de forma sincera, también para que se sintiese mejor.

- Yo estoy bien... si tú estás conmigo - responde, besándote y acurrucándose e nuevo.

Cuando me dice eso, no puedo evitar besarla.

Basile tenía razón. Considerarla un juguete era un error, y estar con ella era algo más que un encamprichamiento por una humana. La necesito más que a nada.

Mientras la beso, la recuesto en la cama, y durante el resto de la noche, dejo que su calor nos arrope a los dos, compensándola por todo lo que sufrió, y haciendola sentirse querida como un vampiro y un amante pueden demostrar.

/De nuevo lamiendo heridas, Refugio de Antón (30/11/2009)/