Dolor al despertar (14/12/09)

Duermo y despierto de la misma forma, con malestar. Emile es mi protegida, mi amada, y la he tratado como si fuese una esclava o una niña malcriada, atormentando su inocencia.

Cuando despierto, siento parte de la cara acartonada, y cuando paso la mano veo que es sangre reseca.

Bajo de la cama, me visto y empiezo a bajar las escaleras. Me gustaría despedirme de Antón antes de irme. Cuando salgo al rellano, hago un esfuerzo monumental por no torcer e ir a la habitación de Emile.

Antón está abajo y te mira con preocupación.

- ¿Estás bien?

-... Buenas noches, Carlo... -digo, como si acabase de salir de una migraña. De hecho, desearía tener una en vez de lo ocurrido ayer.

Aun se notan los surcos de sangre.


-Haré una llamada. Veré si han conseguido a alguien más de su grupo. Si no, tendré que llevarlos conmigo, para buscar refugiados en otro lado.

- Ven aquí - te pide, y te conduce a uno de los baños, donde cooge una toalla, la humedece y te limpia la cara -. Anímate, chiquillo... Lo de ayer fue grave, pero apsó, y con suerte no tendremos consecuendias, y si las hay serán mínimas.

Cojo la toalla, y con ella me limpio la cara. Daria lo que fuera por tener reflejo ahora mismo.

Mirando la sangre en la toalla tras limpiarme, apoyo las manos en el lavamanos. Miro al espejo, y sólo veo a Antón.

-... Padre... Sé que hice lo correcto, pero cuando la vi llorando no pude soportarlo... He destruido la inocencia de Emile... no será la misma nunca más...

- No lo será, pero no por ti, por mí - responde -. Y una cosa es la inocencia y otra la ignorancia. Si su fondo es bueno, se recuperará, sin perder los necesarios conocimientos que ahora tiene.

Espero que tenga razón... me sería más fácil, pero no menos doloroso.

-Tengo... que hacer una llamada.

Antón asiente y te deja a solas.

Inspiro y expiro profundamente. Las cosas irán mejor... Tienen que ir mejor. De alguna forma, esto tiene que arreglarse.

Cojo el teléfono y hago una llamada a Vic.

- ¿Diga?

-Hola Vic, soy yo -digo, expirando-... ¿Qué tal va todo?... ¿Hubo suerte con tus hermanos?

-... Son evidentes las intenciones de Lemir... Deja que se quede. Al menos allí no le pondrá la mano encima.

Suspiro. Espero que sean más dentro de poco.

-Iré dentro de un rato al refugio... para ver como estáis y esas cosas.

- Perfecto, aquí estaremos.... y traiga un par de botes más de sangre, ahora somos seis... - pide con inseguridad.

Encima pidiendo.

-... Veré qué se puede hacer... estaré alli pronto.

Corto la llamada, y entonces voy en busca de Antón. Cuando le encuentro, se lo digo.

-... Tengo a otros tres más... pero siguen sin ser suficientes. Con suerte, mañana tendré a los diez.

- Está bien... tampoco hay que ser avariciosos.

-Lo sé... Cuando les vea, veré si se debe ampliar el pedido de sangre de hospital. No quiero gorrones que chupen del bote.

Me despido.

-Tardaré poco en volver, Padre.

- De acuerdo, chiquillo. - responde, volviendo a su sillón frrente a la chimenea

Voy directamente a la salida. En mi cabeza permanece la imagen de ayer, de Emile... cuando vuelva lo arreglare.

Tendrá que haber un modo.

Me meto en el coche y voy al refugio.

/Nuevos reclutas, refugio de los desheredados (14/12/09)/