La gala de los muertos: llegada (19/12/09)

- Corre, ve con ellos - dice Arnold, llevándose al hombro la recortada.

Dudo un momento. Sin embargo ya ha quedado bastante claro cuales son nuestros caminos... y yo no puedo soportar el suyo. Ni siquiera estoy muy segura de poder volverle a mirar a los ojos sin sentir cierta repulsión. Esto... se ha acabado. Sin embargo, le miro una última vez y le digo:

-Adios, Arnold. Nunca te olvidaré.

Cierto... procuraré mantener el recuerdo de aquella noche. Con este no podría. Acto seguido salgo disparada tras los supervivientes de esta masacre. No creo que sea persona grata para ellos... pero cualquier cosa tiene que ser mejor que esto.

En el momento que digo lo de los hijos de puta, veo que la muchacha se está acercando al coche.

-A ver que quiere esta.

Abro la ventanilla, y la apunto con la ametralladora.

-¿Qué quieres ahora?

Levanto las manos en señal de paz, lanzando lejos el arma.

-Sólo quiero alejarme de ellos. Aunque no lo creas, nunca he formado parte de ellos.

Sí, ¿y qué más?

-Lo que dices no es una garantía. ¿Por qué debería confiar en tí?

-No tengo ninguna. Si quieres puedes creerme o no. Pero ten esto muy en cuenta, si hubiera querido me hubiera metido por la puerta que quedaba a tu espalda y te hubiera vaciado el cargador. Además, cuando te secuestran y te amenazan de muerte, hay cosas que no puedes evitar hacer. Y no me quedó más remedio que seguirlos hasta aquí.

Si hubiese entrado por detras mia, la habría apuntado a ella con la ametralladora en vez de al niño vampiro.

Debería vaciarle el arma encima... Sea como sea, necesito respuestas. Guardo la ametralladora.

-Entra.

-Un momento. Tengo un ghoul que ha logrado esconderse. Si se queda por aquí y lo ven lo matarán.-me muerdo el labio un poco preocupada y no puedo evitar susurrar.-los tratan como a perros...

Cargo el percutor del arma.

-Tienes un minuto para buscarla.

-No necesito más.

No está muy lejos. Es más, conociéndola estará observando por si tiene que saltar a ayudarme. Miro a su dirección y la hago una señal para que venga. Se acerca con reservas, pero al ponerse a mi altura la pongo una mano en el hombro en señal de ánimo.

-Se acabó Lucía. No tendremos que cruzárnoslos más.-Le miro.- Ya está.

Joder...

-No tenemos toda la noche. Entrad.

Por suerte, en la limusina cabemos todos. Cuando entran, no les pierdo ojo, mantengo la pistola lista por si acaso.

Antón empieza a conducir en silencio, pero me imagino lo que va a pasar en cuanto lleguemos al refugio. Claire está catatónica, no reacciona a ningún estímulo.

-No hagáis ninguna tontería.

Miro un momento a la chica que está como ... ida. Pobre... no me extraña que esté así. Sin embargo mi mirada regresa al hombre de la pistola.

-Descuida, no lo pretendemos. Mi nombre es Berenice, y ella es Lucía. Y gracias.

Tardo unos segundos en responder... No puedo precipitarme. Después de todo, ella es la que ha parado esto... a medias.

-No des las gracias. Acaban de morir mínimo diez personas esta noche en este ataque. No me apetece que hayan más.

-¿Te crees que a mi sí? No me metí ahí en medio por capricho, precisamente.

Cht... ¿qué haría esta mujer con ellos antes?

-Qué curioso, yo me metí ahí como invitado a una gala, no a una carnicería. Tampoco es que quisiera estar "precisamente".

Si no hubiese ido, posiblemente Antón y Claire estarían muertos.

-¿Qué hacías con ellos?

-Los cuadros eran de mi padre. Él... no quería revelarles el paradero de las pinturas, y pensaron que si cogían a su chiquilla, él cantaría. Como ves no se equivocaron.- Se me hace muy duro decir estas palabras... padre... me llevo la mano a la frente, como si tuviera un horrible dolor de cabeza.

Antón mira por el retrovisor.

- ¿Cómo está Claire?

-Está igual que antes... necesita descansar.

*Y al gato de paso*

Joder... ¿su padre es el pintor?... pero entonces...

-Todo fue una trampa... y tú colaboraste...

-¡¿QUÉ?! ¡Cómo te atreves! ¡Mi padre desapareció, tenía que ir a buscarlo y me tendieron una maldita trampa! ¡Pedí ayuda a la Camarilla y no me escucharon!-Entonces caigo en algo.- Un momento... esa voz...-No puede ser.- ¿Es usted Carlo Antón?

¿Entonces... no me ignoraron? Vaya...

-L-le pido disculpas. Ha sido una semana infernal sin saber nada de nada... creía que nos habían dejado a nuestra suerte.

- Se equivocó - responde simplemente. Él tampoco parece llevar el mejor día de su vida - ¿Puedes despertarla, Curtis?

-... Lo intentaré...

Trato de relajarme... y entonces hablo con ella, haciendo que me mire con cuidado.

-Claire, ya pasó todo. Estamos a salvo. ¿Me oyes?

Claire no responde. Su vista está completamente perdida en el vacío.

-... Nada... hay que llevarla a descansar...

No digo nada durante unos segundos. Me mantengo en silencio, pero mi enfado no desaparece. Es una historia poco creible, pero Antón parece conocerla...

Caigo en la cuenta, cuando recuerdo la cuchilla en mi cuello. No tenía nada en la mano, la cuchilla surgía de su mano.

-Son Tzimisces ¿verdad?