Frías navidades 25/12/09

Me acerco más a las jaula, apoyándome en ella.

-Ronald, lo siento de verdad. Hago lo que puedo.

- Lo sé... señora - murmura.

Me parte el alma verlo así.

-Ronald, mírame a los ojos. Basta de aceptarlo por las buenas. Si estás furioso, triste, rabioso, dilo. Dilo ahora, no dejes que se haga una bola y explote en el momento más inoportuno. Confía en mi, no soy tu enemiga, y un día lograre que este rollo de "señora" termine, solo necesito que hasta ese día te lo tomes en serio. Pero no te guardes lo que tengas dentro.

- No guardo nada sólo... sólo quiero salir de aquí. Cuanto antes.

-Espera hasta mañana, po...-No puedo decirlo. No puedo parecer tan blanda.- Me quedaré aquí toda la noche para hacertelo menos pesado.

- No es necesario... señora.

-¿No quieres que esté aquí? -Mi tono es suave, sin ningún reproche. Sólo quiero saber... me gustaría poder hacer algo para que se sienta mejor.

- Ahora mismo, señora, preferiría tiempo para pensar.

Sonrío.

-Está bien, es lo mínimo... En serio, ojala esto no fuera así.-Me pongo seria.- Sin embargo las cosas son así. -Si tengo que ponerme dura por el bien de los que viven en esta casa y por el propio Ronald, lo haré-... las amabilidades se acaban esta noche. Mañana no quiero oirte dudar a la hora de decir señora. Hasta mañana.

Tras estas últimas palabras, me dirijo a la salida del sótano.

En cuanto te vuelves, ves que Antón está observandoos, desde las sombras.

... Vale, creo que si me latiera el pecho, ahora se me hubiera parado. ¿Ha estado escuchando toda la conversación?

-Buenas noches, señor.-Digo con humildad. Dudo un poco antes de decir.- Feliz navidad.- Creo que todos deberiamos al menos tener unas buenas navidades...

- ¿Eso no es para los hijos de Abel? - pregunta - Creo que Cristo no murió por el perdón de los cainitas.

Esa afirmación me coge por sorpresa. No pensaba en tema religioso... en mis recuerdos, la navidad era uno de los pocos días que vivía en paz con mi familia... y mi padre... lo echo de menos. Sea como sea, con religión o sin ella... la navidad era un día feliz.

-Perdone si le he ofendido... no estaba pensando en religión al decirlo.

- Pero de ahí viene todo ¿no? La esencia es lo que importa - dice, aunque parece referirse a otra cosa -. Dime ¿A quiñen pretendéis engañar con esta farsa? A mí desde luego no, asíque es obvio que ni Pompignan ni el Príncipe van a creérselo.

Vale... a qué se refiere, ¿a lo de Arnold o a mis inicios cuando me abandonaron?

-Yo no deseo engañar a nadie...-es verdad. No me gusta. Pero entonces, ¿qué hago? No quiero fallar a los que quiero... ni a mi padre...

Él suelta una risa socarrona.

- ¿No? Asíque quieres a este deshecho con vida porque necesitas un guardaespaldas ¿no? No es porque te cause lástima y eso sea una excusa barata de la que puedes sacar un provecho añadido.

Ah. Eso.

-No se trata solo de lástima, señor. Soy así, no me gusta ver como muere alguien por tener mala suerte.

- Pero no fué eso lo que se me dijo.

-Cierto. Pero tampoco me gusta mantener a inútiles.-Luego pasa lo que pasa.- Y es cierto que necesito un guardaespaldas, señor.

- ¿Alguna vez has tenido perro, Berenice?

¿Perro? No es mi mascota pero... No puedo permitirme errores.

-... No, señor. Pero estoy abierta a consejos.

- A un perro no se le pide disculpas por dejarle encerrado, no se le da explicaciones, ni se le ofrece compañía. A un perro se le ata en corto, se le enseña quien manda, y se le exige una serie de obligaciones... Es curioso - sonríe - Antes había que adiestrar a los siervos, ahora hay que adiestrar a los amos. Ven conmigo - dice dirigiéndose a la celda de Ronald.

Tengo miedo... ¿Qué pretende hacer? Ciertamente no quiero perros... pero ya he visto lo que les ha pasado a los chicos de Curtis. La trabajadora... no ha sobrevivido, y era la que menos pintaba en todo esto. Pero si no... si no me pongo seria, esto puede acabar muy mal. Es un chiquillo de un Sabbat, un cabeza pala. Si lo cogen por no estar... "adiestrado", o si lo cogen y no lo está, lo matarán, y quien sabe si Lucía y yo no iremos detrás, por no mencionar los problemas que le podría dar a Curtis y al señor Antón. Les prometí que no les metería en problemas de está índole... y yo cumplo con mi palabra. Voy con él.

Abre la celda y entra, ordenando al tipo:

- Levanta.

Ronald obedece, mirándote de reojo, obviamente asustado.

- Agárrate al barrote - le dice, señalando uno.

Ronald vuelve a mirarte, traga saliva y se agarra al barrote. Antón saca una afilada daga y la clava en el antebrazo del hombre antes de que éste tenga tiempo de reaccionar. Ronald cae al suelo con un grito de dolor, aún aferrado inconscientemente al barrote.

- Justo entre cúbito y radio - comenta serenamente Antón.

En el momento en que alza la daga, se puede ver el horror reflejado en mi cara. Sin embargo... trato de serenar mi rostro. Le pueden pasar cosas peores si hace algo que no debe, o si yo hago algo que no debo. Nos puede pasar a todos. Tengo que decidir. Por mi familia... por nuestra supervivencia, hice cosas de las que no me siento orgullosa. Las cosas son diferentes... pero en el fondo la situación es la misma. Tengo que decidir.

-...pero al perro no le tiene que pasar nada si se porta bien, ¿verdad?.-Digo seria, mirando a Ronald. Intento que mi mirada sea de advertencia... esto es muy duro...