Frías navidades 25/12/09

Ronald grita cuanto Antón mueve la hoja entre sus huesos mientras habla.

- Cierto. Pero el perro debe saber que su amo es capaz de castigarle si es menester... - saca la daga y te la ofrece - Creo que este brazo suyo no te es muy util ahora. Lástima no disponer de un arma más larga y pesada a mano, sería más rápido.

En eso tiene razón... Kéven no creyó que yo lo fuera a castigar... pero... no puedo... esto no está bien... yo... Piensa con la cabeza. Piensa con la cabeza... Si no lo hago, será un peligro para todos. Mi mano tiembla un poco al ir hacia el cuchillo... Las cosas son así. Aceptalo. Mi mano deja de temblar y coge el cuchillo con firmeza.

-Tiene razón. Soy yo quién debe castigarlo. Y debe saber que soy capaz.

Me meto en la jaula... y dudo un momento, antes de cortar más o menos a la altura por la que está la herida que le ha hecho Antón. Me siento como una miserable al hacer esto, pero... a veces el miedo es más efectivo que otra cosa. El miedo a la muerte y al abandono hacia que todos cooperasemos en la banda.

-Cuestióname una sola vez. Una sola. Y ten en cuenta que esto solo ha sido una advertencia.

Por favor, que no se le ocurra hacerlo. Que esto sirva de escarmiento.

Antón te coloca el cuchillo a la altura del codo.

- Más fácil articulación que hueso - comenta, es perturbador que parezca un ezperto en esto.

El cuchillo no tiene capacidad de hacer un sólo corte. Tendrás que "serrarlo" con varios.

- No he hecho nada, no he hecho nada... - repite Ronald una y otra vez.

Mierda. Si... más fácil, ¿cómo pretende que yo sepa algo de esto? Y tiene razón... no ha hecho nada. Mierda. Kéven tampoco hizo nada. Si me ablando, si soy más permisiva... si ve un hueco se puede permitir una licencia y...

Los monstruos tienen muchas caras.

-En ese caso piensa en lo bien que vas a estar si obedeces.-No hay amabilidad en mis palabras.

Comienzo a cortar. Esto es... esto es monstruoso... perdóname, padre.

Ronald grita y se retuerce de dolor en cada corte, pero Antón le sostiene con firmeza hasta que terminas. Antón coge la parte amputada del brazo y le da unas palmaditas en la cabeza antes de salir de la jaula.

Cada grito se me clava como un puñal.

-Ya sabes lo que pasará si no te comportas.

Salgo de la jaula y cierro. Al salir, le tiendo a Antón el cuchillo con la empuñadura hacia él.

-Tenga... es suyo.

Él sonríe.

- Buen trabajo - dice, antes de dirigirse a las celdas de los subordinados de Curtis, guardando el arma.

¿No irá ha...? No. Vaya tontería. Son los chicos de Curtis... no hará nada que le moleste. Buen trabajo... Recuerdo la última vez que me dijeron eso.

-Que tenga buena noche.

Tras lo cual, subo. Es hora de que vaya a mi habitación. Al llegar me siento en la cama, temblando ligeramente. Cada vez entiendo más a lo que se refería mi padre... y me siento más molesta con él. Si lo hubiera sabido, hubiera tenido más cuidado de venir. Hubiera tomado más precauciones... probablemente ni hubiera venido, sabiendo lo que podría suponer para los tres (a Lucía, a mi padre y a mí) Sólo me queda no tratar a Lucía de esa manera. Pero si... si hace algo que no debe... me obligará a... no quiero pensar en ello. Además, Lucía es lista. Y aunque le moleste el puesto de sirvienta, sigue siendo un trabajo honrado por el que la pagan.

Llega un momento que siento el sopor del amanecer... y simplemente me recuesto, temerosa de mis pesadillas.