El castigo (27/12/09)

- Ni siquiera lo notarás - asegura.

- Alan... es la hora...

- ¡Sólo cinco minutos más! - responde Alan, angustiado.... ya siente bastante presión sobre si mismo.

Dedico esos cinco minutos en pensar en ella.

Espero que encuentre a alguien mejor que yo.

El tiempo pasa asombrosamente rápido. Hay tantas cosas que querrías hacer con ella... En una de sus constantes miradas al reloj, Alan se levanta y coge el machete, afianzándolo en su mano.

- ¿Listo? - pregunta.

Me levanto despacio... e igual de despacio me aproximo hasta él.

Hinco una rodilla, y después la otra, bajando la cabeza.

-Nunca nadie está listo...

Él cierra los ojos y traga saliva. Puedes ver la hoja aún colgando de su mano.

- Si te consuela, yo tampoco lo estoy... lo si... - en ese momento le suena el móvil - Es tu amo - te informa, antes de hablar - ¿Sí?... No, ya me lo he cargado, puedes venir a recoger sus pedazos... No, pero debería haberlo hecho, ¿dónde coño estás?... Baja por la puerta trasera.

Cierro los ojos... no quiero saber qué trato ha hecho... sólo... sólo quiero estar sólo.

Si estoy sólo... nadie sufrirá a mi lado.

El otro Vástago sale y al rato vuelve con Antón, que trae un saco a la espalda y te mira, en el suelo.

- Aquí tienes otro cabeza de turco. No tienes que matarle, lo he hecho yo. Lo creerán, era Lasombra. Devuélveme a mi chiquillo, por favor.

- Has matado a otro para recuperar a tu chiquillo.

- Era un Sabbat. Por favor, devuélvemelo.

¿Otro sabbat lasombra?

¿Pero... qué está pasando? ¿Qué ha hecho?

- Esto no era lo que había imaginado... Bueno, de acuerdo, pero no olvides lo que dijiste ayer, todo lo tuyo es nuestro y... ¿Cómo lo expresaste? Besarás mis botas anarquistas el resto de tu eternidad.

Baja la cabeza y asiente.

- Sí, señor.

Miro a Alan... no creía que fuese a aprovecharse de la desesperación de un padre... no puedo reprocharle nada, este es un mundo despiadado, salvaje y cruel.

Estoy totalmente hundido... no puedo más... no puedo soportar el peso de mi conciencia...

-... Lo siento, padre...

- Llevate a tu chiquillo - concede Alan.

- Gracias - Antón te ayuda a levantarte.

Dejo que me ayude, pero no le miro, no soy capaz de levantar la cabeza debido a la verguenza... y menos de mirarle.

Antón te saca de allí, te mete al coche y conduce hasta salir de territorio anarquista. Para el coche en un callejón y te cruza la cara de un bofetón.

No quiero contestar, no puedo contestar... todo lo que me haga es poco.

No puedo ni mirarle... de la verguenza que siento de mi mismo.

- Mírame - te ordena, cogiéndote de la barbilla - ¿Qué te han hecho? ¿Te han vinculado? ¿Estás herido?

Tardo en responder...

-... No, no me han hecho nada... Pero cuando te esperé... tuve la impresión de que no ibas a salir de ahi... así que volví a entrar...

Cerré los ojos.

-Uno de los anarquistas se levantó, y trató de echarme... tratándome con desprecio, insultándonos a los dos... -me muerdo la lengua, no quiero volver a enfadarme-... Cuando me golpeó, perdí el control...

No sé ni cómo he sido capaz de hablar... todo me sale con voz baja, entrecortada.

- No se te ocurra darme escusas, no las tienes.

No las tengo.

Vuelvo a permanecer en silencio.

Si sobrevivo a esto... no volverá a ocurrir nunca... Tengo que dejar de comportarme como un humano santurrón.

Ser lo que soy... y no dejar que me influencien solo con palabras.

Él te pone una mano a cada lado de la cara.

- ¿Seguro que estás bien? - pregunta, con el tono teñido de preocupación.

-... Todo es culpa mia... todo por culpa de mi maldita forma de ser.

Aparto sus manos despacio.

-Si me castigas, estás en todo tu derecho.

- No digas estupideces. Lo importante para mí es que estás bien - se frota la frente -. Me has dado un susto de muerte.

Voy a exigirme más que nunca... se acabaron las payasadas.

-... Berenice me llamó... tarde o temprano aparecerá para entregar a Claire...

Mi rostro está endurecido, mirando hacia delante. Me coloco el cinturón.

-... No volveré a fallar así... nunca.

- Dame un momento - pide, llevándose una mano al costado y recostando la cabeza en el asiento, su chaqueta está manchéndose de sangre.