El ensueño (3º) (05-01-2010)

salgo del metro y me dirijo hacia el Louvre... ¿Es miedo lo que siento? Me tranquilizo a mí mismo mientras camino.

*Tranquilo, Troy... Puedes sobrellevar esto... Solo mantén la compostura.*

Cerca de la entrada, busco con la mirada a Melissa.

Melissa está dentro, sóla, mirando un cuadro.

Me acerco a ella, despacio, hasta colocarme a su lado.

-Una obra impresionante, ¿verdad? -digo mientras me quito el sombrero.

- No soy muy amante del arte - te mira de arriba a abajo - Vaya, qué derroche de elegancia...

No estas muy seguro de si es un halago o un insulto.

-Yo si, siempre y cuando se pueda vender bien, claro.- exclamo, sinceramente. Siempre me interesó más la seguridad antirrobo de las obras de arte que las propias obras, y creo que en el sentido adquisitivo sin escrúpulos tenemos un punto en común. -Gracias por lo del traje. -sonrio, con un toque de seducción cómica. -Debo estar a la altura de la compañía de una bella mujer como usted.- Tras "romper el hielo", mi tono se vuelve más serio, aunque no dejo de ser amable con ella.
-Melissa... Disculpe el tuteo, desconozco su apellido. Creo que no le he agradecido lo suficiente lo que está haciendo por mí. Como le dije, si este favor debe ser devuelto, créame que con gusto se lo devolveré con creces. -Si a los Lasombra les gusta sentirse poderosos y superiores, eso es precisamente lo que tengo que conseguir con ella. todo halago será insuficiente.

Ella sonríe, al parecer complacida.

- No dudo que cumplirá su palabra de Rom y el favor se me devolverá... con intereses

- Veo que está usted enterada de nuestras costumbres. En efecto, entre nosotros la palabra de un Rom es más poderosa que cualquier vínculo de sangre. -sonrío, dándole a entender que cumpliré su trato.

- Bueno, no nos demoremos más - dice, con tranquilidad, y empieza a caminar haciaa el fondo de la sala.

Me acerco a ella, colocándome a su lado y ofreciéndole mi brazo para que se coja si lo desea.

- No nos extralimitemos... - dice ella, sin agarrarlo, antes de ir hacia Pompignan - Buenas noches, señor - saluda con sumo (finjido o no) respeto.

- Buenas noches, Melissa - responde, el desprecio se nota en su voz... aunque más aún cuando se dirige a ti - Vaya, no esperaba que me lo fueras a poner tan fácil, viniendo directo hacia mí.

-Buenas noches, monsieur. -digo en tono solemne. -He venido para cumplir las condiciones que me fueron impuestas.

- ¿Y de qué forma?

- Bueno, usted me pidió que demostrase mi utilidad en la Camarilla... Y he colaborado en la firma de una tregua entre los anarquistas. -Miro a Melissa, cediéndole la palabra.

- ¿Los anarquistas y tú? - pregunta volviéndose a la mujer, sorprendido.

- Sí, señor, así es.

Pompignan te mira, contrariado.

- ¿Y qué has tenido que ver tú en todo eso?

- ¿Conspiración de los Nosferatu? A los Nosferatu no les interesa una guerra. ¿Me habeis tomado por estúpido?

La falta de credibilidad era esperable... Miro a Melissa, esperando su corroboración de la historia.

- No me importa quien fuera, si los Nosferatu o, más probablemente, los anarquistas. Pero yo necesitaba un tratado y lo he conseguido gracias a él.

- ¿Puedo hablar un momento contigo? - pregutna cogiéndola de un brazo y lleándola a un aparte.

Me aparto un poco hacia atrás, buscando con la mirada mientras tanto a alguien conocido. Dirijo alguna mirada disimulada hacia ellos, observando sus gestos y examinando sus reacciones, favorables o adversas.

Él parece enfadado y ella... divertida, aunque permanece educada. Pompignan te señala un par de veces, y luego a ella. Pero Melissa se mantiene impertérrita. Finalmente, Pompignan regresa.

- Ven a mi despacho - te ordena.

Le miro, sorprendido. -Claro... por supuesto, si. -quizá quiera... ¿comparar versiones?. Le sigo, y le dirijo una mirada nerviosa a Melissa, como esperando algún tipo de gesto que resuma su conversación.

La verdad es que no me hace ni puta gracia quedarme a solas con este psicópata... Cerrarme en su despacho con él no me transmite ningún tipo de confianza. Le sigo hacia su despacho.

El rostro de Melissa es inescrutable, aunque parece tranquila... claro que tu vida a ella probabablemente no le importe nada.

Pompignan te hace pasar delante y cierra con fuerza después de entrar. Te agarra por la pechera.

- Estoy dispuesto a permitir que te largues con vida de mi ciudad, escoria. Márchate ya.

-Creo haber cumplido mi parte del trato... -digo, mientras suelto sus manos de la pechera. -Tranquilo, -abro la puerta del despacho de nuevo -me ocuparé de que no vuelvas a verme. -digo mientras salgo de nuevo del despacho.

Me acerco de nuevo hacia Melissa.

-Debo abandonar la cuidad esta noche... Es sorprendente que un Rom tenga más palabra que él. si hay algo que pueda hacer por usted...

- Sí. Te quedarás.

-Arriesgando mi vida, supongo... Te he dado mi palabra. -habrá que seguir jugando al ratón y al gato con Pompignan. Recuerdo la conversación anterior- ¿en serio sigue pensando que el ataque fue realmente cosa de Alan? -digo, con tono de preocupacion. No se qué puedo hacer para terminar de limpiar el nombre de Alan. Me siento culpable.