Mi "cita" con el príncipe 3/1/10

Quizá gracias a Basile haya pasado lo peor. Sin embargo, aún me queda un largo camino. Trato de concentrarme en la carretera, de no pensar en Lucía, en mi padre, en mis hermanos... ni en lo que llevo detrás. Mi mente no está muy cooperativa, precisamente: en un par de ocasiones tengo la impresión de haber visto a Lucía caminando por la calle, en otra tengo que hacer un especial esfuerzo en no distraerme pues, mi mente trata de hacerme la jugarreta de tapar todo como hizo en días anteriores al despertar, en un momento en el que mi mente rememora el momento en que vi a Lucía muerta. De alguna forma, recordar la promesa de Basile, y como me sacó de encima al monstruo, me ayuda a mantenerme... no fuera del dolor, pero sí al menos lo suficiente estable para no atropellar a un transeunte despistado. Al llegar aparco, y busco a un ghoul. Una vez que confirme que el Príncipe me está esperando y me vayan a conducir con él, sacaré a Arnold.

El ghoul no tarda en regresar.

- El Príncipe la espera, señora.

-Gracias... espere un momento.

Me dirijo al coche y abro el maletero.

-Sal de ahí. En completo silencio, y no se te ocurra huir.

Él te mira interrogante, entonces levanta la cabeza y ve el Eliseo. porbablemente si fuese humano se hubiese quedado pálido. Niega con la cabeza, sin moverse.

-No te preocupes.-uso de nuevo el tono de cariño mezclado con burla.- El príncipe es lo suficiente amable como para no romper un regalo que me ha hecho...-Vuelvo al tono duro.- Ahora camina.

- Por favor... me he comportado... seguiré haciéndolo... lo haré mejor... - ruega.

No soporto... oirle rogar... cierro los ojos un momento, tratando de calmarme. Esto tiene que ser así. Es lo que se ha ganado. Y si quiero salvarle, tendrá que ser así... hasta que logre cambiar un poco las cosas.

-Tú te debías a tu secta, y obedecías ciegamente sin cuestionarte nada.-digo abriendo los ojos.- Yo hago lo propio... y me debo a mi Príncipe.-entrecierro los ojos.- ¿Quién eres tú para juzgarme? Nadie. Puesto que te has portado bien... tal vez pueda hacer algo... pero no prometo nada, no te lo mereces. Y nada de comentar nada sobre tu y la otra Berenice... ¿comprendido? Y ahora camina. Me vas a hacer llegar tarde.

- Berenice te lo suplico...

Uno de los ghouls se acerca.

- ¿Quiere que la ayudemos, señorita?

Le miro a los ojos. En ellos hay dolor.

-¿Escuchaste tú las suplicas de mi Padre o las mías?-Miro al ghoul, serena de nuevo.- Eso depende.- vuelvo a mirar a Arnold.- Vas a entrar sí o sí. Pero mira, te dejo elegir... ¿Por las buenas o por las malas?-Mi voz es dura ante la última pregunta.

Arnold cierra los ojos, se toma unos segundos y sale.

-Buen chico. Ahora sigueme.

Dejo que el ghoul nos conduzca con el príncipe... y vigilo que camine y me siga, y que no haga ademán de huir.

No hace ademán alguno de huir, se deja conducir, cabizbajo, sin retrasar el paso.

Los ghouls os dejan frente a la puerta del despacho.

La última vez nos hicieron pasar directamente... en fin. Llamo a la puerta antes de abrirla y decir:

-Buenas noches, señor.

- ¡Buenas noches, Berenice! - saluda, sonriente, mientras entrais. En cuanto te paras, Arnold se arrodilla - Encantador, has podido traer al chucho. Maravilloso, siéntate, por favor.

Definitivamente no se... "encajar" bien al príncipe... pero en fin, si mi padre era amigo suyo... dudo que fuera mala persona. Pese a todo, él no lo era... noto como me atraviesa una pequeña punzada al pensar en mi padre. Me siento como me indica.

-Por supuesto, usted me pidió que lo trajese conmigo... Espero no haberle hecho esperar, señor.

- Así son las bellas damas... Bueno, cuéntame ¿Qué tal está encajando Arnold en la casa?

... Cómo que "encajar" no es la palabra...

-De momento le ha quedado bastante claro cual es su lugar en ella, señor.

- ¿Sí? ¿Es así, Sabbat? - le pregunta.

- Sí, señor príncipe - murmura.

- Encantador... le dejamos muy suave, ¿verdad?

-Como un guante, señor.

La puerta trasera por la que entrasteis se abre.

- Claro que eso fue gracias a nuestro querido Pompignan.

- Gracias, Señor - dice Pompignan, cerrando la puerta.

Ves cómo Arnold se encoge un poco y empieza a temblar.

Claro... como no, él era el Ventrue... joder... esta si que no me la esperaba. Recuerda la advertencia de Curtis, no le mires a los ojos...
Al entrar, no puedo evitar girarme algo sorprendida al oir el ruido... y el saludo. Le reconozco... es el hombre de la mirada escrutadora de la primera vez que vine al Eliseo... Me levanto e inclino la cabeza de forma respetuosa.

-Buenas noches, señor. Lo cierto es que hizo un trabajo excelente.-Y tanto... joder...

- Sí que lo hice, sí - dice agachandose un poco para darle unas palmadas en la cabeza a Arnold, como a un perro.

Arnold tiembla tanto que los brazos se le doblan y queda encogido en el suelo. Pompignan se sonríe, el Príncipe también.

- Aunque este tipo de entrenamiento, para que sea efectivo, necesita de recordatorios. ¿Le parece si me lo llevo unos minutos?

- Estoy seguro de que Berenice no tendrá ningún problema en dejártelo - dice, mirándote a los ojos. Es una orden - Aunque recuerde que debe devolverlo "vivo"... y preferiblemente andando, es muy incómodo llevarlo con los ghouls de arriba a abajo.

Uf. "Miralo de esta manera. No puedes evitar que hagan eso. No tienes poder, y más que nunca, eres Camarilla, por el bien de los dos, de Arnold y el niño. Debes obedecer al principe. Al menos, me lo devolveran vivo... espero". Si me niego... si sospechan... nos cazaran a los tres... y averigua sino pescan tambien a Basile y al resto.

-Por supuesto señor, no puedo negarme. Fue usted el que me hizo el favor de darme este... perro. Sin embargo, agradecería que no se ensañara demasiado... más que nada, aún no he acabado con él, señor.

El Príncipe asiente a Pompignan.

- Y ya has oído a la señorita.

- Por supuesto - Pompignan va hasta la puerta y se da un golpecito con la mano en el muslo.

Arnold acude a su lalmada, nunca has visto a nadie que te recordara tanto a un perro con el rabo entre las piernas.

Observo como se lo lleva... ni siquiera Kéven estaba así de mal... realmente parece un perro.