Viendo la posibilidad (4/1/10)

Llego al Eliseo después de un rato conduciendo. Tengo entendido que hay una puerta trasera para los menesteres con el Principe. No me cuesta mucho encontrarla ya que sé donde está el museo.

Cuando aparco, inspiro y expiro despacio. Entonces salgo del coche.

- Buenas noches - te saluda un ghoul - ¿Le importaría identificarse?

- ¿Puede esperar un momento? - pregunta el ghoul, luego se marcha durante unos minutos, cuando regresa, se muestra serio - Adelante, señor - y te conduce al despacho del Príncipe.

No sé si es buena señal que acepten mi llegada tan deprisa. Espero que sí... Por mi bien.

-Gracias, caballero.

El Príncipe te espera, de pie. Sólo habla cuando sale el ghoul.

- Creí se te había prohibido acercarte al Eliseo - habla serio, pero no parece un regaño ni una amenaza, da más la sensación de que siente una leve curiosidad.

No me esperaba un trato mejor.

-... Lo entiendo, y me disculpo de antemano señor. Sin embargo, necesitaba hablar con usted. Por favor, acepte este presente de mi parte, como cortesía y disculpa.

Le muestro la botella de sangre.

Él se acerca a ti, notas caer como una losa sobre tu cuerpo su amenazante poder. Probablemente así lo quiere. Recoge la botella y la lleva a una mesa, donde sirve un par de copas.

- Siéntate - ordena.

Me estremezco cuando siento tan tremendo poder... sin duda es muy anciano. Tengo que tener cuidado.

Me siento.

- Dime ¿Qué te trae a mi despacho? - pregunta, acercándose con una de las copas para ti, educadamente. Tan educadamente como podría desollarte vivo ahora mismo.

-Gracias señor -digo, cuando me acerca la copa.

Sin duda es cauto. Quiere que beba yo primero, sabiendo así que no hay problema con la sangre. Doy un pequeño trago.

-... Me gustaría pedirle permiso para hablar con usted con franqueza señor, al margen de enemistades entre clanes, sectas, y otros conflictos.

Sonríe ante tu petición.

- No puedes pedir algo como eso... pero habla.

-... Está bien.

Me tomo unos segundos, antes de empezar a hablar.

-Quiero demostrar mi lealtad y buena voluntad hacia usted y la camarilla, ya que me ha dado la... oportunidad de seguir manteniendo la cabeza sobre los hombros, cosa que agradezco, sinceramente.

Doy otro trago.

-... Así que me gustaría hablarle de algo que tengo en mente, y tal vez le satisfaga en el futuro.

- Continue - dice, aún sin sentarse, frente a ti la sientes como una figura de poder.

-... Pensé en... un bar cultural.

Inspiro un poco.

-Un lugar de tranquilidad y disfrute para los Toreador y demás vástagos reconocidos de París. Música, poesía, exposiciones... todo acompañado de una buena copa de sangre para los que deseen una buena velada. Por no hablar de una pequeña tapadera exterior, un restaurante para los humanos y un lugar en el que alimentarse por si eventualmente se prefiere algo más reciente -elevo un poco la copa-, claro está, respetando las normas de la mascarada.

Él bebe también, pensativo.

- ¿Crees que la gente iría a pasar una velada en el bar de un Lasombra? - pregunta, mirándote interesado, curioso pero firme.

Lo pienso bien... y no sé qué responder.

-... Supongo que lo que yo crea no importa a estas alturas pero... -responde a la pregunta, no la evadas-... No lo sé... Bueno, sería cuestión de probar.

Me paso la mano por detrás del cuello, acariciandome un poco la nuca.

-... Cuando Pompignan trató de destruirme acusándome de ser el chiquillo ilegal de mi señor... y a él de camino en una probocación, me sorprendió que hubiese tantos defendiéndome... No sé si fue por que les agradase aquel concierto o por tal de llevarle la contraria... Pero si fue lo primero, creo que merece la pena intentarse.

- Pompignan es objeto de todas las envidias y desprecios, y se lo gana a pulso, debo admitir. Yo no tendría mucho en cuenta esas exaltaciones puntuales. ¿Qué opina tu amo?

-Dijo que sonaba bastante bien, me dio su apoyo, pero también me confirmó algo que ya sabía.

Doy un trago.

-Necesitaría su beneplácito para montar ese pequeño eliseo, y el pequeño territorio que supondría la superficie del local.

- Eliseo... - dice con desprecio - dudo que sepas de lo que hablas, comparar tu antro con un Eliseo... - el comentario parece haberle molestado - Eres demasiado atrevido, extranjero.

-... Lo dije en calidad de "no violencia". Pido disculpas si le he ofendido, señor.

Bravo Jacky, te acabas de coronar. Dejo la copa en la mesa, con la vista baja.

-... Sólo intento poner las cosas más fáciles para todos, señor. Nunca quise que se me viese como un enemigo o un despojo... Seguramente me lo merezco, por eso intento enmendarme.

El Príncipe se acerca a ti, levanta tu cara con una mano en el mentón y te mira.

- Eres muy diferente a Melissa... ¿También sabes jugar con las sombras? - pregunta soltándote, sin hacerte daño... sólo pareces causarle curiosidad, quizás tambien desprecio, pero no es lo que muestra.

-... Apenas conozco un par de secretos de las sombras, Melissa puede hacer mucho más seguramente.

Me acuerdo de cuando ella atrapó a Antón con un gesto, rodeándolo de tentáculos.

-Tampoco creo que mi sangre sea tan fuerte como la suya.

- ¿Cómo dejaste el Sabbat? - pregunta, acercándote de nuevo la copa.

En mis ojos se refleja un poco de malestar ante esa pregunta. Cojo la copa, y bebo, antes de empezar.

-... Esta historia sólo la conocen tres personas aparte de mí.

Inspiro un poco, y empiezo a hablar.

-... Siendo mortal, me ganaba la vida como ganster, si se la puede llamar así. En las calles de Londres no había mucho que elegir... Hacía lo que me mandaban honrroso o no, sin preguntas. Sólo el dinero sobre la mesa y el respeto a la familia era suficiente información... Mi "familia" no era la única... pero nos las arreglábamos...

Doy un trago más.

-... Una mafia llamada Sabbat se instaló en nuestro territorio. Me secuestraron, me torturaron y finalmente me convirtieron. Después me... obligaron a volver, y a destruir mi antigua banda... Tardé una noche.

Me tomo unos segundos de silencio.

-... Samanta se llamaba mi sire... trató de volverme como ellos, tan inhumano como ellos, pero cuanto más tiempo pasaba, más me daba cuenta de que eran... monstruos sin principios y sin ética. Tardé diez años en reunir la fuerza de voluntad necesaria para decir a mi sire que lo dejaba.

Doy un trago.

-... Evidentemente trató de matarme... y acabó al revés. Entonces me di cuenta de que si quería sobrevivir, no podía dejar nada de mi pasado en pie... y diez minutos después, me marché cuando el refugio estaba ardiendo, con el resto de la manada dentro.

>>... Al par de meses, llegué a Francia en barco, y a París escondido en un camión... El resto es de sobra conocido.