Otra noche más en el Eliseo 17/01/10

Me despierto, algo desorientada, siendo la pelicula lo último que recuerdo.

Todos duermen, vosotros estais en la cama, Elliot tumbado delante del televisor apagado.

¿Pero qué...?¿Qué hacemos en la cama? ¿Quién nos ha traido hasta aquí? Me incorporo un poco. Observo el rostro de Villón, dormido, y me pregunto hasta que punto estoy siendo injusta con Arnold. Recuerdo que una vez me dijo que necesitaba odiar para hacer lo que hacía. Villón... no. Lo hace y parece darle igual, como si esa gente, ese sufrimiento no existiera para él. Como un niño que juega con las hormigas que tienen alas a quitárselas, puede que con curiosidad, o con diversión, pero ni se plantean si le duele, o si lo hacen no les importa en realidad. Son demasiado poco importantes. Y sin embargo, luego le he visto contento con Elliot, cuando le dio las gracias, cuando le di un beso cuando se portó mejor con él. Aunque lo siguiera tratando de mascota. A Arnold siempre lo he visto más cercano, pese al monstruo que fue, y nunca he llegado a temerle tanto como he temido... temo a Villón. Hay cosas de él que quiero, otras que temo y otras que me producen un gran rechazo. Siempre he creído que tiene culpa tanto el que hace como el que ignora. Y en ese sentido, Villón puede ser un gran ignorante. Hay algo que no ha aprendido y me pregunto si seré capaz de enseñarselo. Muchas veces me recuerda a un niño grande. Pero él también tiene cosas buenas...

Me acurruco, a su lado, esperando que despierte. Lo cierto es que hecho muchísimo de menos a Arnold. Y me angustia otro tanto que esté sólo en esa celda, con sus pesadillas. Si fuera de otra manera... si tuviera su vida, si pudiera rehacerla...si él fuera feliz, no pensaría tanto en él, y me alegraría que él estuviera bien. Aunque sea sin mi. Y no logro escapar de este remordimiento estando con Villón, aunque me fuerce a centrarme todo lo que puedo en él para evitar esos pensamientos... que además, podrían ser fatales para Arnold. Lo siento.

De pronto Villón abre los ojos y te mira. Te recorre un escalofrío.

Retrocedo, con un pequeño respingo. Menudo susto. ¿Qué pasa?

-¿Se... señor?-Me gusta estar acurrucada a su lado, ¿he hecho algo malo?

- Resulta gracioso que alguien tan joven piense en mí como en un niño grande.

¿Me ha... me ha leido el pensamiento? Por un momento pasan un monton de sentimientos en mi interior: enfado, rabia, desconcierto, un tremendo miedo.... que dejan paso a una profunda pena y tristeza. Sólo quiero comprender al hombre al que amo. Quiero que sacar todo lo bueno, todo lo que he visto en él que hace que le quiera tanto... odio tenerle tanto miedo, odio tener la sensación de que hay un muro entre nosotros... peleo todas las noches contra mi culpa, mis remordimientos y lo que pueda sentir por Arnold porque quiero estar con él... no es suficiente. No es suficiente. Me tiene que leer los pensamientos, no confía en mi. Bajo la mirada. No quiero que vea el dolor que hay en mis ojos. Además, ahora mismo seguro que me odia. Y yo no... no soporto el odio en sus ojos. Le quiero, maldita sea, ¿y ahora va a juzgarme por algo que acabo de pensar? ¿con todo lo que me está costando tratar de llevar bien esto como puedo? Puede que yo no sea ni tan antigua ni tan poderosa como él, pero hago lo que puedo...

No dice nada.

Se levanta, y se viste.

Luego sale.

-¿Señor...?

Dios mio, ¿qué he hecho? ¿Acabo de echar a perder todos los esfuerzos de los últimos días? ¿Irá a por Arnold o a por Pit bull? Tengo miedo y me siento angustiada. Hoy quería preguntarle por lo de ayer... por qué no les prestó atención a los presos. Quería hablarlo, maldita sea. Y me va a juzgar por un... pensamiento, algo que ni siquiera debería haber visto. Ya no me siento tranquila ni en mi cabeza. Y encima no hago más que pensar en que no veré más su sonrisa... Me levanto, tratando despejarme. Elliot está ahí, no puede verme así... Voy hacia donde está.

Elliot empieza a depertar.

- Buenas noches - saluda, al cerciorarse de que Villón no está

-Buenas noches...-le abrazo. Por dios, que no sea la última vez que lo abrazo.- ¿qué tal estás?-trato de aparentar tranquilidad.

- Bien... ¿Ya se ha ido el Príncipe?

-Sí. Ahora volverá.-Y no sé que pasará cuando lo haga. Pero no quiero estropearle el momento a Elliot, por fin vio la película que tanto quería ver...

Te abraza.

- Gracias.

Recibo el abrazo, un poco sorprendida. Se lo devuelvo. Cómo quiero a este pequeño...

-Y ahora... ¿por qué me das las gracias?

- Por protegerme

-No tienes por qué dármelas... lo hago encantada. Además, ya sabes que sin el Príncipe no hubiera podido...-Me muerdo el labio inferior, ahora que no me ve. ¿Lo he fastidiado todo por un momento de duda? Tal vez haya sido injusta... él también me ha ayudado mucho. Le abrazo con fuerza.- Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?

- Y yo a ti, Berenice.

Me separo un poco, y le acaricio la mejilla.

-¿Te gustó la película?

- ¡Mucho! ¿Podemos verla otra vez?

-Sí, claro.-No sé que va a pasar ahora, pero al menos que él disfrute todo lo que pueda. Y además, estoy demasiado nerviosa para hacer nada.-Sientate.-Al poner el dvd y darle al botón, me doy cuenta de que me tiembla la mano levemente. Me concentro en pararla, no puede notarlo. Me voy a su lado, a verla... aunque no puedo evitar mirar la puerta de vez en cuando.

Veis la película al completo otra vez. Nada ocurre. Nadie entra, ni llama. El niño continúa comentando la película, ilusionado, sin percatarse de lo que ha pasado.

Ya debería haber vuelto... ¿qué estará haciendo? Miedo me da. Pero temo dejar a Elliot solo... ¿Y si aparece Pompignam y pasa aquí como el otro día? No quiero ni pensar en lo que le podría hacer. Pero...

-Elliot... ¿Podrías esperarme aquí un momento?

- ¿Te vas? - pregunta.

-Solo... un momento, ¿vale? Tengo que averiguar una cosa.-Preguntar a un ghoul... y si no sabe o no quiere decirme nada, ¿qué hago?.- Ten cuidado y sé prudente.