Los gitanos, afueras de Montmantre (19/11/09)

El sol se acuesta en el oeste y yo despierto, levantándome en una cama que no era mia.

Tardo un poco en recordar donde estoy, pero un incentivo fue el dolor del pecho. Estaba en aquella choza que pertenecía a esos dos... Por lo menos la herida es un poco menos grave, al menos ahora puedo tenerme en pie por mi mismo.

*No me vendría mal un renmiendo*

- Ya era hora - comenta Basile, dejando una petaca rellana de sangre sobre tu pecho herido.

Parece ligeramente malhumorado.

Por el dolor mis colmillos salen de golpe por acto reflejo mientras aprieto los dientes... pero los vuelvo a guardar.

Reprimo mi impulso por insultarle a duras penas.

-¿Qué ocurre? ¿lio doméstico o qué?

Basile no te responde, pero entra la mujer, que al parecer estaba fuera, muy altanera.

- Déjame ver - le dice, casi se lo ordena.

Basile lanza un pequeño gruñido, como el de un perro, pero se levanta la camiseta, mostrando un buen moretón que recorre todo su costado.

- Te lo dije - dice ella -. Mira que te lo dije.

Basile la ignora. Entonces ella te mira y ve la petaca. Se acerca y te la quita.

- Muy bonito - le dice acusadoramente al gangrel, que le quita la petaca y te la vuelve a lanzar.

La cojo al vuelo, antes de que me de en la cara.

-Oye, ¡pero a tí que te pasa! -es más una queja que una pregunta.

Entonces alzo la ceja... abro el tapón de la petaca, y huelo, para ver si lograba descubrir que clase de sangre era... no saco nada en claro, si hubiese sangre suya ahí no era capaz de detectarla, pero por si acaso cierro el tapón.

Creo que la reacción de la mujer me parece suficiente confirmación.

El miembro 'Curtis Miller' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'd10' : 5, 2

- ¡Eres un descerebrado! - le grita la mujer.

En un arranque de ira, habiendo ya agotado su paciencia, el Gangrel la agarra del cuello, y el golpe contra la pared de la precaria chavola casi la hace venirse abajo.

- Basta. No consentiré más de tus juegos hoy; no estoy de humor - advierte Basile, con los colmillos fuera.

La mujer cambia inmediatamente de actitud y, en cuanto la suelta, se va a la cama y se queda en un a esquina, quieta y callada.

Basile se frota los ojos, intentando recuperar su habitual aplomo, aunque aún tiene la voz crispada por el enojo.

Cierro los ojos... Lo que me faltaba, una pelea en la que yo esté en medio.

No hago nada, simplemente me mantengo en silencio, pasándome dos dedos por la sien izquierda. Mi cara no refleja agrado para nada.

- He ido a ver a las ratas de cloaca. Me he encontrado con tu amiguito, el que estuvo en casa de tu ghoul. No dirá nada.

Dado que no has bebido de la petaca, opta por quitártela y bebérsela. El golpe de su costado aún perdura en buena parte.

Mierda, ahora le debo una más a este tio.

-Supongo que debo decirte gracias... Pero que estés aquí y así significa que el "ya no está".

Me fijo en él. Siendo como es, no se si habrá sido lo bastante meticuloso para no ganarse la enemistad del clan nosferatu.

-¿Pero te dijo algo a tí?

- Sigue vivo, no puedo permitirme meterme en problemas - responde -. Pero no se mostró muy cooperativo, no quiso decirme nada. Probaré con otro mañana.

La mujer bufa desde su rincón, pero no dice nada.

Joder, esto es ridículo. No puedo quedarme quieto en esa cama.

-... Necesito un favor... vendas, y algo con lo que poder apoyarme.

- No puedes ir a ningún sitio así - responde el Gangrel -. A ver si se te mete en la cabeza que eres un maldito Lasombra, y el primero que sepa de ti va a estar encantado de destriparte y llevar los restos al Príncipe. No puedes defenderte del primer lamebotas que quiera ganarse el favor del Príncipe presentándole tu cadaver.

No obstante, no se interpone en tu camino ni dice nada cuando la mujer te acerca unas vendas y una muleta que saca de un armario.

Acepto las vendas, y entonces me quito con suma dificultad la ropa del torso. Ya no es una herida abierta del todo. No había piel, algo de carne y hueso había vuelto a su lugar, formando de nuevo la caja torácica, pero seguía siendo algo increiblemente doloroso.

Empiezo a dar vueltas a mi torso con el rollo de venda, cubriendo la herida.

-Pienso en ganar tiempo y en estar preparados. Sé que no puedo salir ahora, pero tú mismo has dicho que no podré quedarme mucho aquí... Y si viene alguien dudo mucho que vea normal que esté vivo teniendo las costillas al aire.

- ¿Y cómo vas a "prepararte"? - pregunta, mientras coge más morfina y la mezcla con algo de sangre que queda en la petaca. Luego llena la jeringa y te la ofrece.

Termino de vendar mi torso, por lo que ahora parece algo mucho menos serio. La sangre de momento no empapa las vendas. Esperemos que no ocurra.

-... De momento haciendo lo mismo que siempre... aparentar ser humano.

Cojo la jeringuilla... Dudo un segundo, pero después me la inyecto a la altura del corazón. Directo al cuerpo, siento como me nutre y alivia la sed del despertar.

-... Tengo que averiguar si Emile está bien.

De mi bolsillo saco el movil.

Basile tiene la deferencia de dejarte sólo, o quizás simplemente quiere salir a tomar el aire.

No me fiare de llamar... tiene que hacerlo ella por si acaso.

Mando un mensaje.

"llama al número que te dí."

Casi al instante, recibes la llamada de respuesta.

- ¡Hola! - parece rebosar felicidad, como una chiquilla.

Al oir esa respuesta siento cierto alivio. Me agrada oir su voz, pero tomo las medidas que tomo desde que estaba vivo. Una llamada telefónica nunca era algo seguro, y sabía el tiempo que tenía antes de que localizaran nada.

-Hola Emile, quería comprobar si todo iba bien -pregunto algo más suelto, y relajándome un poco.

- Es estupendo ¡Vuelvo a tocar! - dice emocionada - ¿Tú estás bien?

-Me alegro... Sí, poco a poco voy mejorando... -debo tener cuidado con lo que digo. Tampoco sé si alguien estará escuchando-. Pronto podré dejar este sitio.

Será mejor no alargarlo mucho, el tiempo se agota.

-Sigue con tu música, pronto todo irá mejor.

- Pero ¿Cuánto tardarás en volver? Te necesito a mi lado... y me preocupa que ese... animal te haga daño.

Dice con toda snceridad. Sin duda el vínculo es muy fuerte.

-Falta poco Emile, se paciente -y sigo mirando el reloj. Me quedaba poco-... Tengo que colgar. No olvides lo que te he dicho. Todo saldrá bien... De momento disfruta de tu música.

Ojala pudiera estar allí con ella.

-Hasta pronto -digo con cariño.

Cuelgo.

- Deberías irte ya con ella - dice la mujer desde el rincón. Casi la habías olvidado -. Y dejar de darnos problemas.