El concierto de Emile (13/12/09)

Hoy es el gran día. Emile es la estrella, pero es algo importante para mí y para el propio Antón. Incluso puede que esto le ayude en su posición vampírica actual.

Y por lo menos a mí, para presentarme de una forma particular.

Emile no está en la cama, si no en el cuarto de baño de la habitación, y oyes la ducha. Probablemente se esté ya preparando.

Está haciendo lo que yo debería hacer también. Será mejor no perder el tiempo. Tenemos que prepararnos.

Entro en el baño, despacio.

Ella continúa duchándose, sin percatarse de tu presencia. Canta algo en voz baja, también tiene una bonita voz.

Toco en la puerta, aunque esté ya dentro.

-¿Puedo pasar, cariño?

- Sí - dice Emile desde dentro de la ducha - Pero no me distraigas... casi no me queda tiempo.

-Lo sé lo sé. Es que después tengo que ducharme y asearme yo.

Me dio por colocarme delante del lavamanos, por tal de echarme algo de agua a la cara y desperezarme. Pero cuando me seco la cara y miro al espejo, solo veo la pared que tengo detrás.

*Esto algunas veces es un coñazo* -pienso, suspirando.

Cuando termina, sale, poniéndose un albornoz.

- Date prisa... - dice, recogiéndose el pelo y acudindo al armario.

Me ducho y me aseo con cierta prisa. Por suerte, tenemos tiempo. Dos horas es bastante, pero también hay que hablar con los invitados y esa clase de formalidades.

En poco tiempo estoy listo, arreglado con uno de los mejores trajes, oliendo bien y listo para cualquier cosa.

Uno de los ghouls de Antón llama a tu puerta.

- Disculpe, señor, mi amo reclama vuestra presencia en la máxima brevedad.

-Estoy listo -digo, asintiendo, y acompañándole.

Antón está perfectamente vestido, e incluso dirías que algo nervioso por su reinserción de lleno en la sociedad parisina. Se acerca a ti, y te recoloca la corbata.

- ¿Todo bien?

-Perféctamente -digo, agradeciendo lo de la corbata-... Perdona si he tardado mucho. ¿Todo bien por aquí?

- No tardarán mucho en llegar - responde, inquieto - ¡No quiero fallos! - advierte a los ghouls, que se retiran a seguir con sus quehaceres con más afán.

-Tranquilo Padre, tranquilo -digo, sonriendo, y ajustandole un poco las solapas de la chaqueta-... No es conveniente que nos vean nerviosos esta noche. Después de todo, nuestros invitados son depredadores.

Le guiño el ojo.

-Sólo con que Emile toque una nota, habremos conseguido la victoria.

Él sonríe también, quizás un poco avergonzado.

- Eso espero... - responde - casi había olvidado...

En ese momento suena la puerta, y un ghoul acude rápido a por los abrigos mientras otro ya está abriendo la puerta. Antón espera en donde está, bien erguido, y una mujer entra por la puerta... una mujer que ya conoces, y que te mira sin ocultar su desagrado.

- Buenas noches, querida.

- ¿Cuánto crees que podrás mantener esta farsa, Antón? - pregunta ella a su vez.

Es mejor mantenerse cortés. Sé que esta mujer no me traga.

-Creo que no nos han presentado, señorita. Soy Curtis Miller -digo, sonriendo, con buenos modales e inclinando la cabeza con respeto.

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'd10' : 10, 4

Ella te mira de arriba a abajo.

- Al menos es mono - dice -, quizás me diera lo que tú no me das. ¿Me lo dejas?

- Lamento tener que informarte de que es mío.

- Preferiré no transmitir esta conversación a nadie, no sé que pensarían.

Alzo las cejas, pero no digo nada.

-Tal vez queráis un momento para hablar a solas... -digo, mirándolos a los dos con pasividad.

- ¿Nos ha tuteado? - pregunta sorprendida - ¿Permites que te tutee un Caitiff?

- Esta noche, querida, es un Toreador. Y mi pupilo - remarca -. Muéstrale respeto.

- No más que el que él me debe - contesta, y sin más se dirige al salón de actos.

- Y sólo ha sido la primera... - te susurra Antón.

*Desde luego, parece una mujer agradable.*

-Procuraré ser más cortés.

O a sus ojos soy un Caitiff o es lo que le ha contado Antón... Pero no. Esta noche y en adelante, soy Toreador.

A medida que van pasando las horas, los invitados van llegando, y al cabo de poco tiempo estáis envueltos en conversaciones sobre las últimas actuaciones a las que cada cuál ha acudido y sus valoraciones personales. A las once y media, notas que Antón te roza el brazo, se disculpa y va hasta la puerta, donde acaba de llegar Melissa.

- Buenas noches, Melissa, es un placer tenerte aquí.

- Un placer para mí que me hayas invitado - responde ella.

- Creo que ya conoces a Curtis...

Cuando la veo, no reacciono tan mal como esperaba... por que he tenido tiempo para pensar. Lo hizo para sobrevivir... lo que odiaba no era la traición en sí, era otra cosa.

-Buenas noches, señorita Melissa -digo, casi sorprendiéndome de mi neutralidad.