Hecho magnesia (18/12/09)

- Está bien... siendo así... Imagino que será... seguro.

- Igualmente....

-Saludos a tu chiquillo de mi parte -le digo, como si estuviese hablando con un amigo. De hecho, casi lo consideraba uno.

Corto la llamada. Ya estaba hecho. Dentro de poco, sabremos si puede hacer algo por nosotros.

Creo que es momento de relajarse un poco... busco a Emile, para ver que tal le va.

Emile está ensayando, y sonríe al verte entrar.

- Un momento, señor, enseguida termino.

Hablo como un señor, pero soy amable.

-No pasa nada... continua, déjame escuchar un poco.

- Será un placer, señor - dice, mientras continúa tocando un poco más, con su magia habitual.

Escucho su música, como se vuelve libre a través de las notas. Siento ganas de aprender, de moverme al son de esa música con otro instrumento en las manos.

Casi me hipnotiza como si fuese un Toreador.

Cuando termina, suspira hondamente, y va a guardar el chelo, es entonces cuando te fijas en que cojea un poco.

Parpadeo un poco.

-¿Qué ha pasado?

- ¿Con qué? Ah, nada, señor, sólo son unas pocas ampollas - te sonríe.

Por fin... un motivo humano.

-Me gustaría aprender algún día a tocar un instrumento con la mísma soltura.

Suspiro.

-... ¿Has terminado con tus tareas?

- Sí, señor, ya he acabado.

Se ha ganado un descanso. Una tenue sonrisa se forma en mi boca.

-Esta noche dormirás conmigo. Has trabajado mucho, te mereces un descanso.

- Señor... ¿lo aprueba Antón?

Asiento.

-... Parece que te duele... Cuando estés lista, ven a mi cuarto. Trataremos de darle remedio.

- Voy con usted, si me lo permite, señor.

-Por supuesto, acompáñame... -digo complacido, volver a estar con ella me hace sentir mejor.

No voy muy deprisa, por tal de que Emile no se haga demasiado daño.

Emile sube contigo, ya en el cuarto te pide permiso para coger el botiquín del baño y hacerse una cura.

Asiento con la cabeza.

-¿Ha sido una noche dura? -le pregunto, mientras vuelve con el botiquín.

- Sí pero... me alegra haber acabado pronto... tenía que haber escuchado a Antón antes... - dice quitándose las zapatillas y empezando a curarse.

Verla curarse... con esa tranquilidad, hace que desee su sangre. Cuando prácticamente ha terminado, veo si se puede conseguir algo mejor.

-... Vamos a intentar una cosa... después de todo, no deja de ser una herida. ¿Recuerdas cuando te sanaste aquella vez?

Baja la cabeza.

- Antón... me prohibió hacer eso... de momento...

*Tendré que pedirle una lísta de prohibiciones*

-Está bien... -digo, con aceptación-... Creo que te mereces un descanso.

Me remango un poco la manga izquierda, mostrando mi muñeca.