Las últimas noches (02/01/10)

Salgo pesadamente de la furgoneta, apoyándome en alan, y entramos en el bar. Nos dirigimos hacia una zona más privada, lejos del batiburrillo de gente que abarrota el bar. algunas personas me miran debido a mi lamentable estado.

Alan te conduce a una habitación... curiosa. Parece decorada para un niño pequeño, excepto un poster de música heavy metal. Te echa en la cama.

- No sabía que tuvieras hijos... -bromeo.

- Los tuve - contesta, antes de cerrar la puerta.

*Bocazas...* Abro la boca para disculparme, pero Alan la cierra demasiado rápido...

Intento relajarme sobre la cama...

Me sorprende Alan. Parece estar muy unido a su humanidad, conservando un cuarto decorado para sus hijos... la estancia en el cuarto me reconforta, y me una un poco más a mi lado humano. los posters, los juguetes... miles de recuerdos me llueven a la mente de nuevo, pero contrapuestos a los que la anegaban hace apenas unas horas. me veo a mi mismo sentado en el suelo, jugando con chapas de cerveza, cabalgando espada en mano en busca de la princesa del castillo en mi viejo caballo de madera... el Ensueño feérico al que mi sangre me vincula parece cobrar vida en la habitación, y poco a poco voy sumiendome en un profundo y merecido sueño...

//FdI: si me dejas, recreo esa escena con quimerismo en la habitacion sin FdV, por cinematica, yo sentado en la cama viendome a mi mismo con cinco o seis años jugando//

//FdI: OK//

En mi sueño, la magia feérica del quimerismo cobra vida, y poco a poco la habitacion en la que me encuentro comienza a difuminarse, convirtiendose en un pequeño y oscuro habitáculo del Londres obrero de la Revolucion Industrial. En el centro de la habitación corretea un chiquillo de pelo oscuro, vestido con un andrajoso pijama color marrón. Lleva en la mano una rudimentaria espada hecha de madera que mueve al viento intentando acabar con el temible dragón que tiene presa a su amada. En las polvorientas estanterías pueden verse varios libros de títulos bastante avanzados para su edad, entremezclados con algunas recopilaciones de los hermanos Grimm. Por la ventana, la suave luz del nublado Londres acaricia unos visillos oscurecidos por el smog y la polución de la creciente ciudad industrial. A lo lejos, las fábricas recortadas contra el cielo vomitan una niebla negra, presagios de un skyline destinado a envejecer el planeta. Se escucha una tenue voz de mujer, proveniente de la habitación contigua, anunciando una cena que el olor a pollo y espinacas ya había delatado hacía unos minutos. El niño la ignora por momentos, hasta que con un sonoro golpe en el suelo se deshace de su enemigo, con una certera estocada en el corazón. Es la hora del premio, y el pequeño Troy corre hace la puerta en busca del preciado tesoro que su padre ha comprado con los pocos ahorros de los que dispone para su quinto cumpleaños.