Un nuevo rumbo (24/12/09)

Despierto, y mi brazo intenta abrazar un cuerpo a mi lado que no está...

Vaya, he vuelto a dormir demasiado, y ahora Emile está trabajando... Bueno, no es momento para perder el tiempo. Dije que arreglaría esto y lo haré.

Me visto con uno de mis trajes oscuros, que me hacen elegante como Toreador y a la vez resaltan mi faceta Lasombra... Y cuando ya estoy presentable, bajo las escaleras. Es hora de hablar con Antón.

- Buenas noches - te saluda él sin mirarte, observando el fuego.

-... Buenas noches, padre... -digo, acercándome-... ¿Puedo acompañarte?

La pesadilla es como siempre... salvo que, en esta ocasión, los gritos de Arnold se unen a la cacofonía. Todos mueren... uno a uno... no puedo hacer nada... ¡BASTA!

Oigo una voz... a lo lejos... "prueba a aceptarlo"

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- Por supuesto. Sírvete. Te he dicho que no tienes que consultarme. Siéntate a mi lado, por favor.

Me levanto, temblando. Casi podía sentir el dolor de Arnold como mío... aceptalo... si, ya, qué fácil de decir. Espera... ¿Era la voz de Basile?... supongo que la voz de la razón, más bien. Aunque me sea imposible.

Me levanto, malhumorada, conmigo y con todo el mundo y me meto en la ducha, cosa de la que me arrepiento casi al instante, recórdando que eso era lo que hacia Arnold nada más levantarse. Por suerte el agua me calma un poco... Después, me peino y me visto, esta vez de forma elegante, con un azul que resalta mis ojos. Dejo que mis ondas bajen por mis hombros y se escurran por mi espalda, pero me aparto el pelo de la cara. Creo que hoy esta será la indumentaria adecuada. Salgo de la habitación, buscando a Curtis.

Me sirvo una copa y me siento en el sillón, al lado del de Antón... Doy un trago, apagando el gusanillo del despertar.

-... Lo de las dos últimas noches fue una locura, padre... -digo, con voz apagada-... Si no llegamos a tener la suerte que tuvimos...

No acabo la frase.

-¿Crees que acabarán aceptando lo que soy?

- Si no lo creyese, te hubiese empaquetado y enviado a Rusia desde el primcipio. - responde.

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Escuchas la voz de Curtis, en el salón, charlando con Antón.

Vale... no tengo las narices para interrumpir esa conversación. Tendré que esperar. Me vuelvo a mi habitación y decido hacer algo que me resulta algo rutinario que no hago desde hace mucho. Enciendo el portátil y miro los mails, a ver si la editorial ha estado tranquila o no.

Cierro los ojos, poniendo cara de circunstancias y pasandome la mano por la nuca, suspirando.

-... Carlo... ¿Me harías el favor de enseñarme a ser un Toreador? -le pregunto, con media sonrisa.

Hay muchos mails, quieren nuevo material, casi te lo suplican.

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- ... ¿Qué quieres decir?

-... Esta ciudad... los Toreador son la norma. No sé mucho de ellos, ni sé comportarme como ellos... Crecí siendo un matón, Carlo. Tal vez si aprendiese, os entendería mejor y podría... tener las cosas más fáciles.

Suspiro de nuevo.

-Tal vez así, consiga que la mayoría no me vea como el Lasombra que osó entrar en París.

... Les dije que estas navidades me las tomaba libres, y son las primera vacaciones largas que me tomo en veinticinco años. Nada... escribo un mail recordándoles lo mucho que he trabajado y que si quieren buen material tendrán que dejar descansar al artista de vez en cuando para encontrar una nueva historia. Además, que piensen en como se dispararán las ventas, cuando los fans reciban lo nuevo tras un tiempo en dique seco. Les recuerdo también lo enserio que me he tomado mi trabajo siempre. Mando el mail, bajo mi pseudónimo, por supuesto. Hecho un vistazo al móvil también, no sea que el editor me haya mandado alguna llamada también...

- Las cosas que nos ocurren, elegidas o no, nos forman para ser lo que somos. No deberías renunciar a tu herencia, ella te ha convertido en quien eres ahora; no obstante, sí podrías imitarnos, y buscar tu sitio, sin olvidar quien eres... si estuvieras dispuesto a escuchar. Pero eres un Lasombra, al fin y al cabo, y cada vez que trato de enseñarte algo te revelas y me complaces a ojos vista mientras por detrás obvías y echas por tierra mis enseñanzas.

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Al menos el editor ha respetado tus deseos en lo que a dejarte descansar se refiere y no te ha llamado.

Miro mi copa cuando me dice eso... no puedo contestar, porque tiene razón... Mi conciencia traiciona a mi razón en los peores momentos.

-... Pondría todo mi empeño...

- Cuando empieces a demostrarme que recuerdas y pones en práctica todo lo que he intentado enseñarte hasta ahora, te creeré. Has minado mi confianza en ti, tendrás que recuperarla.

- ¿Qué consejos te he dado?

Menos mal. Ahora no estoy para pensar en historias... la mía ya es bastante increible. Menos mal que al menos no se me ocurrió meter nada de vampiros en las novelas... sé que en el mundo humano no sería muy raro, pero respetar la máscarada es algo que considero verdaderamente importante. Aunque me parece algo espeluznante que se haya enganchado tanta gente a relatos de violencia y horror, aunque no sea sobrenatural... Mientras espero, me pongo a pensar en lo siguiente que voy a hacer. ¿Sería buena idea pasarse hoy por el Louvre? Como mínimo debería recoger el coche un día de estos... Aunque la verdad, me gustaría hablar con Basile. No me gustó nada el comportamiento del Príncipe... y esa es otra. Dijo que quería hablar conmigo, pero no me dijo cuando y que estaba muy ocupado. ¿Cómo pretenderá hacerme saber cuando quiere hablar conmigo? Por no hablar de Ronald. Es importante que hable a Curtis sobre él...Me quedo cavilando un rato...

Cierro los ojos, y bebo.

-... Comportarme como un señor ante mis sirvientes... Dejar a un lado mi orgullo... Comportarme como debería y no como quiero.

- Utilizar el arte para ganarte a los aristas, utilizar la fuerza para ganarte a los guerreros... pero no tratas a tus siervos como a un señor, ni dejas a un lado tu orgullo, ni haces lo que te digo, ni arriesgas a tus perros... no puedo enseñarte nada si no estás dispuesto a aprender. Y me he cansado de insistirte.

-... Quieres que sea despiadado, ser drástico si es preciso...

Doy otro trago.

-Intento regirme por un código... pero como tu dices, a veces eso no es posible...

Cierro los ojos.

-... De acuerdo.

- No, no quiero que seas despiadado, quiero que seas cabal. Y prágmático. Si fueras despiadado, perderías una gran aprte de ti, y eso nunca lo querría.