¿Peticion descabellada? (4/1/10)

Ellos te saludan al entrar, al igual que Basile.

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Arnold obedece, colocando la mano sobre el suelo, fuera de la celda, mientras mantiene la cabeza gacha.

-Espero que hayáis dormido bien -digo, sonriendo.

Creo que puedo contarselo.

-Bueno, una cosa os iba a decir. Antón y yo hemos pensado en algo, que tal vez nos ayude a tener mejor fama ante la población parisina. Así que puede que pronto tengáis un trabajo, remunerado, y honrado además.

Me acaricio la barbilla.

-Pero para ello, tengo que ir al Eliseo, y obtener el permiso del príncipe.

- ¿El qué? - pregunta Mario interesado.

-Un bar... Digamos entretenimiento para los Toreador y demás vástagos de París, un lugar donde puedan hablar y al menos tener algo de tranquilidad, un Eliseo particular si lo quieres ver así.

Sonrio un poco.

-Una tapadera de humanos arriba, que también podría ser utilizada como medio de alimento eventualmente, y en la sala VIP, la verdadera atracción de los vampiros. Música, poesía, exposiciones, todo en el mismo saco acompañado de una buena copa de sangre por cabeza.

Miro a los presentes.

-Claro está, aun no se ha permitido nada, pero de recibir un sí del príncipe, necesitaré trabajadores, y de funcionar, el éxito nos brindaría mucha reputación, y posibles recompensas.

- No sé si... seré capaz de realizar un... trabajo honrado - ¿bromea? Mario.

- A mí me parece una buena idea - dice Jorge.

- Será un placer mostrarte apoyo, jefe - dice Vic.

"Sí, señora". Él realmente no lo siente así. Solo es miedo y la puñetera dominación. No debe sentirlo así. Y encima tendrá que volver con él... a menos que yo demuestre ser capaz de "adiestrarlo" como el que más. De una manera u otra, pienso hacerlo reaccionar. Voy hacia él... y le piso el pie con fuerza.

-¿"Sí, señora"? Verdaderamente patético. ¿Cómo vas a saberlo?-Hago más fuerza con el pie.- No, no lo sabes... Sólo sabes decir sí como el maldito perro que eres.

Arnold aprieta los dientes, tratando de no gritar. Agacha más la cabeza, y no dice nada.

Aprieto un poco más antes de quitar el pie y abrir la puerta de la celda con fuerza, teniendo él la mano aún entre los barrotes.

Ahora sí, no puede evitar gritar, un sólo grito, luego cae de nuevo en el silencio. No parece demasiado afectado, probablemente Pompignan le haría cosas mucho peores.

Tsk. Es obvio que no voy a llegar hasta donde Pompignam. Ni tampoco lo pretendo. Me meto en la celda y me agacho, con una pierna apoyada en el suelo. Le agarro por la barbilla sin ninguna delicadeza y le obligo a mirarme.

-Mirame.-mis colmillos están extendidos.- Mirame bien. ¿Te gusta lo que has conseguido de mi?

Asiento.

-¿Tú que opinas, Basile?

Sus ojos sólo revelan su cansancio y su resignación.

- No, señora.

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- Si me das trabajo, por mi mejor.

-Y por lo que veo, tampoco quieres recuperar lo que perdiste de ella, ¿Eh?

Sonrio un poco.

-Bueno... -miro mi reloj-... Es hora de irme. No quiero que el principe me denege hablar con él por no tener tiempo. Hasta ahora chicos.

Entonces me voy, y bajo para decirselo a Antón.

El te mira, como si no estuviese seguro de qué le preguntas.

- Sí quiero, señora.

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- Vas muy elegante - te dice, luego va hasta su reserva y te da una botella - Llévale esto al Príncipe, cortesía de la casa.

-No me lo creo.-digo, con desprecio.- En tu mirada solo veo resignación. ¿En serio quieres recuperarla?

Sonrio. La verdad es que sería un detalle.

-Gracias padre.

Tengo que ir con opimismo. La peor parte ya la he pasado, mi cabeza ya no peligra por no presentarme.

-¿Quieres que le diga algo de tu parte?

Su vista se nubla por un momento, quizás por un recuerdo.

- Sí quiero, señora.

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- Simplemente, envíale mis más respetuosos saludos.

Sonrio de nuevo.

-Eso ni lo dudes.

Ahora tengo más confianza.

-Bueno... creo que es hora de irse.

-¿A sí? ¿Y por qué?

- Si tienes problemas, que me llamen - responde.

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-Porque yo la amaba

-Entendido.

Pongo una mano en su hombro.

-Estaré pronto de vuelta. No creo que para algo así se necesite mucho tiempo... Hasta luego.

Después sonrio, y empiezo a caminar. Voy hasta el coche, y voy al Eliseo.

-Tampoco me lo creo. Puede que yo no estuviera en manos del Ventrue, pero he llegado a sufrir lo indecible gracias a ti. Mi infierno está aquí.-señalo con la mano libre mi corazón.- Y aquí.-señalo mi cabeza.- Y en esos momentos, en mitad de mi desesperación provocada por ti... dije que no me había arrepentido de haberte conocido. La herida que me has provocado es algo que no se cura con sangre... y tengo una eternidad por delante para sufrirla. Gracias a ti. Igualmente, mira a que punto me has arrastrado, para tratar al menos de tolerar el dolor. Y dije que no me arrepiento. Tú sí. Tú te arrepentias. ¿En serio me amabas? Pues tu amor es muy mezquino. Recuerdo que dijiste que estaba confundida, que eran las circunstancias... pensando que me iba a arrepentir más tarde o más temprano. Qué curioso... parece que de los dos, esta chiquilla era la que sabía lo que estaba arriesgando, conocía las consecuencias. Sabía que iba a tener que pagar muy caras cada una de tus caricias, y aún así, seguí adelante. Yo lo sabía. Sabía que no era un lujo. ¿En serio me amabas?

- Sí, señora.

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//FdI: Abre allí//

-Sí, señora, sí, señora... ¿Es qué no sabes decir otra cosa?-Me cago en...- Y pretendes que con "Sí, señora" me lo crea, encima... ¿sabes lo que yo pienso? Qué realmente no tuviste en cuenta mis sentimientos, no te hiciste una idea de lo fuertes que eran. Que te aprovechaste de ellos, los usaste para "sentirte mejor", y poder quitarte al menos por una noche el peso de tus crímenes, sin saber que me estabas poniendo en mis hombros ese peso. ¿Qué opinas?