Pecho al descubierto (20/11/09)

Me duele bastante, casi acabo hincando una rodilla, pero me mantengo en pie... entonces rio un poco.

-... Esto dice mucho de tí... traumatizas a una mujer... confiado golpeas a un herido, y si no te haces un ovillo ¿verdad?

Ensancho una sonrisa.

-¿Qué dirían de tí en el Louvre si lo supieran? Se te echarían encima como lobos... Adelante, golpeame... Eso no te hará mejor que yo.

/gasto 1 en res/

- En el Lovre me agradecerían que sacase la basura...

Dice, volviendo a golpearte

El miembro 'Fam' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

#1 'd10' : 6, 9, 8, 8, 3, 10, 4

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#2 'd10' : 4, 4, 9, 2, 6, 9, 7

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#3 'd10' : 1, 10, 10, 10, 7, 3, 9

res//

El miembro 'Curtis Miller' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'd10' : 7, 3, 8, 1, 5

Me golpea más rápido todavía, pero esta vez no soy capaz de soportarlo. Mis costillas y mi cara crujen, y varios huesos se hunden.

Caigo al suelo, a punto de perder el sentido. Desde ahí, puedo ver a Basile.

-... ¿Vas a... matarme?... -pregunto a Anton-... Volverás a... perderla.

Después me dirijo a Basile.

-... Judas... -digo debilmente.

Antón se limpia la sangre con la que le has manchado las manos en tu ropa.

- Sólo es una mortal... correré el riesgo a cambio de esta pequeña satisfacción.

Saca algo de su chaqueta, sólo eres capaz de ver el brillo de una hoja. Sientes cómo te agarra del pelo, dejando tu cuello al descurbierto, vulnerable.

- Basta - dice Basile desde su posición.

Te cuesta mantener la consciencia, pero te das cuenta de que Antón no tiene la intención de para, y algo se mueve muy deprisa. Sin saber muy bien como, ves a Basile delante tuya, ahora estás agarrado por Antón desde la espalda, con su brazo rodeando tu cuello, sosteniéndote. También notas algo punzante en la sien.

- Soy más rápido que tú ¿Recuerdas? - dice Antón sonriendo.

- Sólo es un desheredado, pero tengo derecho a ofrecerle mi protección, ahora soy Camarilla.

- No creo que quieras insultarme de esa forma...

- El Príncipe lo sabrá

- El Príncipe también sabrá que no se ha presentado. No le importará... ¿Qué te pasa, Basile? ¿Te hablandan los años? ¿Sientes lástima por este desdichado? Ni siquiera es útil

- Aceptaré la misión de las alcantarillas. Suéltale.

- ¿Estás seguro de que quieres sacrificarte por "esto"? - su brazo aprieta aún más fuerte tu cuello, haciendo que temas que quiebre los huesos. Es obvio que quiere matarte, pero es demasiado avaricioso como para dejar pasar una oportunidad así.

- Sí. Suéltale.

- Entonces te queda asignada. Ahora veamos... - te da la vuelta para que puedas mirarle - ¿Y tú? ¿Quieres pasar a ser un vulgar vasallo de este don nadie? La muerte ahora seria una gran liberación...

Sus palabras te tientan, te envuelven, te envuelven de calidez... sabes que esta usando algún truco, aunque no abes cuál, ni te importa... suena tan bien morir ahora...

No moriré a sus manos, ni dejaré a este monstruo con sus manos sobre Emile...

Solo necesito tiempo.

-... ¿Qué tengo que hacer?

/gasto un ps en curarme/

- Sólo formaliza el pacto, di que quedas a mi servicio - dice Basile, incomodo.

- ...o sé libre hasta tu muerte. Demuestrame que los de tu calaña tienen algo de dignidad.

Las palabras de Antón parecen cada vez más lógicas... no sólo es la salida más fácil, tambien la más honrosa..

/gasto otro ps para curarme/

Tentador... pero mi desprecio hacia Anton estaba por encima de cualquier truco.

Ofrezco mi mano a Basile.

- Maldita bazofia... - escupe entre dientes Antón, que indudablemente quería llevarse el premio sin pagar el precio. Trata de golpearte de nuevo, pero Basile te aparta.

- Ahora es mi vasallo, no puedes tocarle - le dice, con la misma seriedad y serenidad de siempre.

- Te crees muy listo ¿verdad? Pero ahora es tu responsabilidad, y todo lo que haga recaerá en ti... veremos quien ríe el último - dice saliendo por la puerta.

/gasto otro ps/

Soy capaz de mantenerme en pie, pero con mucha dificultad... sin embargo, mis ojos no se apartan de Basile.

Ocupaba el segundo puesto de mi lista negra. No podía mirarlo de otra forma que no fuera desprecio y repulsión. Le había confiado mis secretos, y este ha sido el resultado.

No digo nada, pues dudo que vaya a servir de algo. Solo camino, sujetandome el pecho, en dirección al todoterreno.

Me detengo, y entonces me giro hacia él.

-... ¿Qué pasa? ¿Ahora quieres hablar?

/un ps/

- No me... - ves que tiene cerrados lo puños, pero fuese lo que fuese a decir, se lo calla - Te quedarás aquí, con ella - dice señalando con la cabeza a Emile, que entra por la puerta.- Voy a llevar a ese maldito chucho a un hospital veterinario.

Sin decir nada más, se dispone a salir.

-¿Cuando decidiste salvarme la vida? -pregunto, antes de que cruzase el umbral-... ¿Antes o después de verme en el suelo?

- ¡Eres un estúpido! - dice volviendo a acercarse a ti - Todo estaba planeado, todo estaba previsto: la chica salía viva, tú salias del anonimato para integrarte y yo saldaba parte de mi deuda ¡Pero no! Tenías que mostrar tu sobrada arrogancia y provocarle ¿verdad? - te empuja un poco, no lo suficiente como para que caigas al suelo, pero sí para que supongas la fuerza que está reteniendo para no hacerte volar contra la pared - Maldito imbécil. Crees que sabes mucho y no sabes nada, no puedes ir buscando tu muerte y sorprenderte cuando llega el momento. Y ahora yo tengo que cargar con tus malditos errores, estúpido. Debería cortarte la cabeza y entregarsela junto a tu ghoul a Antón. Eres un chiquillo malcriado ¿no aprendiste nada de lo que te ocurrió? ¿Tan incapaz eres de mostrar un mínimo de humildad, aunque sea por arrepentimiento? ¿eh? - vuelve a darte otro "suave" empujón.

-¿Arrogancia? ¿Mínimo de humildad? Hablas de todo ello como si fueras un epítome, maldito embustero -empiezo yo a mi vez-. ¿Cuando ibas a contarme tu supuesto plan? ¿Plan? Mas bien encerrona Basile, ¡Tú mismo sabes perfectamente como és ese tio, yo lo supe nada más saludarme! ¿Qué creias que iba a pasar?

No me hacía falta empujar.

-Podría haber amanecido muerto cualquier día después de que informaras a ese ¡Los dos sabemos que es algo que no habrías podido controlar!... Incluso... -reprimo mis ansias de decir "llegué a confiar en tí"-... Haré lo que tu digas, pues a eso he accedido... pero jamás te atrevas a dirigirte a mí como un amigo, apenas te puedo considerar un aliado ahora mismo.

El gesto de enfado da paso a la incomprensión y finalmente relaja los hombros y recupera su aplomo.

- Si eso es lo que quieres... - su voz no suena como siempre, calamada y neutral, en cambio te das cuenta ahora que en su habitual tono de voz había siempre lugar para una cierta calidez de la que antes no te habías percatado; ahora es completamente frío, cortante, peligroso.

Y efectivamente, recibes una bofetada que no sabes ni de dónde te ha caido.

- Para empezar háblame con más respeto, y trátame de señor. Tendrás que ganarte el derecho a mantener un ghoul y, como de momento no lo tienes, ella está también bajo mi mando, y hará lo que yo quiera que haga, así que te aconsejo que no me tientes a buscar algún camino mucho más fácil - mira a la mujer de reojo, aunque no sabrías descifrar su mirada, de lo que sí te das cuenta es de que su tono cambia hacia ella, ligeramente más suave - Emile, lleva al perro al veterinario. Tú vendrás conmigo - te dice, de nuevo con ese tono cortante.

El bofetón sacude a la bestia más que a mí, pero consigo contenerla. Mi mirada desafiante y de asco no desaparece hasta que miro a Emile. No creo que haga falta decirselo, pero no voy a arriesgarme ahora.

-... Haz todo lo que él te diga, Emile...

Y luego vuelvo a mirarle a él.

-Usted dirige... señor -le digo, sin pestañear una sola vez, con el ceño fruncido.

Emile parece consternada por el cariz que ha tomado toda esta situación, pero sale y atiende a Edmund, tal como había ordenado Basile, que se dirige al coche y te da las llaves.

- Conduce, al arrabal.

Cojo las llaves y entro en el coche.

Durante todo el trayecto al arrabal, no le hablo, ni le miro, ni pestañeo una sola vez. Nunca volveré a depositar mi confianza en otro cainita. Nunca.

El tampoco te mira, ni te habla. El viaje se te hace excesivamente largo, y los golpes duelen... y el orgullo ni te cuento.

Al final llegáis hasta la chavola.

- Baja - ordena Basile haciendo lo propio.

Apago el motor y bajo del vehículo. Sin que me dijese nada, doy un rodeo al coche, para cubrirlo y dejarlo justo como estaba antes de ir a casa de Emile.

No le miro a la cara ni una vez. El orgullo y el desprecio me lo impiden.

- Ve a alimentarte. Y no dañes a nadie, te lo advierto - añade, con esa misma voz que te provoca un pequeño escalofrío - Tienes una hora.

Sin decir nada más, se mete en la chavola.