La gran prueba (23/12/09)

No digo nada durante todo el viaje. Tengo la misma sensación desde que salí del Eliseo, de que con tantos enemigos en ambos frentes... esto me viene demasiado grande.

Pero así es la vida. Si no le hago frente, moriré, y puede que los demás también... Así es la vida.

Este paso se ha dado, de forma dificil pero se ha dado. Ahora tengo que ver cual es el siguiente... o más bien la forma de darlo.

Ganar mi derecho a ser vástago reconocido en París.

Antón sigue conduciendo hasta casa. Baja del coche, sin decir nada aún, y va al salón.

Mierda...

-Vete a tu habitación, con tu ghoul o a donde quieras... luego hablaré contigo -digo a Berenice.

Voy al salón con él... esto hay que discutirlo, y no será fácil.

Obedezco sin chistar y subo a la habitación. En realidad era lo único que quería. Una vez arriba, me siento en la cama y me escurro hasta el centro, quitándome los zapatos. Me abrazo fuertemente a las rodillas y me quedo así, temblando. Hice lo que debía hacer. Pero no me siento orgullosa. No quería que hubiera sido así... con la banda, nos enfrentabamos de cara. ¿Había que pegarle un tiro a alguno? De acuerdo, pero no lo haciamos con jugadas así... ni sentiamos nada por el otro. "Mientras sigamos vivos tendremos otra oportunidad..." él ya no la tendrá.

Antón sigue ne el salón, en su eterno sofá con una copa en la mano.

Me acerco.

-... ¿Puedo servirme?

- por supuesto, chiquillo... no tienes que preguntarme eso.

Me sirvo una copa más, y doy un trago. El sabor de la sangre me recuerda mi ayuno y aumenta mis ganas de beber al principio, pero poco a poco se merma.

-... A estas horas seré la noticia de actualidad de los vástagos de París... Ya no puedo esconder mi condición...

Suspiro.

-... ¿Qué hacemos ahora?

-No remuevas llagas, padre... Tú fuiste quien me lo ordenó -digo, terminando la copa. Me sirvo otra... y entonces, empiezo a caminar, para salir de allí... no me apetece hablar de esto.

-... Creo que deberías ir a ver cómo está Claire... todavía no se habrá recuperado.

Él asiente, pero se queda un rato más allí.

... Doy un trago cuando salgo, y empiezo a subir las escaleras, en dirección al cuarto de Berenice.

Tras estar un rato así, encogida, me estiro y me siento sobre el borde de la cama. No puedo quedarme así. No puedo... pero el daño que le he hecho a Arnold... no, no, era lo que debía hacer...

...

Toco la puerta.

Oigo la puerta. Me levanto, con algo de parsimonia y abro la puerta.

-Curtis.-...- Me alegro que estes bien.

Me gustaría corresponder... pero hay preguntas que deben ser respondidas.

-... ¿Puedo pasar?

-E.. sí claro.-Digo haciéndome a un lado para que pase.

Entro en el cuarto despacio, y doy otro trago.

-Cierra la puerta -mi voz es seria, pero no quiero ser demasiado brusco.

Más le vale que no pretenda echarme la bronca, no después de lo que he hecho por él. Cierro la puerta tras de mí.

Me quedo de espaldas a ella...

-En primer lugar... Gracias por lo de esta noche... Tal vez no estuviese vivo ahora mismo si no hubieseis llegado Basile, Triage y tú...

Bajo un poco la cabeza.

-... Pero... hay cosas que quiero saber.

-No hay de qué. Te dije que te devolvería el favor más tarde o más temprano, ¿no?-Digo, un poco incómoda. No me siento de humor para hablar de esto...- Lo que sí deberías saber, es que Triage se ha enterado de la verdad y tiene pinta de haberle molestado muchísimo que se lo ocultaras. Tenlo en cuenta la próxima vez que lo veas.

-... Eso ya... lo he deducido yo.

Está evadiendo el tema.

-Quiero creer en que existen los milagros... Pero es demasiado raro que en una sola noche aparezcáis con un Sabbat estacado.

Doy un trago más. Podría ser esto alguna clase de estratagema del sabbat...

-... ¿Cómo le encontraste?

Me pongo tensa.

-Digamos que descubrí su punto débil...

Su punto débil... Me giro hacia ella, quedando de lado.

-... Me gustaría saber cual fue.

Le miro. En mis ojos no hay sentimiento alguno... los he ocultado todos, dejando que mi dolor solo se aloje en mi interior.

-... fui yo.