La gran prueba (23/12/09)

Ella sonríe un poco y te abraza.

- Eres una buena persona - se separa, no está acostumbrada a un roce continuo, quizás viejas secuelas.

-Me gustaría poder creerte-Digo, enterrando mi rostro entre mis manos. Me prometí a mi misma no llorar... pero me siento como una persona horrible.

- Pues creeme - dice revolviéndote el pelo, como cuando eras pequeña y lo llevabas corto.

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- Sácanos de aquí, Curtis... por favor - dice suplicante.

-No puedo... no después de todo lo que he hecho... mi padre... Kéven... están todos muertos... y Arnold... no fue limpio, Lucía. Y encima... medio desangrado y sin fuerzas... todavía se preocupaba por mí... Y ahora no sé ni que es lo que debo hacer, como debo seguir, no lo sé.-digo entre sollozos.

-... Lo haré lo antes posible... -digo, un poco tenso.

De la misma forma que mi paciencia no es eterna, la suya tampoco. Tengo que arreglar esto de la posición camarilla, y rápido.

- Lo estás haciendo muy bien... pero cuesta seguir... Lo sé... es dificil decidir qué es lo correcto...

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- Está bien... - acepta, cabizbaja.

Me duele en el alma que sufra...

Aparto mis manos del mueble, y me giro hacia ella despacio...

-... Ven aquí cariño... -digo, con voz suave.

-Es sólo que... tengo la maldita sensación de estar en un ir y venir donde realmente no tengo elección. Pero al menos en L.A veía las cosas más claras...-digo, secándome las lágrimas. Ya está bien de ser tan pátetica, joder...- Y... me preocupa lo del Príncipe... Es el vampiro más poderoso de París, su palabra es ley y puede conseguir lo que quiera. No sé que interés puede tener en mí... no sé que relación tenía con mi padre... sigo igual que al principio, sin saber nada de él. Quiso mantenerme alejada de esta ciudad... y no era por los Sabbats, al menos, no unicamente por eso.

Ella va hasta ti, acogiéndose en tus brazos.

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- Todo saldrá bien, ya lo verás... siempre hemos salido adelante tú y yo ¿no?

-Tienes razón...-digo con una sonrisa, aunque algo cansada.- Debo haberme ablandado estos años. Por cierto Lucía, ¿qué tal estos días? ¿te tratan bien?

La rodeo con mis brazos por su espalda, afectuosamente.

-... Juro que lo arreglaré... -digo, con cariño-... Mientras tanto, no puedo hacer que odies menos este lugar... pero puedo hacer que seas menos malo... puedo hacer que te sea más llevadero...

- Bueno, no es el paraíso, pero aún no han echo nada que despierte mi ira - dice guiñándote un ojo.

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- ¿Sí?... ¿Qué?... - pregunta, con la boca pequeña.

Acerco mi muñeca derecha a mi boca y muerdo, y despacio le ofrezco mi sangre... Es de las pocas cosas que le puedo ofrecer.

No puedo evitra soltar una carcajada.

-¡Qué tiemblen si lo hacen!-Digo recordando viejos tiempos.- Tampoco es que hayamos nacido en un paraiso precisamente... Pero aún así, sé prudente, el señor de esta casa no tiene demasiada paciencia.

Ella bebe de ti, ansiosa, apasionada.

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- Lo sé... - murmurá, se sienta en la cama, pensativa - Los siervos hablan de... muchos de los suyos... colgados en el salón de actos...

Cojo una de sus muñecas y muerdo también, formando un circuito cerrado. Ambos nos alimentamos y deleitamos del otro, saboreando la sangre... Desearía que cada instante con ella durase siempre.

Cuando es obvio que debo dejar de darle sangre, dejo de beber, cierro su herida, y le aparto la muñeca de su boca.

-¡¿Qué?!-Digo, llevándome la mano a la muñeca, incoscientemente. ¿No solo era para vampiros?- Lucía, no le des un motivo, por lo que más quieras. Por suerte Curtis parece haberlo... calmado en ese aspecto...-Ahora entiendo la tristeza de Raúl cuando le dijo que se marchaba...

A ella parec costarle un mundo separarse, pero lo hace.

- Bueno, es verdad... esto endulza la vida...

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- Tranquila, aún me queda mucho por vivir, no tengo ganas de suicidarme

-Me alegra oir eso.-Y es cierto. Necesitaba oirlo.- Oye, ¿qué hora es? Esta noche he perdido por completo el sentido del tiempo...

La beso, saboreando mi propia sangre en su boca... Podría perder la razón por ella.

Uno de mis brazos pasa por detrás de sus piernas, para levantarla en brazos.

-... Pues aun necesito un poco más azucar, cariño -digo, dirigiéndome a la cama, y dejándola despacio sobre ella.

Adoro cada momento que estoy con ella. Me hace pensar que no necesito más.

Ella se deja llevar en volandas, sonriendo, aunque se abraza con fuerza a tu cuello, luego cuando la dejas en la cama, te abraza por la cintura con sus piernas.

- Pues ven y toma tu azucar...

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- Hora de que te acueste y te arrope - contesta, tras consultar el reloj.

-Lo que te decía... sin sentido del tiempo. Mañana pensaré en que hacer a partir de ahora... tengo que pasar por el Louvre... más tarde o más temprano.-Frunzo el ceño. No me hace ninguna gracia, no mentía cuando dije que no quería ir.- Que tengas un buen día, Lucía.-Le digo sonriendo.