La gran prueba (23/12/09)

- Con los nervios de punta... - suspira - Aunque espera que tú volvieras... y sólo mejor...

Miro a la puerta, si está cerrada o no, o si hay alguien mirando... la puerta está entornada. Entonces me separo de ella despacio, y la cierro.

-... No deberías decir eso, Emile. Él salva nuestras vidas.

- Nos mantiene aquí encerrados... - se queja- Pero ya podemos irnos ¿no?

-... No... no podemos, y no es Antón quien nos detiene...

Cierro los ojos.

-Han descubierto mi secreto... lo raro es que esté con vida.

- Entonces vayámonos, huyamos de París...

-Nos habríamos ido a la otra punta del mundo si fuese así de fácil, Emile... El Pri... El lider de los vampiros de París ya sabe quien soy, tiene su mirada sobre mi, igual que sus agentes.

Aprieto los labios...

-... Lo único que puedo hacer es seguir con el plan. Hasta que terminen aceptándome... no podremos salir de los territorios de Antón con seguridad.

- ¡Pero yo no quiero seguir conviviendo con ese... monstruo! - dice separándose de ti.

Esto va mal...

-... Emile... Cálmate. Te dije que arreglaría las cosas, pero necesito más tiempo.

En tensión constante, dice... llegué aquí sin saber nada de nadie, pensando que cualquiera podía ser mi enemigo. Y mis supuestos aliados, a los que acabo de salvar, uno no hace más que amenazarme de muerte y el otro ha estado a punto de matarme. Encima pretenderá que confie en ellos... Además, si se sabe lo que pasó entre Arnold y yo... es muy probable que la camarilla llegue a pedir también mi cabeza... o como mínimo, me considerarán la puta del lugar. Al menos Lucía está bien...

Y Lucía precisamente llega al cuarto en ese momento.

- ¿Has estado de juerga?

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- No quiero calmarme, quiero que me saques de aquí. Lo prometiste.

-No sé... ¿Llamas juerga tenderle una trampa a Arnold, entregarselo al cabecilla de los vampiros aquí en París y que el Príncipe quiera volver a verte por no se qué interes que viene por algo de mi padre?

Ella se queda un momento pensando.

- Diablos, sí.

-... No me lo pongas más dificil, Emile...

No eres mi ghoul, eres la mujer a la que amo... Por favor, no me hagas esto...

-A mí tampoco me gustan cómo están las cosas... y estoy haciendo todo lo que puedo para cambiarlas.

- Esa mujer te ha convencido ¿verdad? - dice, cruzándose de brazos - Maldita ntrometida...

Suspiro

-Pues te puedo asegurar que no me he divertido nada... y encima no sé que pensar respecto al Príncipe. Ha sido toda una sorpresa... Me preguntó que pintaría mi padre aquí en francia, en el amplio sentido de la palabra.

Ella se ríe.

- Da igual, todo lo que ha pasado es bueno. Deberías estar contenta.

Cht...

-Quien me convenció fue el Propio príncipe... si hago algo estúpido, no les temblará la mano destrozando todo lo que quiero antes de matarme.

-No, no lo es. Sabía que Arnold acabaría así, pero odio la jugarreta que le he hecho. Además, tengo a una Sabbat que querrá hacer pedacitos pequñitos conmigo... antes de matarme, por no mencionar lo que podría pasar si la Camarilla se entera de lo que pasó entre Arnold y yo.

- Nadie tiene porqué enterarse - dice con cara de asco.

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- Pues yo quiero irme

Frunzo el ceño al ver su reacción, pero no digo nada. Es comprensible...

-El problema es que estamos hablando de vampiros. No necesitan oir las cosas para enterarse de ellas. ¿Te recuerdo lo que soy capaz de hacer yo? Y a su lado soy una novata.

-... A veces alguien tiene que renunciar a sus deseos por un tiempo, por el bien de los demás... -digo, girándome, y apoyando los muebles en un escritorio...

...

-... Intento protegerte de este mundo, arriesgo la vida cada noche por tí... porque quiero darte algo mejor que esto... Te quiero Emile... para mí eres lo único humano que me queda...

Esto me amarga...

-Quieres dejarme, ¿verdad?

Tal vez yo deba renunciar a mis deseos... por el bien de los que quiero.

- No... - admite - Pero a veces... sólo querría que todo esto acabase... como fuera...

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- No creo que nadie ande mirando recuerdos como esos, estarán centrados en otros - dice con despreocupación.

La miro, un poco extrañada. O me estoy volviendo muy paranoica o se está tomando esto demasiado a la ligera.

-Oye Lucía... sé que hemos tenido unos añitos muy relajados, y que esto no es L.A, pero precisamente hay que andarse con más ojo por eso. Aquí nos estamos metiendo en política, terreno desconocido, y no significa que no te vaya a pasar nada si metes la pata. Y tú eres mi punto débil, por así decirlo. Si quieren atacarme a mí, tratarán de hacerlo a tráves de tí.

- Si soy tu punto débil... tan vez debería... marcharme...

La miro a los ojos un momento, con dolor en la mirada. Después de todo lo que he hecho para protegerla... No lo entiende, ¿verdad? ¿Por qué el único que entendía todo esto era Arnold...?

-Y si te marchas, ¿qué sentido tendría para mi vivir? Te necesito, Lucía, te necesito. Eres mi familia... la única que me queda. La única que sé que jamás podría traicionar.