Sin demasiadas esperanzas (28/12/09)

Despierto otra noche, pero esta, Emile está a mi lado.

Sonrio un poco cuando la veo.

-Buenas noches, Emile.

- Buenas noches, mi amor - te da un beso en los labios - ¿Has descansado?

Mi amor... no debería decir eso...

-... Sí... he descansado -digo, besándola también. Es raro que esté junto a mí.

¿Tanto he dormido?

-¿Cuanto he dormido?

- Todo el día, como siempre - se rie - No es tarde, no te preocupes.

-... ¿Y has terminado con tus obligaciones tan pronto? -pregunto, sorprendido.

- No... Antón me dijo que me quedara hoy junto a ti, que me necesitabas.

... Me habrá visto muy mal ayer... no es muy propio de él.

-Muy considerado por su parte... -comento con cierto cansancio, todavía no me he desperezado-... ¿Ocurrió algo durante el día?

- No... nada de particular... - dice - ¿Pasa algo malo?

Suspiro después de incorporarme un poco, quedando sentado en la cama, y hablo con leve abatimiento.

-Soy un inutil, Emile... parece que cada paso que doy parece que me encamina hasta el desastre...

Oriento la cabeza un poco hacia ella.

-... Sabes lo que es la mascarada, ¿no?

- Sí, creo que sí.

La acaricio en la mejilla... no, mejor no contarle lo que ha pasado.

-Recuérdala siempre, nos proteje el hecho de que no sepan que existimos. Si se llega a descubrir la mascarada, todos estariamos en peligro.

La miro.

-... Siempre tendrás mi sangre, Emile. Siempre seré parte de tí.

- Me gustaría... ser como tú

La miro unos segundos... esto es un tema muy serio.

-... No sabes lo que pides.

- Ya no me tratarían como ahora, y podría estar contigo siempre.

... Sí, visto así parece muy bonito, pero no lo es.

-Emile. Ser un vampiro significa estar muerto. No podrías comer, ni ver el sol nunca más, ni tu reflejo en un espejo. Tendrías que beber la sangre de otros o morir, y eventualmente matarías. Mi existencia no es un regalo maravilloso, es una maldición.

Miro a un lado.

-Sin contar que si convirtiriera a otro sin permiso del principe, nos matarían a los dos.

Emile baja la vista, apenada.

Esta vez, Lucía esta en medio de la masacre, y lo único que puedo hacer es gritar, impotente. Alguien me sujeta firmemente, y no puedo ayudar a ninguno de mis camaradas. Al final, lo único coherente que se me puede entender es "Perdón"

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-... Lo he considerado, ¿sabes? Quería preguntartelo un día de estos, que supieras lo que es antes de dar un paso que es irreversible... pero vivir como vampiro no es fácil, Emile.

Bajo un poco la cabeza.

-... Tienes que esconderte... por ser un depredador, un lobo en un mar de ovejas. Si los humanos lo supiesen... nunca te aceptarían.

- Sólo me importa que me aceptes tú...

Me levanto. Lo primero que hago es llamar a Basile. Lucía, perdoname...

- Voy camino para allá. ¿Estás bien? - pregunta Basile.

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- Pero yo no quiero ser humana. Nunca más.

-Yo sí, pero no sé Lucía... Antón no se tomó bien que no estuvieras en las celdas.

- Lo imaginaba... llego pronto. Tranquila.