Sin demasiadas esperanzas (28/12/09)

-Ayer... al ver que no aparecían... abrí la celda de Basile, y le pedí ayuda porque me temía lo peor, sobre todo después de la llamada.

- Y yo salí... - añade Basile.

- Y ahora todo el mundo va a volver a donde le corresponde. Fuera de aquí.

... ¿Pero cómo se les ocurre?

Mi mirada se ensombrece.

-Vosotros dos. Venid conmigo. Ya -digo, señalando a Berenice y a Basile, y camino hasta el exterior del salón.

Basile resopla, angustiado, y te sigue.

Voy tras ellos.

Cierro la puerta del salón, y estando ya en el rellano, pego un grito.

-¡SE PUEDE SABER QUÉ COJONES TENEIS EN LA CABEZA! -grito, con los dientes extendidos... luego me relajo. No voy a perder los papeles, no de nuevo-... Tú, Berenice. Se supone que no puedo dejar a ninguno de mis hombres actuar por su cuenta sin estar yo informado, y tú vás y haces lo mismo que ellos... Y tú Basile. ¿Qué fué lo que te dije en ese sótano nada más irme?

Me paso la mano por la nuca varias veces, rápidamente.

-... Mirad, sé que teníais buena intención, pero sóis los primeros que deberíais saber que no se le puede llevar la puta contraria a Antón. Yo no merezco que nadie me salve. ¡NO MEREZCO NI AYUDA NI NADA DE NADIE!

La angustia recorre mi voz... No quiero que arriesgen sus vidas por mí. No como Antón...

-... Ostia puta... No consigo que vaya nada a derechas desde que estoy en París... Todo Dios me toma por el pito del sereno.

-Creía... creía que iba a morir. Ojala supiera hasta que punto deseo que siga viviendo... pero parece ser que no importa el sacrificio que haga. Es bastante obvio que no soy bienvenida en esta casa.- Sueno un poco ida. Le he costado la vida a Basile... y Lucía, si nos separan sufrirá lo indecible. Si nos separan... nos estarán matando a las dos.

-... Cállate...

La agarro de la ropa, y camino hacia delante hasta colocarla contra la pared bajo la escalera.

-Cállate joder... -digo con gesto furioso, y mis ojos amenazan con derramar sangre en lágrimas-... Soy el último que merece vivir en está puta casa... el último que puede llegar a tener derecho a nada... ¡yo no te pedí nada joder! ¿Por qué todos tenéis que ser tan jodidamente arriesgados por mí?

Todo esto lo he causado yo, por mi conducta en el bar.

-¿¡Por qué todos tenéis que sufrir las consecuencias de mis putos actos para salvarme!?

- Porque eres un buen tío, y eso no se encuentra en cantidad entre los nuestros. Todo lo que hicimos, lo hicimos conscientes y con gusto.

Dejo que Curtis me coja sin hacer ningún movimiento... ni poner ningún gesto. Estoy tratando de buscar una solución... pero no se me ocurre ninguna. Antón no es lo suficientemente humano para comprender lo que nos va a hacer. Ella jamás aceptará órdenes de ningún hombre, y eso hará que Antón llegue incluso a torturarla.. o matarla... y no me dejará sacarla, seguro. Se cree de verdad que es dueño de mi vida, y de lo que más amo... Y no tengo ninguna fuerza para oponerme a él. Para cuando parpadee, me habrá matado. Ofrecería gustosa mi vida por ella, pero como mi ghoul, necesita de mi sangre, o acabará como una yonki... Lucía... hermana... Oigo a Curtis... como algo lejano. Ni siquiera enfoco la vista...

-El mundo no gira a su alrededor. Nosotros tomamos nuestras decisiones... y también tenemos que acarrear las consecuencias. Lo hicimos porque quisimos...-Mi voz suena apagada. ¿Cómo saco a Lucía de aquí? Puede que la haya metido en las celdas...

Miro a Basile cuando habla. Me cuesta girar el cuello de lo rígido que estoy.

-... Tal vez no sea tan buen tio como creeis... -suelto a Berenice, con abatimiento y voz ronca-... No sabéis una mierda sobre mí...

Se acabó... no puedo más...

-... Voy a salvaros el pellejo, a tí y a su ghoul... -digo, tenso como una cuerda-... Pero porque todo esto es consecuencia de mi puto ego. Nada más...

Camino despacio, hasta la puerta del salón.

-Yo soy el que tiene una vida que no vale nada. Si vuelvo a veros jugandoos el cuello por mí os mataré yo mismo -digo, casi con voz muda.

- Gracias... - dice Basile.

Curtis...

-Mi vida solo vale para proteger a los que quiero. Sino, no vale nada.-Digo, cansada. Si no fuera así... ¿qué sentido hubiera tenido que me rescatara Lucía? Ninguno...-Basile, perdona por haberte metido en este lio. Tendría que haberme callado.

Abro la puerta del salón y entro... Ignorando a Berenice...

Nadie va a arriesgarse por mí... nadie morirá por mí.

Antón mira por la ventana.

Cierro la puerta tras de mí, y camino hacia él. Me quedo más o menos a cinco metros de él.

-... Padre... Tienes que perdonarlos... -digo, con amargura en la voz.

Antón no responde, sigue mirando a la calle.

-... Padre... hicieron lo que hicieron por mi... porque la cagué en aquel bar... Ellos arriesgaron sus vidas y lo que tenían por mí... igual que tú. Tienes que entenderlo...

No me mira.

-... Mirame.

Él se vuelve para mirarte... pero casi preferirías que no lo hiciera.

- ¿Crees que puedes venir aquí a exigirme aún más de lo que te doy?

-¿Y qué otra cosa puedo hacer si no pedir clemencia para ellos? -digo, furioso, pero es evidente que no con él, si no conmigo-... Estos son mis errores, padre, no los suyos.

- A cada cual, los suyos, se quedan con sus respectivos castigos. No hay más que hablar - dice volviendo a mirar fuera.

Joder...

-¿Y no has pensado que tanto Lucía como Basile merecen vivir? ¿Cómo puedes permanecer pasivo mientras son ellos los que sufren por mí? Sabes que es injusto.

- La no-vida es injusta, chiquillo. Has tenido tiempo para aprenderlo. Déjame, quiero estar sólo.

- Claire no está aquí - declara, mirando aún por lo ventana.