Un pequeño respiro (29/12/09)

- No sé, ¿llevas dinero? - bromea.

-Hm, muy aguda -respondo, sonriendo. Además tiene sentido del humor-... ¿Que te apetece?

- Una caña, gracias.

-Perfecto -digo, levantándome. Pido una caña en la barra, y cuando me la dan vuelvo con ella.

Por un momento pasa por mi cabeza la idea de dejar algo de sangre en la bebida, pero lo acabo descartando. No me va la idea de dejar vinculos parciales en la calle. Pueden dar problemas.

-Aquí tienes -me siento de nuevo, a su lado y le doy su bebida.

- Gracias - bebe un poco - ¿Eres abstemio?

-Algo así... no suelo beber mucho -respondo, mirándola con una sonrisa-. Además, es más divertido cuando beben los demás.

"Yo no bebo... vino" dijo una vez el dracula de Bram Stoker.

-¿Te gusta?

- La verdad es que tampoco bebo mucho... pero sí, de vez en cuando, sí.

Asiento, de acuerdo con su postura. Es precabida al parecer.

-Bien Helena, dices que no sueles salir. ¿Debo entender que esta es una noche especial? -pregunto, con curiosidad.

- Supongo que simplemente... me dieron ganas de salir, por una vez - sonríe.

Casi lo dice como si no se hubiese dado un respiro en mucho tiempo.

-Era por curiosidad -digo, sonriente-... Lo cierto es que yo también necesitaba un respiro, pero no me esperaba uno tan agradable.

La miro con leve picardía. Me gusta esta humana.

-Soy agradecido para este tipo de cosas, y ya que te has dado el capricho de salir me gustaría que no te arrepintieras de esta noche. ¿Qué puedo hacer por tí?

- Seguro que muchas cosas... échale imaginación

Me aproximo un poco, y una de mis manos recoje su pelo por detrás de la oreja.

-Puede que... lo que yo imagine no sea de tu agrado -digo, elevando mi vista hasta cruzarme con sus ojos. Siento deseo por su sangre, pero puede que ella lo interprete de otra forma-... Aunque eso depende de tí.

Ella se acerca aún más.

- Probemos...

Juventud... es realmente algo a favor algunas veces.

Despacio me acerco, sonriente, y acabo besándola, tomándome mi tiempo. Mientras, una de mis manos pasa por su vientre suavemente, y la acaricia por la cintura.

Ella corresponde a tu beso, con jovialidad. Acaricia tu cara y baja la mano hasta tu pecho.

Me tomo un poco más de tiempo, mientras mi mano desciende, pasando por su trasero y uno de sus muslos.

Cuando separamos los labios, la miro, sonriente.

-... ¿Qué te ha parecido? -pregunto, con intensidad en la mirada.

- Digno de repetirse - dice, antes de lanzarse ella esta vez.

Saboreo su beso y correspondo, mientras mis manos siguen acariciandola. Una mujer ardiente, joven y deshinibida. No es lo mismo que con Emile, pero ya que voy a tomar su sangre, será mejor regalarle un buen recuerdo.

Siento su sangre y sus latidos tan cerca... Mis besos bajan poco a poco, y mis labios acaban acariciando la piel de su cuello.

-... ¿Y de algo más? -susurro a su oido, antes de morder levemente su lóbulo, sin hacerle daño.

- Seguro que puedes hacer que además sea inolvidable... - añade, acariciándote el pelo.

Sonrio ante la respuesta, y vuelvo a besarla. Una de mis manos pasa por su espalda, por debajo de su ropa con suavidad.

-... ¿Donde?

- ¿Tu casa?

Demasiados inconvenientes.

-Mejor la tuya... -respondo, pasando la mano desde su espalda hasta su vientre despacio-... No creo que donde vivo te sientas cómoda...

Sonrio.

-O en cualquier otro lugar que prefieras...

- Hay un motel aquí cerca.

-Perfecto -acabo diciendo.

Tal vez mejor así. Sin conocernos. Yo le regalo el Beso, ella su sangre, y por la mañana cada uno estaremos a salvo, sin volver a encontrarnos seguramente.

-Cuando tu digas -añado, con mis labios muy cerca de los suyos, casi rozándolos.

Ella saca la lengua y te lame los labios antes de contestar.

- Vamos ya... - dice levantándose.