Buscando un respiro 11/01/10

Tengo que taparme un poco los ojos. La luz es muy brillante. Espera... ¿la luz? Estoy sentada en un porche, a plena luz del día. Pero no me quemo. Arnold está a mi lado, y veo a Elliot, no el Elliot adulto, sino al niño, jugar despreocupadamente en el jardín, con otros niños que no reconozco. También veo a Curtis, está con Emile, con Antón y con Claire sentados en una mesa, también en el jardín. Todos están muy felices. Escucho un ladrido. Giro la vista y veo a Basile con un par de perros (¿a Basile le gustan los perros?). Al verme, me saluda alegremente con la mano y de nuevo vuelve a prestarle atención a los animales, que parecen algo revoltosos. Arnold me coge de la mano. Me giro hacia él y me muevo para darle un beso... pero descubro que me cuesta moverme un poco. Miro hacia abajo y... veo mi vientre abultado. Muy abultado. Pongo una mano sobre este, con timidez, y noto como algo se mueve dentro. Vuelvo la vista hacia Arnold, emocionada, con lágrimas de felicidad en los ojos. Él me mira con un inmenso cariño, y se inclina para besarme... y antes de que llegue el beso, oigo gritos. Me giro rápidamente, y entonces la escena cambia. No es de día. Es de noche, y la luna está de un color rojo sangriento. Todos están muertos. Todos. Intento levantarme, pero algo me golpea con fuerza, justo en el vientre. Grito. Es ese monstruo, y acaba de acabar con mi bebé de un solo golpe. Arnold se incorpora para defenderme, pero el monstruo es muy rápido, y lo agarra y lo reduce. Pero no lo mata. Es más, le obliga a mirar en mi dirección. Voy a socorrerle, pero entonces alguien me agarra. Es el Príncipe. Me mira con esa sonrisa cruel, y empieza a quitarme la ropa de forma violenta. Yo intento zafarme, pero no puedo. Mi vientre sangra. Entonces me viola. Arnold grita. Yo le miro... "¡No mires!" Le grito. No quiero que lo vea. Entre toda la desesperación, no quiero que lo vea. No quiero que vea como un hombre me hace esto. "¡NO MIRES!" Duele. Duele. Duele.

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No puedo controlar el llanto. Por más que lo intento, las lágrimas salen de mi sin que yo pueda hacer nada. Me siento al borde de un ataque de histeria.

Notas que alguien te agarra, y oyes también gritos.

Intento enfocar la vista, pero sigo sin poder parar de llorar.

Reconoces a Elliot, que te aleja de Arnold, que grita y solloza entre sueños, y de vez en cuando lanza un golpe.

Despierto una vez más... cómo me gustaría no volver a hacerlo...

Estoy aturdido... todavía no soy consciente de lo que me rodea.

Poco a poco reconoces tu cuarto, y un sonido. Es el sonido del llanto. Emile está apoyada en tu pecho, y llora.

-... Buenas... noches Emile...

Dios... no llores...

-... Por favor... no llores...

- Por fín estás aquí - solloza, feliz, y besa tu pecho, con veneración, con amor.

-... Te he echado muchísimo de menos Emile...

Puede que ella sea la única barrera entre mi tormento y yo... no lo sé... sólo quiero estar con ella.

Trato de abrazarla, aunque mis brazos vacilan un poco, lo hago.

Ella sigue llorando de felicidad.

- Estaba tan preocupada...

-Sshhhh... -siseo, para que se calle...

Me quedo unos segundos abrazado a ella. No merezco estar a su lado, se ha ganado el cielo sólo por aguantar los disgustos que pasa por mí.

-Habría dado lo que fuera porque no sufrieras...

Que Dios me perdone.

-Lo siento.

- No dejes que vuelvan a separarte de mí... - te besa.

La beso igualmente... me gustaría compensarla por toda esta angustia... pero no se me ocurren muchas maneras.

Muerdo mi lengua y la beso, dejando que beba.

Tu sangre parece no sólo deleitarla, también reconfortarla. Deja de llorar y te acaricia, siendo plenamente consciente de tu regreso.

Dejo que se alimente, dándole una buena dosis... Ojala todo fuera tan fácil como la sangre... pero siento como si la estuviese traicionando, manipulando... pero la necesita para vivir...

Separo mis labios de ella, y la miro a los ojos un instante.

-... Olvidemos mi ausencia... ¿de acuerdo?

Quizá ella pueda... yo no podré jamás.

- De acuerdo... siempre que no lo repitas...

Intento serenarme, pero no puedo. Nunca había tenido una pesadilla como esa y ha dejado una fuerte impresión en mi. Las lágrimas no desaparecen, y esa terrible angustia no se va. Lo único que logro es dejar que Elliot me separe de Arnold y farfullar:

-Elliot... ¿pero qué...?

- Está peor que antes... - dice Elliot, entristecido, mirando a que fue su ductus, jefe y hermano en la manada

-Lo siento tanto, Elliot... lo siento...

Miro a Arnold. Verlo así, siendo torturado día a día, pero sobretodo después de mi sueño... estabamos juntos, eramos felices... ibamos a tener un niño... verlo así, tan destrozado... Me llevo las manos a los ojo, sollozando con bastante fuerza... quiero evitarlo, quiero controlarlo... Elliot no debería ver esto, bastante mal lo está pasando ya... pero solo soy capaz de medio controlar el ataque de histeria que pugna por salir.

Elliot te abraza, como si ya fuera un hombre también pro dentro (quizás, se vea forzado a serlo) tranquilizándote. Hasta que Arnold da un último grito antes de caer rendido y tembloroso en la cama.

Intento secarme las lágrimas, desesperada por tranquilizarme, desesperada por ser fuerte... ¿por qué no se me va esta angustia del pecho? Sólo era un sueño... Abrazo a Elliot, con fuerza.

-Gracias... de verdad, gracias. No deberías tener que presenciar esto... perdóname.- Cuando veo que Arnold se ha tranquilizado un poco, le llamo, vacilante.-.. ¿Arnold?

El está sudoroso, tembloroso, se levanta vacilante, directo a baño, y vomita sangre. Si no fuera porque es un vampiro, jurarías que está enfermo.