Buscando un respiro 11/01/10

Te mira.

-... Me alegra que estés bien... y de que me oigas.

Me siento a su lado.

-¿Qué compones?

- Algo que tenía pensado ahce mucho... pero aún no lo he oído tocado. No soy compositora pero... de pronto no he querido perder la oporutunidad de hacerlo.

-... ¿Perder la oportunidad?

¿Como si... diera por sentado que va a morir en cualquier momento?

No... soy un iluso al creer que esto no la afectaría...

-No perderás jamás la oportunidad...

- Bueno, nunca se sabe - te besa, parece tranquila.

Pompingan... maldito sea...

-... No pienses así, Emile. No pienses como si en algún momento te fuese a pasar algo malo... no dejaré que algo así influya en tí.

¿Habrá sembrado el miedo en ella?

- No pasa nada... la vida es así, Curtis... tal vez no para ti, pero para mí siempre lo ha sido, y para el resto de los mortales.

Antón y yo llegamos.

... En diez años... casi había olvidado lo que era ser mortal...

-... Tienes razón...

Miro sus papeles... no entiendo nada de la música escrita prácticamente.

-¿Me avisarás cuando la tengas terminada?

- La escucharás el primero - te asegura, luego te da un pico.

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Antón entra junto a ti, aún cabilando sobre lo que el Príncipe ha dicho ¿para qué querría él ver a esos dos ex-sabbat? A penas soporta tenerles enfrente.

Yo también lo pienso, ¿será porque son importantes para mi? Pero no pasa nada. Sé que no les hará daño.

-Señor, voy a ir a buscarlos.-echo un vistazo al reloj.- No estoy segura de cuanto se tarda en llegar y no quiero llegar tarde.

Le doy un beso... Por un momento tengo ganas de darle un momento relajado bebiendo de ella... pero lo dejo pasar. Tiene cosas que hacer.

-Te quiero.

Salgo del dormitorio.

Os encontrais en las escaleras.

-... ¿Ya habéis vuelto? -me siento más aliviado por eso.

-Sí, bueno... pero yo tengo que irme. ¿Dónde está Elliot?

-... Dejé que se quedara abajo con Arnold... pensé que entre ellos podrían al menos sentirse cómodos y hablar.

Y no sé si lo he conseguido.

-... Ay, Curtis. ¿Dejaste a un niño que está asustado bajara solo a un sótano lleno de jaulas donde una persona que es importante para él está encerrada y asustada? Hermano, tus intenciones son buenas pero te falta tacto. Lo que me recuerda que aún no te libras. Tú y yo tenemos que hablar muy seriamente, pero no ahora, tengo prisa.

Bajo al sótano.

-... Deja que te acompañe... me siento mal.

La sigo... Que Dios me perdone.

Llegais al sótano, efectivamente el niño está ahí, sentado en el suelo, metiendo por entre los barrotes un brazo, que mantiene cerca de Arnold, el cual está con la cabeza gacha, también sentado en el suelo, el del interior de la celda, en su caso.

El niño es el primero en veros y se levanta para recibiros, en cambio Arnolld se arrodilla.

-Bien, y ahora a ver si aprendes algo de una buena vez. Parate a pensar, escucha, asimila, comprende, centrate menos en lo que puedes hacer o no y observa.- Le digo antes de llegar abajo. Cuando llego lo primero que hago es sacar a Arnold de la celda. Después me giro hacia Elliot.-Elliot, estoy muy orgullosa de ti.

Me mantengo en silencio... yo solo soy el que está en segundo plano, escuchando, observando y procurando que nada salga mal y empeore las cosas... más de las que las he empeorado yo.

- ¿De mí? ¿Por qué? - pregunta, algo confuso.

-Porque-le paso la mano por el pelo, de forma cariñosa.- te portaste como todo un hombre. Supiste responder con templanza a una situación muy difícil. Tanto Arnold como yo estabamos mal y lograste mantener la calma.-le sonrio.- Gracias, Elliot.

Mantengo silencio... escuchando. Ella, aun pasando por todas esas adversidades... es capaz de seguir sonriendo y velar por los demás...

Tengo que aprender de ella.

Elliot sonríe, orgulloso de sí mismo. Arnold sigue de rodillas, fuera de la jaula.

-Arnold, arriba. Hace demasiado tiempo te arrodillaron de la peor de las maneras, y gracias a eso un gran hombre fue engullido por la noche. Soy tu señora.-le ofrezco una mano para ayudar a levantarle.- Pero tu no eres mi esclavo. Has cometido muchos errores cegado por el dolor y la tristeza, pero con dolor no pagarás tus crimenes. Nadie volverá de entre los muertos por eso. Mi deber es cuidar de ti, no utilizarte como si fueras un objeto. Juntos encontraremos la manera de restaurar el daño. Las cosas van a ser diferentes entre tu y yo ahora, pero no te abandonaré. No eres mi esclavo. Eres mi caballero, ¿comprendes?