Buscando un respiro 11/01/10

Vuelvo a besarla... quisiera que esto no hubiese pasado.

-... He propuesto ir... esta noche... al local... Para que lo veáis.

Intento, desesperadamente mantener la angustia en segundo plano. Arnold está ahí. Me necesita. Eso es lo único importante ahora. Y claro que está enfermo. El cuerpo no es lo único que puede enfermar. Consigo que las lágrimas cesen. Consigo poner una barrera al dolor. Sólo que no sé cuanto durará.

-Elliot, quedate aquí, por favor. Estoy mejor, de verdad. Voy a ayudarle... no te asustes.-Me separo de él y hago que mis pasos muestren una seguridad que no siento, todo sea porque no se asuste más de lo que está. Al entrar al baño, cierro la puerta. Voy hacia Arnold y le coloco una mano, suavemente, en la espalda.-Tranquilo Arnold. Ya pasó. Ya pasó.

Arnold se estremece ante el contacto, temblando, empapado en sanguinoliento sudor frío, elude el contacto, pidiéndote con un gesto que le des un momento. Se aleja un poco, al otro lado del baño. Vomita otra vez, en esta ocasión en la bañera. Maldice y abre el grifo, limpiando la sangre y luego metiendo la cabeza debajo del agua.

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- De acuerdo - dice ella -, así estaré contigo.

Te besa con amor y con necesidad, después de tanto tiempo (o eso la ha parecido) sin tenerte a su lado.

Espero a que termine de tranquilizarse.

Tras un rato, saca la cabeza del agua.

- Lo... siento mucho... no es... un espectáculo... agradable...

Niego con la cabeza.

-No importa. No es culpa tuya. Arnold... tus pesadillas han empeorado. Y no solo eso. Vomitas sangre. ¿Qué te pasa?-digo con suavidad y amabilidad.

Baja la vista.

- Me... atormenta...

Espero que ella logre curar este tormento... o al menos mantenerlo a ralla.

Dejo que haga lo que quiera, y poco a poco, voy uniendome también. No quiero pensar en nada, a su lado, no hace falta pensar en nada.

La ropa empieza a caer más allá de la cama.

//os dejo unos turnos

Frunzo el ceño.

-¿Pompignam te atormenta en tus pesadillas?

Asiente, varias veces, despacio, estremecido.

-Mierda... lo siento... creía que había logrado...-callo, incapaz de continuar. Y ya no puedo pedirle más favores al príncipe. Le abrazo.- Lo siento...

- No es culpa tuya... es un sádico... No pasa nada... - y sin embargo le notas perturbado.

Me vuelvo hacia su rostro y le beso. Con dulzura, con cariño, tratando de curar esa herida tan profunda que le deja ese maldito. Pero entonces noto como se me desliza una lágrima por la mejilla. Lo veo. Lo veo sano, feliz, mirandome con cariño... los dos juntos, en ese porche... mi vientre... y de repente... La barrera se resquebraja. Me separo y me doy la vuelta, tapando mi rostro con las manos, tratando inutilmente de poner la barrera en su sitio. No quiero que me vea así, pero dudo que el espejo ayude mucho. Noto como como mis hombros se convulsionan en un sollozo. Maldita sea. ¡Maldita sea!

Él te abraza ahora, tratando de calmarte.

Me giro hacia él y le devuelvo el abrazo.

-Lo siento... eres tú quien peor lo está pasando y mirame... pero es que... es que... Ay, Arnold...-digo entre lágrimas.

- Tranquila... todo saldrá bien... - seguramente le gustaría que su voz sonase más convincente.

-No, Arnold... no sé como va a salir esto bien... creía haberte librado de Pompignam y mira... y... la pesadilla... la pesadilla era distinta...

- No pienses en eso... sólo confía en que saldrá bien...

-No Arnold... no lo entiendes... hay una parte de la pesadilla que desearía que se cumpliera con toda mi alma... pero nunca va a suceder...

Descubro que eso es lo que más me angustia. No poder estar todos juntos y felices bajo el sol. Estar los dos juntos, como deberíamos estar. Y yo... nunca podré tener un hijo... un hijo con Arnold. Un pequeño que se parezca a él... un hermanito pequeño para Elliot, a quien cuidar desde pequeñín, a quien educar y criar con una infancia que yo no pude tener...

- Lo... siento... - mumura, tan angustiado como tú.

-No... Arnold, no es culpa tuya... pase lo que pase... al menos soy feliz... de haberte conocido.

Le beso con intensidad mezclada con ansiedad y necesidad, con ternura y cariño. Sólo necesito eso...

Él te devuelve el beso y te abraza, acariciando tu espalda, rendido a tu cariño, o a su cariño hacia ti, o ambos.

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De pronto, algo te saca, bruscamente, del extasis en el que estás. Tus oídos comienzan a pitar, de una forma tan dolorosa que, aunque a penas escuchas el sonido de lo agudo que es, te da la impresión de que no tardarás en quedarte sordo. El sonido penetrante hace vibrar tu tímpano a una velocidad inhumana, se romperá, al igual que se quebrarán los huesos del oído interno.

Por fin logro calmarme. Su beso es un auténtico balsamo para mi. Le acaricio la espalda, el pelo, poniendo toda mi alma en el beso.

Él besa tambiénn tu cuello, apretándote contra sí. Luego recorre con besos el camino de vuelta a tu boca, sus labios toca los tuyos, y más tarde su lengua los humedece ligeramente, pidiendo permiso para explorar el interior de tu boca.


//FdI: Turno de Curtis//

Me separo de ella, cerrando los ojos y frunciendo el ceño... Dios...

-... Espera Emile... espera aquí...

Me levanto, deprisa, y voy al baño. Cierro la puerta tras de mí deprisa y me tapo los oidos... Sé por qué pasa esto... Sé quien és.

-... Sé quien eres... ¡Ya Basta! -digo, con la voz tensa, pero procurando que Emile no me oiga.