Dolor de cabeza (30/12/09)

Sorpresa: Antón lamenta su muerte, aunque se oculte tras el humor negro y se proteja con el desprecio. Después de todo, los anarquistas han accedido a cuidar de su Claire... no pueden ser tan malos.

Vuelvo a mirar el cadáver, sin decir nada. Se preocupa de los suyos y parece que guarda aunque sea un pequeño aprecio por los que cuidan de los que le importan. En el fondo... es un buen hombre.

No hay derecho... Pompingan y sus Ventrue son un cancer... y hacen lo que les place, con la indiferencia del Principe a su favor...

-... Pediré a los ghouls que recojan sus cenizas... Merece estar con los suyos... y que ellos se despidan también -digo, empezando a caminar, despacio, en dirección a la puerta.

No digo nada, mirando lo que queda de Marcus. Mi mente divaga, pensando en los "monstruos" que me he ido cruzando a lo largo de mi vida. Tanto los que verdaderamente lo eran como los humanos que jugaban a serlo. Tras ver todo esto... me pregunto, si hay uno en concreto que se merece morir.

Antón sale ùn minuto después de Curtis.

Al final hemos quedado yo y Basile. Suspiro

-Parece que ni la vida ni la no-vida son sencillas...

- Eso ya lo sabíamos...

El sopor comienza a inundaros a todos.

Cuando le digo eso a Raúl, que guarde las cenizas en una urna o donde pudiera, continuo mi camino, y voy hasta el salón... Necesito una copa con urgencia.

Cuando me la sirvo, bebo con avidez, ignorando los modales al principio... Pero después me calmo y me modero un poco. Se supone que no debo dejarme influenciar joder. Si me dejo torear por los demás la gente muere.

Bebo más despacio, y con respeto hacia mi mismo.

Después empiezo a notar el sopor... maldita sea.

-Si... pero bueno, un amigo mio decía "¡Por mucho que nos joda la capulla nosotros plantaremos cara con una sonrisa!".-Entonces me doy cuenta del sueño que tengo.- El amanecer se acerca...

- Tengo que... volver a las celdas...

Mierda...

-Aguanta, Basile. Yo bajaré todas las noches a verte, ¿De acuerdo?-Digo dirigiendome a la salida.

Por suerte... no hay ventanas en el salón.

Despacio, doy un último trago, me siento en el sillón, y dejo que el sopor me lleve.

Estoy arto de no poder hacer nada.

Consigo llegar a la habitación... simplemente para después desplomarme en la cama.